Todos aquellos que provenimos de sistemas educativos o de enseñanza anteriores a las monstruosidades a las que desde hace unos años nos tienen acostumbrados nuestros legisladores, hemos oído hablar, incluso hemos leído y disfrutado con fruición, de las fábulas de Samaniego, Esopo, Fedro, La Fontaine...
Otrora, era costumbre aprender los comportamientos adecuados o inadecuados en la vida a través de las fábulas con sus consabidas “moralejas”, de los cuentos o del refranero popular; de la misma manera metafórica, sencilla y meridiana con la que Jesús instruía a sus discípulos, a través de las parábolas.
Hoy, ea función parece cumplirla, desgraciadamente, la publicidad, de manera que los spots, televisivos fundamentalmente, son los instrumentos que emplea el poder financiero para guiar nuestros gustos, establecer nuestras normas, determinar nuestro comportamiento.
Como les decía, volviendo a retomar a mi viejo amigo La Fontaine, éste nos muestra en su célebre fábula de “La cigarra y la hormiga”, cual debe de ser el camino a seguir para sobrevivir y alcanzar el éxito: el trabajo duro, la previsión, el orden, ... reproduzco aquí la fábula para aquellos posibles lectores jóvenes, que de la misma sólo conozcan el título, o aún ni eso:
Cantó la cigarra durante todo el verano, retozó y descansó, y se ufanó de su arte, y al llegar el invierno se encontró sin nada: ni una mosca, ni un gusano.
Fue entonces a llorar su hambre a la hormiga vecina, pidiéndole que le prestara de su grano hasta la llegada de la próxima estación.
- Te pagaré la deuda con sus intereses; - le dijo - antes de la cosecha, te doy mi palabra.
Mas la hormiga no es nada generosa, y este es su menor defecto. Y le preguntó a la cigarra:
- ¿ Qué hacías tú cuando el tiempo era cálido y bello ?
- Cantaba noche y día libremente - respondió la despreocupada cigarra.
- ¿ Conque cantabas ? ¡ Me gusta tu frescura ! Pues entonces ponte ahora a bailar, amiga mía.
No pases tu tiempo dedicado sólo al placer. Trabaja, y guarda de tu cosecha para los momentos de escasez.
El caso es que, y a este punto es al que realmente quería llegar, no sé si se habrán fijado en un anuncio de televisión, de una conocida marca de coches, en el que aparecen dos jóvenes. Del primero, se dice que pasó su tiempo estudiando, luego entró a trabajar en una multinacional, sacrificándose, trabajando duro, para al final conseguir comprarse el coche de sus sueños. Del segundo, se dice que, mientras el anterior se dejaba los sesos y la piel en el camino, éste se dedicaba a vivir la vida, de concierto en concierto y etc... pero, y esto es lo peor, que se quiso comprar su soñado coche... y lo hizo también, pues el anuncio exhorta de forma muy clara: cómpratelo ahora y no te preocupes de cómo lo vas a pagar.
La fábula de la cigarra y la hormiga... al revés. El mundo cabeza abajo. Esto es lo que estamos enseñando a las generaciones que siguen nuestros pasos...
Lo triste de la historia, es que en http://www.seat.es/campaigns/ibiza/fabula/main.html pueden verlo, se regodean de lo que les cuento.