Dice un refrán castellano que "no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír". Algo de esto podría aplicársele al jugador camerunés del Barcelona Samuel Eto'o tras su reciente incidente con el defensa del Athletic Unai Expósito.

Como seguramente recordarán, el incidente consistió en que el delantero africano escupió al lateral rojiblanco. Según Eto'o fue un escupitajo al aire con la mala fortuna de que Expósito pasaba por allí. Para el defensa (y para cualquiera que haya visto las imágenes) se trata de un acto totalmente intencionado.

Pero lo malo ya no es escupir, ni decir poco después del partido que no lo había hecho aposta, sino que varios días después el delantero azulgrana continúa manteniendo la misma versión de los hechos. Alguien debería comentarle que está haciendo el ridículo y arrastrando con él la imagen de su club, que en tan buen lugar está quedando este año con sus actuaciones en el campo.

Por cierto, antes de que me tachen de partidista diré que lo mismo cabría aplicarle a Javier Clemente en su reacción ante estos hechos, pero esto ya lo expliqué en mi anterior artículo. Lo que no entiendo es esa contumacia en defender algo que se sabe que no es cierto, y lo que es peor, que todo el mundo sabe que no lo es. ¿Quijotismo? ¿Una forma de decir "aquí estoy yo"? Interesante caso para la Psicología.