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“No puedo en un solo día cambiar el desierto, pero puedo empezar haciendo un oasis.” Phil Bosmans

Casado debe cuidar sus estrategias si quiere reflotar el PP

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El hecho de que el señor Pablo Casado haya conseguido librarse de algunos pesos pesados que estuvieron gobernando durante años el PP, se puede considerar como una hazaña que todos los que somos simpatizantes del partido hemos acogido con satisfacción. Por añadidura, hoy nos hemos enterado de otra noticia que acaba de confirmar que, la reforma que todos esperábamos que tuviera lugar, no fue una promesa de estas que los aspirantes a un cargo suelen hacer cuando aspiran a salir elegidos, sino que, en esta ocasión, se viene a confirmar que a partir de la renuncia de Mariano Rajoy de su cargo de presidente de la formación popular, se han venido produciendo una serie de cambios y ceses entre algunos de “enrocados” que habían venido haciendo su agosto a costa del partido y que, sin embargo, su comportamiento, su rendimiento y su efectividad en la resolución de los problemas que afectaban al partido, no tuvieron los resultados que se podían esperar de su gestión. Hablamos de la pareja, el matrimonio Pedro Arriola (politólogo y asesor del PP durante 30 años) y su esposa la parlamentaria Celia Villalobos, representante del PP en la comisión permanente del Congreso de los Diputados; ambos parece que han recibido, después de años de vivir del cuento y de formar un matrimonio que ha venido medrando gracias a su participación, en el caso del marido, como asesor remunerado de los presidentes, sin que parezca que su actuación, como tal, diera los frutos apetecidos, dados los resultados obtenidos en las urnas por el partido. En el caso de Celia Villalobos, sus exabruptos, su descaro ora y sus modales, sin duda alguna, denotaban que no era de la clase de mujer que encajase en la tipología del partido, Como si barruntaran lo que les iba a suceder, a ella y su marido, si ganaba Casado, se opusieron frontalmente a la candidatura de este señor. Erraron y han pagado las consecuencias.


En general, se puede decir que el cambio de presidente del PP está ayudando a que, muchos de los que siempre hemos tenido simpatía por este partido y que, durante la presidencia de Rajoy y la vicepresidencia de Santamaría, especialmente por su comportamiento respecto a la subversión catalana, tuvimos la tentación de dejar de votar a este desconocido PP, en el que se notaba que los intereses electorales les tenían atenazados respecto a decisiones sobre temas tan importantes como la rebelión catalana, el aborto libre, la adopción por homosexuales y lesbianas, etc.; hicieron de dejaran de lado los valores de la formación para entrar en una fase de “política práctica y desinhibida” que les condujo a concesiones y claudicaciones en las que, cualquier cosa que pensaran que amenazaba sus resultados en las urnas, era sistemáticamente obviado en perjuicio de lo que siempre había sido la orientación moral y ética del partido; estemos en una fase de análisis de la situación con el objetivo de valorar si ha llegado el momento de apoyar de nuevo al partido.


Sin embargo, no se puede prescindir de algo que es evidente. El PP se encuentra en el centro de un círculo en el que, el resto de formaciones del arco parlamentario lo han situado, convertido en la diana predilecta de toda la izquierda española, desde el PSOE hasta los de la CUP, que ha decidido, una vez más, aislarlo políticamente mediante lo que se podría entender como una reproducción clónica del Pacto del Tinell, aquel que mantuvo al PP durante toda una legislatura, la del señor Rodriguez Zapatero, en un limbo en el que cualquier propuesta que hiciera en el Parlamento de la nación, era sistemáticamente vetada por los partidos de izquierdas. Eso quiere decir que, el señor Pablo Casado y sus colaboradores, saben a lo que se tienen que enfrentar y, en consecuencia, cualquier declaración, propuesta, opinión, o crítica que hagan ya saben que va a ser analizada en busca de cualquier resquicio que pueda presentar, para que la propaganda, las críticas y los voceros de la izquierda carguen contra ella para conseguir desacreditarla y evitar que pueda ser aprobada en el Parlamento

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Y aquí es donde, por primera vez, se ha producido algo que, si bien en el actual partido en el gobierno, el PSOE del señor Sánchez, parece que se ha convertido en costumbre habitual, el que una ministra declare algo que, a las pocas horas sea desmentido por otra ministra de su propio partido o, en su caso, por el propio señor Pedro Sánchez. No puede suceder que, en el PP, alguien que siempre ha sido considerada como el modelo de discreción, disciplina, buenas maneras y buen sentido, quizá impulsada por su interés en evitar situaciones complicadas o abducida por esta tendencia impulsada por el buenismo de algunos, en especial periodistas, tertulianos, o comunistas; que continúan creyendo que se ha de dialogar con los soberanistas catalanes, convencidos de que hay margen para acuerdos cuando, los propios líderes del separatismo catalán, encabezados por Puigdemont y Torra, siguen insistiendo en que ni federalismo ni narices, que lo que ellos desean es el llamado referéndum para lo que ellos definen como “el derecho a decidir” que, en realidad, no se trata más que en intentar conseguir los votos necesarios, (les bastaría que, el 50% de ellos, apoyaran la causa nacionalista para, inmediatamente, exigir la independencia y, en base a ello, buscar la rectificación de la opinión unánime de las cancillerías europeas, que ahora les niegan el derecho a independizarse; de modo que algunas de ellas comenzaran a flaquear ante un resultado tan igualado e, incluso, que les hiciera cambiar de opinión; aunque es evidente que, mientras no cambiara la legislación europea que habla del tema, no tendrían la más mínima posibilidad de seguir perteneciendo a la UE.


La señora Pastor tuvo la desgraciada ocurrencia de ofrecer al señor Torra que compareciera en el Parlamento español, para que tuviera ocasión de exponer sus teorías independentistas ante dicho foro, seguramente entendiendo que era una demostración de fair play. Incluso, parece que en dicha convocatoria se hablaba de que, finalmente, no se votaría. Algo inverosímil y una verdadera ocasión para el señor Torra de hacer una declaración demagógica que, por la notoriedad del caso, sería vista por todas las naciones del mundo y constituiría un magnífico trampolín propagandístico para la causa soberanista catalana. No es habitual en la señora Pastor pero, en esta ocasión, su metida de pata puede llevar a que las consecuencias de su error, y no sabemos si todavía podrá el señor Torra recoger el guante para hacer acto de presencia en el Parlamento, de modo que, los resultados de la impudente oferta de la presidenta de la Cámara Baja, pudiera llegar a tener gravísimas consecuencias para la causa española y, cómo no, para el caso que, en Bruselas, un tribunal belga, ha incoado contra el magistrado Pablo Llanera, donde se está hablando de una injerencia grave de la Justicia belga respecto a la soberanía de la nación española.


Tampoco estuvo muy fino, Casado, cuando, suponemos que para no coincidir con los señores de Ciudadanos cuando se dedicaron, con mayor o menor sentido de la oportunidad, a retirar lazos amarillos de las ciudades catalanas, mostrándose en contra de que los políticos, se dedicaran a tal menester y decidió mostrase en contra, sin apoyar el que se atacara por cualquier medio una muestra de falta de respecto para la Justicia española, que permite suponer que no existe ecuanimidad ni objetividad en nuestros magistrados y que están dispuestos a prevaricar para favorecer a España en su lucha en contra del separatismo catalán. El señor Casado no puede dejar de tener presente que, los votos que pretende recuperar, no le van a venir de los timoratos que apoyaron a Rajoy en su política de “apaciguamiento” ante los líderes separatistas catalanes; si, verdaderamente, tiene intención de que los votantes que fueron abandonando el partido, por la falta de energía del anterior gobierno del PP, se animen a regresar a la disciplina de la formación de Fraga, tendrá que adoptar decisiones más valientes y no caer en los mismos defectos en los que incurrió su antecesor que, teniéndolo todo a su favor, con mayoría absoluta en las dos cámaras y casi todas las autonomías dirigidas por miembros del PP, no supo jugar sus cartas con sabiduría, cayendo en un absurdo inmovilismo e incurriendo en errores garrafales que le llevaron a despreciar las grandes oportunidades de dejar sin efecto muchas de las leyes, completamente aberrantes que habían promulgado los socialistas durante sus dos legislaturas en el poder. Ahora, en vano, se lamentan de haber dejado viva la Ley de la Memoria Histórica y una ley, verdaderamente inhumana del aborto, basada en un absurdo concepto de la libertad de la mujer que, sólo en España, significa el sacrificio de 100.000 fetos cada año.


O así es como, señores, desde la óptica de un simple ciudadano de a pie, expresamos nuestro deseo a la vez que esperanza de que no se repitan estos fallos que, quizá sean propios de una cierta inexperiencia en la difícil tarea de la dirección de un partido de la solera del PP después que, durante unos años ha permanecido, para muchos de sus afiliados y simpatizantes, irreconocible y ahora, con su nuevo director, esperamos que nos de las satisfacciones que el señor Rajoy no supo darnos. Así sea.

Casado debe cuidar sus estrategias si quiere reflotar el PP

“No puedo en un solo día cambiar el desierto, pero puedo empezar haciendo un oasis.” Phil Bosmans
Miguel Massanet
viernes, 7 de septiembre de 2018, 06:33 h (CET)

El hecho de que el señor Pablo Casado haya conseguido librarse de algunos pesos pesados que estuvieron gobernando durante años el PP, se puede considerar como una hazaña que todos los que somos simpatizantes del partido hemos acogido con satisfacción. Por añadidura, hoy nos hemos enterado de otra noticia que acaba de confirmar que, la reforma que todos esperábamos que tuviera lugar, no fue una promesa de estas que los aspirantes a un cargo suelen hacer cuando aspiran a salir elegidos, sino que, en esta ocasión, se viene a confirmar que a partir de la renuncia de Mariano Rajoy de su cargo de presidente de la formación popular, se han venido produciendo una serie de cambios y ceses entre algunos de “enrocados” que habían venido haciendo su agosto a costa del partido y que, sin embargo, su comportamiento, su rendimiento y su efectividad en la resolución de los problemas que afectaban al partido, no tuvieron los resultados que se podían esperar de su gestión. Hablamos de la pareja, el matrimonio Pedro Arriola (politólogo y asesor del PP durante 30 años) y su esposa la parlamentaria Celia Villalobos, representante del PP en la comisión permanente del Congreso de los Diputados; ambos parece que han recibido, después de años de vivir del cuento y de formar un matrimonio que ha venido medrando gracias a su participación, en el caso del marido, como asesor remunerado de los presidentes, sin que parezca que su actuación, como tal, diera los frutos apetecidos, dados los resultados obtenidos en las urnas por el partido. En el caso de Celia Villalobos, sus exabruptos, su descaro ora y sus modales, sin duda alguna, denotaban que no era de la clase de mujer que encajase en la tipología del partido, Como si barruntaran lo que les iba a suceder, a ella y su marido, si ganaba Casado, se opusieron frontalmente a la candidatura de este señor. Erraron y han pagado las consecuencias.


En general, se puede decir que el cambio de presidente del PP está ayudando a que, muchos de los que siempre hemos tenido simpatía por este partido y que, durante la presidencia de Rajoy y la vicepresidencia de Santamaría, especialmente por su comportamiento respecto a la subversión catalana, tuvimos la tentación de dejar de votar a este desconocido PP, en el que se notaba que los intereses electorales les tenían atenazados respecto a decisiones sobre temas tan importantes como la rebelión catalana, el aborto libre, la adopción por homosexuales y lesbianas, etc.; hicieron de dejaran de lado los valores de la formación para entrar en una fase de “política práctica y desinhibida” que les condujo a concesiones y claudicaciones en las que, cualquier cosa que pensaran que amenazaba sus resultados en las urnas, era sistemáticamente obviado en perjuicio de lo que siempre había sido la orientación moral y ética del partido; estemos en una fase de análisis de la situación con el objetivo de valorar si ha llegado el momento de apoyar de nuevo al partido.


Sin embargo, no se puede prescindir de algo que es evidente. El PP se encuentra en el centro de un círculo en el que, el resto de formaciones del arco parlamentario lo han situado, convertido en la diana predilecta de toda la izquierda española, desde el PSOE hasta los de la CUP, que ha decidido, una vez más, aislarlo políticamente mediante lo que se podría entender como una reproducción clónica del Pacto del Tinell, aquel que mantuvo al PP durante toda una legislatura, la del señor Rodriguez Zapatero, en un limbo en el que cualquier propuesta que hiciera en el Parlamento de la nación, era sistemáticamente vetada por los partidos de izquierdas. Eso quiere decir que, el señor Pablo Casado y sus colaboradores, saben a lo que se tienen que enfrentar y, en consecuencia, cualquier declaración, propuesta, opinión, o crítica que hagan ya saben que va a ser analizada en busca de cualquier resquicio que pueda presentar, para que la propaganda, las críticas y los voceros de la izquierda carguen contra ella para conseguir desacreditarla y evitar que pueda ser aprobada en el Parlamento

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Y aquí es donde, por primera vez, se ha producido algo que, si bien en el actual partido en el gobierno, el PSOE del señor Sánchez, parece que se ha convertido en costumbre habitual, el que una ministra declare algo que, a las pocas horas sea desmentido por otra ministra de su propio partido o, en su caso, por el propio señor Pedro Sánchez. No puede suceder que, en el PP, alguien que siempre ha sido considerada como el modelo de discreción, disciplina, buenas maneras y buen sentido, quizá impulsada por su interés en evitar situaciones complicadas o abducida por esta tendencia impulsada por el buenismo de algunos, en especial periodistas, tertulianos, o comunistas; que continúan creyendo que se ha de dialogar con los soberanistas catalanes, convencidos de que hay margen para acuerdos cuando, los propios líderes del separatismo catalán, encabezados por Puigdemont y Torra, siguen insistiendo en que ni federalismo ni narices, que lo que ellos desean es el llamado referéndum para lo que ellos definen como “el derecho a decidir” que, en realidad, no se trata más que en intentar conseguir los votos necesarios, (les bastaría que, el 50% de ellos, apoyaran la causa nacionalista para, inmediatamente, exigir la independencia y, en base a ello, buscar la rectificación de la opinión unánime de las cancillerías europeas, que ahora les niegan el derecho a independizarse; de modo que algunas de ellas comenzaran a flaquear ante un resultado tan igualado e, incluso, que les hiciera cambiar de opinión; aunque es evidente que, mientras no cambiara la legislación europea que habla del tema, no tendrían la más mínima posibilidad de seguir perteneciendo a la UE.


La señora Pastor tuvo la desgraciada ocurrencia de ofrecer al señor Torra que compareciera en el Parlamento español, para que tuviera ocasión de exponer sus teorías independentistas ante dicho foro, seguramente entendiendo que era una demostración de fair play. Incluso, parece que en dicha convocatoria se hablaba de que, finalmente, no se votaría. Algo inverosímil y una verdadera ocasión para el señor Torra de hacer una declaración demagógica que, por la notoriedad del caso, sería vista por todas las naciones del mundo y constituiría un magnífico trampolín propagandístico para la causa soberanista catalana. No es habitual en la señora Pastor pero, en esta ocasión, su metida de pata puede llevar a que las consecuencias de su error, y no sabemos si todavía podrá el señor Torra recoger el guante para hacer acto de presencia en el Parlamento, de modo que, los resultados de la impudente oferta de la presidenta de la Cámara Baja, pudiera llegar a tener gravísimas consecuencias para la causa española y, cómo no, para el caso que, en Bruselas, un tribunal belga, ha incoado contra el magistrado Pablo Llanera, donde se está hablando de una injerencia grave de la Justicia belga respecto a la soberanía de la nación española.


Tampoco estuvo muy fino, Casado, cuando, suponemos que para no coincidir con los señores de Ciudadanos cuando se dedicaron, con mayor o menor sentido de la oportunidad, a retirar lazos amarillos de las ciudades catalanas, mostrándose en contra de que los políticos, se dedicaran a tal menester y decidió mostrase en contra, sin apoyar el que se atacara por cualquier medio una muestra de falta de respecto para la Justicia española, que permite suponer que no existe ecuanimidad ni objetividad en nuestros magistrados y que están dispuestos a prevaricar para favorecer a España en su lucha en contra del separatismo catalán. El señor Casado no puede dejar de tener presente que, los votos que pretende recuperar, no le van a venir de los timoratos que apoyaron a Rajoy en su política de “apaciguamiento” ante los líderes separatistas catalanes; si, verdaderamente, tiene intención de que los votantes que fueron abandonando el partido, por la falta de energía del anterior gobierno del PP, se animen a regresar a la disciplina de la formación de Fraga, tendrá que adoptar decisiones más valientes y no caer en los mismos defectos en los que incurrió su antecesor que, teniéndolo todo a su favor, con mayoría absoluta en las dos cámaras y casi todas las autonomías dirigidas por miembros del PP, no supo jugar sus cartas con sabiduría, cayendo en un absurdo inmovilismo e incurriendo en errores garrafales que le llevaron a despreciar las grandes oportunidades de dejar sin efecto muchas de las leyes, completamente aberrantes que habían promulgado los socialistas durante sus dos legislaturas en el poder. Ahora, en vano, se lamentan de haber dejado viva la Ley de la Memoria Histórica y una ley, verdaderamente inhumana del aborto, basada en un absurdo concepto de la libertad de la mujer que, sólo en España, significa el sacrificio de 100.000 fetos cada año.


O así es como, señores, desde la óptica de un simple ciudadano de a pie, expresamos nuestro deseo a la vez que esperanza de que no se repitan estos fallos que, quizá sean propios de una cierta inexperiencia en la difícil tarea de la dirección de un partido de la solera del PP después que, durante unos años ha permanecido, para muchos de sus afiliados y simpatizantes, irreconocible y ahora, con su nuevo director, esperamos que nos de las satisfacciones que el señor Rajoy no supo darnos. Así sea.

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