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Casi todas las mañanas comparto dominó con mi amigo Juan

El marengo

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Juan Caparrós es el decano de los marengos del Rincón. El rostro, ennegrecido por los años de sol y mar, se encuentra surcado por arrugas propias de sus más de ochenta años. El cuerpo enjuto y nervoso mantiene el vigor propio de un hombre que ha trabajado duro desde que tiene uso de razón.


La carrera de marengo tenía casi siempre el mismo recorrido; apenas aprendían lo mínimo en la escuela, se arrimaban a la playa para participar en las labores de la pesca. En las costas malagueñas (siempre hablo de tiempos pasados, hoy no queda nada de esto) salvo que se trabajara en barcos de altura o se enrolaran en traíñas con base en los puertos de la zona, el marinero se transformaba en marengo. Salía en las bacas o sardinales (a vela y remo) al atardecer y volvía por la mañana con el “botín” pescado. Cuando no había otra posibilidad –que era casi siempre- se dedicaban a sembrar el rebalaje de copos y boliches que suministraban de prima o de alba los chanquetes, jureles y boquerones que surtían a los merenderos así como a las amas de casa que compraban sus ranchos en el boliche directamente.


Mi amigo Juan, que vivía en las casillas del barrio de pescadores junto a un montón de viejos amigos con los que compartí el copo y la tralla, siguió la tradición. Después de “iniciar la carrera” en la playa como tantos otros, sirvió en la marina, allá por las islas afortunadas, estuvo enrolado en un montón de barcos de pesca en los caladeros atlánticos y mediterráneos y, finalmente, consiguió hacerse de un pequeño pesquero: “el Bambi”, con el que colmó sus deseos como patrón. Se jubiló y vive esta última y hermosa etapa junto a la mar. Cada mañana camina varios kilómetros por la orilla para recobrar el salitre que pueda haber perdido al cruzar la carretera.


Mi buena noticia de hoy es que mi amigo Juan, entre otros marengos rinconeros jubilados, ha recibido un merecido homenaje con motivo de la pasada festividad de la Virgen del Carmen. Les han entregado un recuerdo y han posado en una foto histórica que recoge las figuras de los últimos marengos del Rincón de la Victoria.

El marengo

Casi todas las mañanas comparto dominó con mi amigo Juan
Manuel Montes Cleries
lunes, 6 de agosto de 2018, 07:21 h (CET)

Juan Caparrós es el decano de los marengos del Rincón. El rostro, ennegrecido por los años de sol y mar, se encuentra surcado por arrugas propias de sus más de ochenta años. El cuerpo enjuto y nervoso mantiene el vigor propio de un hombre que ha trabajado duro desde que tiene uso de razón.


La carrera de marengo tenía casi siempre el mismo recorrido; apenas aprendían lo mínimo en la escuela, se arrimaban a la playa para participar en las labores de la pesca. En las costas malagueñas (siempre hablo de tiempos pasados, hoy no queda nada de esto) salvo que se trabajara en barcos de altura o se enrolaran en traíñas con base en los puertos de la zona, el marinero se transformaba en marengo. Salía en las bacas o sardinales (a vela y remo) al atardecer y volvía por la mañana con el “botín” pescado. Cuando no había otra posibilidad –que era casi siempre- se dedicaban a sembrar el rebalaje de copos y boliches que suministraban de prima o de alba los chanquetes, jureles y boquerones que surtían a los merenderos así como a las amas de casa que compraban sus ranchos en el boliche directamente.


Mi amigo Juan, que vivía en las casillas del barrio de pescadores junto a un montón de viejos amigos con los que compartí el copo y la tralla, siguió la tradición. Después de “iniciar la carrera” en la playa como tantos otros, sirvió en la marina, allá por las islas afortunadas, estuvo enrolado en un montón de barcos de pesca en los caladeros atlánticos y mediterráneos y, finalmente, consiguió hacerse de un pequeño pesquero: “el Bambi”, con el que colmó sus deseos como patrón. Se jubiló y vive esta última y hermosa etapa junto a la mar. Cada mañana camina varios kilómetros por la orilla para recobrar el salitre que pueda haber perdido al cruzar la carretera.


Mi buena noticia de hoy es que mi amigo Juan, entre otros marengos rinconeros jubilados, ha recibido un merecido homenaje con motivo de la pasada festividad de la Virgen del Carmen. Les han entregado un recuerdo y han posado en una foto histórica que recoge las figuras de los últimos marengos del Rincón de la Victoria.

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