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El anuncio de un nuevo Frente Popular entre PSOE y Podemos es motivo suficiente para que los españoles empecemos a pensar en otra dictadura: la comunista

El mito de Fausto: Sánchez se entrega a Pablo Iglesias

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Que Pedro Sánchez, el líder del PSOE, no va a perder comba en su batalla por mantener el poder que ahora ha recibido en precario, como consecuencia de la moción de censura contra el señor Rajoy, es algo que nadie ha puesto en duda en ningún momento. Que no le importaría en absoluto poner el futuro de España en peligro con tal de mantenerse en lo alto de la cúpula del poder el tiempo que tardase el país en caer en el abismo de la depresión económica a la que, todos los indicios de los expertos; ya están empezando a señalar sólo cuando apenas han pasado dos meses desde que ejerce de presidente del Gobierno, es tan evidente que no se necesita ser un experto para darse cuenta de la evolución negativa, en todos los ámbitos sociales y económicos del país, para que los ciudadanos empecemos a recelar de lo que nos espera, si los proyectos de giro hacia las izquierdas extremas; hablamos, por supuesto, de los comunista bolivarianos dirigidos por P.Iglesias, siguen el curso que las declaraciones de ambos dirigentes parecen indicar.


Es difícil de asimilar que, en tan corto espacio de tiempo, coincidan en nuestra nación dos acontecimientos que sólo son atribuibles a la dejación y falta de visión de futuro del anterior gobierno de don Mariano Rajoy, por una parte, cuando permitió por abulia y falta de energía que el tema del separatismo, en lugar de decrecer y quedar controlado, haya experimentado una expansión tan espectacular que, hoy en día, ya viene siendo una de las mayores amenazas para la unidad del país. Por otra parte, la necesidad del actual presidente del gobierno español, señor Sánchez, de conseguir apoyos para mantener su inestable situación al frente del ejecutivo español, le ha conducido a hacer promesas a los distintos líderes de los grupos que le vienen apoyando, de muy difícil cumplimiento, lo que le va a obligar a hacer ejercicios de verdadero equilibrio político, si es que intenta calmar a quienes ahora han decidido exigir el pago de la factura que se les debe.


Pero, donde se ha dado un verdadero paso en falso y un error, de cuyas consecuencias es posible que no tarde en arrepentirse, ha sido cuando ha sacado del incómodo lugar en el que se encontraba Pablo Iglesias dentro de su propio partido; de este periodo de ausencia, difícilmente justificable, por la supuesta necesidad de cuidar de unos mellizos prematuros que, evidentemente, de quienes su pervivencia y seguimiento sería, en todo caso, de los doctores que los trataban y no de la presencia continuada de su padre viéndoles cómo crecían. Alguien podría pensar que, durante esta prolongada ausencia de los primeros lugares de la actividad política, le ha servido para preparar alguna estrategia, es posible que en connivencia con el mismo P.Sánchez o con algún intermediario de confianza, para preparar esta reentré en el nuevo curso político, y no precisamente adoptando la postura de un segundón supeditado al PSOE y su líder, sino con la fatuidad, egolatría y chulería de quién domina la situación y está en condiciones ( varias veces ha dado a entender la formación de un gobierno en el que su partido participaría activamente) de imponer a sus socios la política, en este caso, comunista, que ha pretendido llevar a cabo en cada una de las ocasiones en las que ha tenido ocasión de darla a conocer.


No se ha cortado un pelo en hablar de aumento de impuestos si bien, para no asustar a las clases medias, se ha esmerado en apuntar que, sobre todo los que van a pagar son los grandes, tanto en el aspecto privado como en las sociedades, en las que los beneficios sean demasiado elevados según su propio criterio. También ha utilizado un placebo dedicado a los autónomos a los que les ha prometido bajada de impuestos.


No sabemos en lo que acabarán los anuncios que, directamente o a través de globos sonda han sido lanzados por sus ministros, amenazando con: un impuesto a la banca, otros sobre las transacciones económicas o sobre los combustibles como el gasoil. En todo caso, sus proyectos anunciados a bombo y platillo como han sido la elevación de las pensiones, del salario mínimo o, incluso, sus ofrecimientos de establecer una retribución base para todos los ciudadanos del país (algo que ya alguien estimó que tendría un coste superior a los 30.000 millones de euros) rondan en lo que, por mucho que se quieran aumentar los impuestos ( no olvidemos que en España ya están rozando en muchos casos lo incautatorio) o por mucho que intentemos tirar de la Deuda Pública, es evidente que no hay manera de que cuadren las cuentas; éstas que el señor Pierre Moscovici, comisario de la UE nos ha venido a reclamar, en forma de los PGE para el próximo año 2019, que se les deberán entregar en el próximo mes de Octubre.


Fuere lo que fuere lo que tuvieren en mente los líderes del PSOE y Podemos, lo que es evidente es que todo va adquiriendo la apariencia de lo que se podría considerar un nuevo Frente Popular. Con la obsesión de Sánchez de ocupar la Moncloa, las facilidades que le dio Rajoy dejándole el espacio libre, en lugar de poner a otra persona al frente del gobierno, y aprovechándose del desconcierto que causó, en los partidos de derechas y centro derecha, el éxito de la moción de censura, que se vieron obligados a recomponer sus estrategias y, en el caso del PP, de someterse a unas elecciones primarias de las que saliese la figura de quien debería dirigirlo, una vez superada la fase de adaptación y restañados los naturales roces y fricciones de una campaña en la que, por mucho que se quiso disimular la animosidad existente entre los dos candidatos favoritos, no se pudo evitar el mal perder de la señora Sáez de Santamaría, que no ha dejado de intrigar desde que fue rechazada para ocupar un cargo que ella estaba convencida que iba a conseguir.


Estamos convencidos de que, el que ha salido más favorecido de este episodio de enfrentamientos entre partidos, ha sido el de P.Iglesias, Podemos y, en especial la figura de P.Iglesias que ha pasado de ser cuestionado dentro de su partido por sus excentricidades (entre ellas comprar una casona, valorada en más de 600.000 euros en uno de los lugares de más alcurnia de los alrededores de Madrid, con un terreno de dos mil metros, piscina y todos los aditamentos propios de uno de estos millonarios) y su falta de autocrítica cuando ha incurrido en la misma conducta que aquellos en contra de los que, este sujeto que se considera comunista, lleva luchando durante años. Ahora, gracias a que, cuando Podemos estaba recibiendo las peores noticias respecto a sus perspectivas electorales, llega don Pedro y le tira un cable a su compañero de fatigas, elevándolo a la categoría de cómplice todo para conseguir el objetivo de llevar a España al peor lugar de su larga Historia.


Y no quiero cerrar este comentario sin aludir a uno nuevo de estos bandazos que acostumbra a hacer este gobierno, en el que la inseguridad en la toma de sus decisiones se ha convertido en algo habitual. Si el otro día ya comentamos algunas de las rectificaciones que, entre ellos mismos, se vienen haciendo; hoy debemos hablar de aquella que recientemente tomó el Gobierno de dejar de vender bombas a Arabia Saudí, basándose en que, dicho país, las utilizaba contra objetivos civiles en sus guerras contra sus vecinos. La portavoz del actual Gobierno, la señora Isabel Celaá, que ya se va acostumbrando a esto de “donde digo, digo diego” ha tenido que salir de nuevo a “puntualizar” algo que, en lenguaje llano y vulgar, quiere decir “rectificar” hablando de que sólo se trataba de una posibilidad y que, antes de tomar una resolución definitiva se deben de analizar los pros y contras de las posibles medidas a adoptar. Todo lo que se esconde debajo de tanto paripé, no es ni más ni menos que aquello de parar las ventas de las bombas fue una de estas estupideces, un subidón de todos aquellos que dicen estar en contra de la guerra (sólo en el caso de que los agresores sean de derechas) y de la muerte de persona civiles, algo que ha sucedido desde que el mundo es mundo en todas las guerras que han tenido lugar. Lo que, por lo visto, no tuvieron en cuenta, con la manía de improvisar sin medir las consecuencias de sus actos, es que existía un pedido millonario de cinco fragatas que debían construirse en los astilleros de Navantia en Cádiz; un pedido por un importe de 9’2 millones de euros, que salvó de su cierre a la empresa y del desempleo a todos sus trabajadores. La reacción de los afectados ha sido inmediata y, la señora portavoz ha vuelto a hacer el ridículo, ya que es evidente que el primer acuerdo sufrirá del mismo destino que se les dio a los anteriores casos, en los que, el pragmatismo, obligó a rectificar lo anteriormente acordado.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la desagradable y, a la vez, inminente sensación de que hemos entrado en una fase de la historia de nuestro país en la que, todo lo que está sucediendo, nos hace pensar que nadie, en absoluto, nadie está dispuesto a cortarles los pies a todos estos que, usando del freno de las garantías que nuestra constitución les ofrece, no dudan en incumplirla cando el hacerlo les sirve y ayuda a sus fines de implantar un nuevo régimen autoritario en la nación española.

El mito de Fausto: Sánchez se entrega a Pablo Iglesias

El anuncio de un nuevo Frente Popular entre PSOE y Podemos es motivo suficiente para que los españoles empecemos a pensar en otra dictadura: la comunista
Miguel Massanet
domingo, 9 de septiembre de 2018, 09:56 h (CET)

Que Pedro Sánchez, el líder del PSOE, no va a perder comba en su batalla por mantener el poder que ahora ha recibido en precario, como consecuencia de la moción de censura contra el señor Rajoy, es algo que nadie ha puesto en duda en ningún momento. Que no le importaría en absoluto poner el futuro de España en peligro con tal de mantenerse en lo alto de la cúpula del poder el tiempo que tardase el país en caer en el abismo de la depresión económica a la que, todos los indicios de los expertos; ya están empezando a señalar sólo cuando apenas han pasado dos meses desde que ejerce de presidente del Gobierno, es tan evidente que no se necesita ser un experto para darse cuenta de la evolución negativa, en todos los ámbitos sociales y económicos del país, para que los ciudadanos empecemos a recelar de lo que nos espera, si los proyectos de giro hacia las izquierdas extremas; hablamos, por supuesto, de los comunista bolivarianos dirigidos por P.Iglesias, siguen el curso que las declaraciones de ambos dirigentes parecen indicar.


Es difícil de asimilar que, en tan corto espacio de tiempo, coincidan en nuestra nación dos acontecimientos que sólo son atribuibles a la dejación y falta de visión de futuro del anterior gobierno de don Mariano Rajoy, por una parte, cuando permitió por abulia y falta de energía que el tema del separatismo, en lugar de decrecer y quedar controlado, haya experimentado una expansión tan espectacular que, hoy en día, ya viene siendo una de las mayores amenazas para la unidad del país. Por otra parte, la necesidad del actual presidente del gobierno español, señor Sánchez, de conseguir apoyos para mantener su inestable situación al frente del ejecutivo español, le ha conducido a hacer promesas a los distintos líderes de los grupos que le vienen apoyando, de muy difícil cumplimiento, lo que le va a obligar a hacer ejercicios de verdadero equilibrio político, si es que intenta calmar a quienes ahora han decidido exigir el pago de la factura que se les debe.


Pero, donde se ha dado un verdadero paso en falso y un error, de cuyas consecuencias es posible que no tarde en arrepentirse, ha sido cuando ha sacado del incómodo lugar en el que se encontraba Pablo Iglesias dentro de su propio partido; de este periodo de ausencia, difícilmente justificable, por la supuesta necesidad de cuidar de unos mellizos prematuros que, evidentemente, de quienes su pervivencia y seguimiento sería, en todo caso, de los doctores que los trataban y no de la presencia continuada de su padre viéndoles cómo crecían. Alguien podría pensar que, durante esta prolongada ausencia de los primeros lugares de la actividad política, le ha servido para preparar alguna estrategia, es posible que en connivencia con el mismo P.Sánchez o con algún intermediario de confianza, para preparar esta reentré en el nuevo curso político, y no precisamente adoptando la postura de un segundón supeditado al PSOE y su líder, sino con la fatuidad, egolatría y chulería de quién domina la situación y está en condiciones ( varias veces ha dado a entender la formación de un gobierno en el que su partido participaría activamente) de imponer a sus socios la política, en este caso, comunista, que ha pretendido llevar a cabo en cada una de las ocasiones en las que ha tenido ocasión de darla a conocer.


No se ha cortado un pelo en hablar de aumento de impuestos si bien, para no asustar a las clases medias, se ha esmerado en apuntar que, sobre todo los que van a pagar son los grandes, tanto en el aspecto privado como en las sociedades, en las que los beneficios sean demasiado elevados según su propio criterio. También ha utilizado un placebo dedicado a los autónomos a los que les ha prometido bajada de impuestos.


No sabemos en lo que acabarán los anuncios que, directamente o a través de globos sonda han sido lanzados por sus ministros, amenazando con: un impuesto a la banca, otros sobre las transacciones económicas o sobre los combustibles como el gasoil. En todo caso, sus proyectos anunciados a bombo y platillo como han sido la elevación de las pensiones, del salario mínimo o, incluso, sus ofrecimientos de establecer una retribución base para todos los ciudadanos del país (algo que ya alguien estimó que tendría un coste superior a los 30.000 millones de euros) rondan en lo que, por mucho que se quieran aumentar los impuestos ( no olvidemos que en España ya están rozando en muchos casos lo incautatorio) o por mucho que intentemos tirar de la Deuda Pública, es evidente que no hay manera de que cuadren las cuentas; éstas que el señor Pierre Moscovici, comisario de la UE nos ha venido a reclamar, en forma de los PGE para el próximo año 2019, que se les deberán entregar en el próximo mes de Octubre.


Fuere lo que fuere lo que tuvieren en mente los líderes del PSOE y Podemos, lo que es evidente es que todo va adquiriendo la apariencia de lo que se podría considerar un nuevo Frente Popular. Con la obsesión de Sánchez de ocupar la Moncloa, las facilidades que le dio Rajoy dejándole el espacio libre, en lugar de poner a otra persona al frente del gobierno, y aprovechándose del desconcierto que causó, en los partidos de derechas y centro derecha, el éxito de la moción de censura, que se vieron obligados a recomponer sus estrategias y, en el caso del PP, de someterse a unas elecciones primarias de las que saliese la figura de quien debería dirigirlo, una vez superada la fase de adaptación y restañados los naturales roces y fricciones de una campaña en la que, por mucho que se quiso disimular la animosidad existente entre los dos candidatos favoritos, no se pudo evitar el mal perder de la señora Sáez de Santamaría, que no ha dejado de intrigar desde que fue rechazada para ocupar un cargo que ella estaba convencida que iba a conseguir.


Estamos convencidos de que, el que ha salido más favorecido de este episodio de enfrentamientos entre partidos, ha sido el de P.Iglesias, Podemos y, en especial la figura de P.Iglesias que ha pasado de ser cuestionado dentro de su partido por sus excentricidades (entre ellas comprar una casona, valorada en más de 600.000 euros en uno de los lugares de más alcurnia de los alrededores de Madrid, con un terreno de dos mil metros, piscina y todos los aditamentos propios de uno de estos millonarios) y su falta de autocrítica cuando ha incurrido en la misma conducta que aquellos en contra de los que, este sujeto que se considera comunista, lleva luchando durante años. Ahora, gracias a que, cuando Podemos estaba recibiendo las peores noticias respecto a sus perspectivas electorales, llega don Pedro y le tira un cable a su compañero de fatigas, elevándolo a la categoría de cómplice todo para conseguir el objetivo de llevar a España al peor lugar de su larga Historia.


Y no quiero cerrar este comentario sin aludir a uno nuevo de estos bandazos que acostumbra a hacer este gobierno, en el que la inseguridad en la toma de sus decisiones se ha convertido en algo habitual. Si el otro día ya comentamos algunas de las rectificaciones que, entre ellos mismos, se vienen haciendo; hoy debemos hablar de aquella que recientemente tomó el Gobierno de dejar de vender bombas a Arabia Saudí, basándose en que, dicho país, las utilizaba contra objetivos civiles en sus guerras contra sus vecinos. La portavoz del actual Gobierno, la señora Isabel Celaá, que ya se va acostumbrando a esto de “donde digo, digo diego” ha tenido que salir de nuevo a “puntualizar” algo que, en lenguaje llano y vulgar, quiere decir “rectificar” hablando de que sólo se trataba de una posibilidad y que, antes de tomar una resolución definitiva se deben de analizar los pros y contras de las posibles medidas a adoptar. Todo lo que se esconde debajo de tanto paripé, no es ni más ni menos que aquello de parar las ventas de las bombas fue una de estas estupideces, un subidón de todos aquellos que dicen estar en contra de la guerra (sólo en el caso de que los agresores sean de derechas) y de la muerte de persona civiles, algo que ha sucedido desde que el mundo es mundo en todas las guerras que han tenido lugar. Lo que, por lo visto, no tuvieron en cuenta, con la manía de improvisar sin medir las consecuencias de sus actos, es que existía un pedido millonario de cinco fragatas que debían construirse en los astilleros de Navantia en Cádiz; un pedido por un importe de 9’2 millones de euros, que salvó de su cierre a la empresa y del desempleo a todos sus trabajadores. La reacción de los afectados ha sido inmediata y, la señora portavoz ha vuelto a hacer el ridículo, ya que es evidente que el primer acuerdo sufrirá del mismo destino que se les dio a los anteriores casos, en los que, el pragmatismo, obligó a rectificar lo anteriormente acordado.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la desagradable y, a la vez, inminente sensación de que hemos entrado en una fase de la historia de nuestro país en la que, todo lo que está sucediendo, nos hace pensar que nadie, en absoluto, nadie está dispuesto a cortarles los pies a todos estos que, usando del freno de las garantías que nuestra constitución les ofrece, no dudan en incumplirla cando el hacerlo les sirve y ayuda a sus fines de implantar un nuevo régimen autoritario en la nación española.

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