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El PP de Casado ha dado el primer paso hacia su regeneración, pero ahora debería intentar la integración de Vox, otro partido con idénticos fines

El centro-derecha debe unirse frente a la izquierda desintegradora

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No quiero dejar de contestar a un amable lector que me recrimina que no hable de la corrupción del PP y de sus consecuencias en mis comentarios habituales. Le voy a satisfacer: porque, si usted hubiera leído otros de mis artículos de hace algún tiempo hubiera visto que sí lo hice cuando salió a relucir el caso Gürtel y, posteriormente, en otras ocasiones en las que pensé que era conveniente recordarlo. También le diré, y parece que su memoria selectiva no le permite recordarlo, que critiqué con especial dureza lo de los ERE fraudulentos que se produjeron en Andalucía, alabando sin cortarme un pelo, la buena labor de la jueza Alaya y la extraña, inoportuna, incomprensible y dudosamente aceptable retirada de la juez del caso, cuando ya tenía imputados a más de 160 de los presuntos beneficiados de aquel gran fraude a la Seguridad Social y a los trabajadores de las empresas afectadas por aquellas medidas extraordinarias. Si quiero hacerle notar la distinta vara de medir de la prensa (mayoritariamente controlada por los partidos de izquierdas) con respecto al primer caso que afectaba al PP, donde sin duda alguna han venido cargando las tintas con inusual insistencias, en contraste con la forma esporádica, poco destacada, favorable a los implicados, a los que apenas se ha molestado en citar, desde que saltó este caso a la palestra en el que estaba afectada directamente la Junta de Andalucía.


Lo que sucede, amigo mío, es que esta excusa o esta argumentación ya no les va a servir más para atacar a la nueva dirección del PP porque, precisamente, el señor Casado y todo sus equipo ya no tienen nada que ver con aquellos desagradables sucesos de corrupción y están en condiciones de afrontar el futuro limpios de polvo y paja, algo que no se puede decir de todos los partidos. Ya se sabe que la Justicia, muy “oportunamente” por cierto, ha vuelto a sacar el caso de los master del señor Casado, precisamente coincidiendo con la elección, como presidente del PP, de don Pablo Casado. Sin embargo, parece que existen sólidos argumentos para que los documentos que alguien está intentando utilizar en contra suya y no aparecen en la Universidad, no tengan por qué estar guardados en sus archivos ya que, esta obligación, se reduce, según sus normas internas, a conservarlos durante seis años y el master realizado por el señor Casado se llevó a cabo hace ya diez años. Claro que, un PP regenerado cuando ya muchos lo daban por muerto, es algo que les remueve las tripas a muchos que desearían que España se convirtiera en otra Venezuela o en un reino de Taifas, según la “genial” idea del señor Sánchez de intentar la federalización del país.


Y recapitulando sobre la buena noticia de la elección del nuevo presidente del PP, creo que ha llegado el momento en que, el partido del señor Sandoval, Ortega Lara, Cabanas, Garriga etc. se plantee su futuro, dado que es obvio que la mayoría de prioridades que se marcó la nueva formación de derechas y que dieron lugar a la escisión de un grupo importante de votantes del PP que se inscribieron en la nueva formación; con la llegada del nuevo presidente, señor Casado, y su programa regenerativo del partido, para que recobre los valores y las iniciativas que fueron santo y seña de Alianza Popular y del PP hasta la llegada del equipo de Rajoy, entendemos que sería preciso que hicieran una profunda reflexión respecto al papel que le corresponde a su partido en el futuro, una vez que su alma mater, el PP, parece decidido a dar el viraje que tantos españoles votantes suyos veníamos reclamando desde que la cuestión catalana nos puso sobre aviso del rumbo equivocado que Rajoy y Santamaría habían emprendido con respecto al naciente y, cada vez más amenazante, separatismo catalán.


De lo que no hay duda es de que, el PP, ha entrado de nuevo en un nuevo ciclo que ha conseguido despertar la confianza y la ilusión,, en todos aquellos que ya habíamos perdido la esperanza de que se volviera a los principios, valores, tradiciones y objetivos de los que nunca, por simples motivos de cálculo electoral, sus anteriores dirigentes se debieron dejar arrastrar, con el desagradable resultado de convertir al PP en un partido laicizado y permisivo con una serie de medidas implantadas por las izquierdas, con las que nunca ni bajo ningún concepto debieron transigir.


Conviene también hacer referencia al comportamiento de la señora Sáez de Santamaría después de la gran decepción que le supuso contemplar cómo el castillo de naipes que se había imaginado en su mente, se le desmoronaba a sus pies con la aplastante victoria de su rival en las urnas. Contrastan las declaraciones que estuvo haciendo con anterioridad a las votaciones, llamando a su rival a hacer un acuerdo previo para presentar una candidatura única que, según ella, no dividiera al partido. Su comportamiento no se puede decir que haya sido el de una persona dispuesta a aceptar la victoria del contrario con deportividad, sino más bien ha sacado a relucir su mal perder, su intento de intentar desnaturalizar el proyecto innovador de Casado y, desde el interior del partido, construir una red de adictos a su persona, desde la cual poder dinamitar aquellas decisiones de su rival que ella no aprobara.


Lo que parece que no ha tenido en cuenta, la ex vicepresidenta, es que la naturaleza humana no entiende de determinadas fidelidades, cuando la persona a la que se le deben ha fracasado en su intento de hacerse con el poder. Ella, que es tan lista, parece que no ha entendido debidamente la volubilidad de las personas. No ha sabido distinguir entre peloteo de subordinados o de aquellos que apostaron por ella pensando que ganaría y que ello los situaría en el bando de los vencedores, con lo que sería una adhesión inquebrantable a su persona que, en cualquier caso perduraría fuere cual fuere el resultado de las votaciones. No ha ocurrido lo que ella pensaba que sucedería y no ha tardado muchos días en que se produjeran los goteos de entre sus adictos para instalarse en el bando ganador, salvando del naufragio todo lo que han podido, dejándose ganar por la benevolencia del vencedor.


Es evidente que, al señor Pablo Casado, le espera, ahora que ha pasado la primera oleada de parabienes y felicitaciones, una ardua tarea de reconstrucción de una partido que acaba de salir de un verdadero tsunami de corrupción, del que pocos de la vieja guardia han salido ilesos (si no como delincuentes, al menos como directivos con la obligación de “in vigilando”) y, la mayoría de ellos, bastante tocados por haber permanecidos ciegos a algo que, al parecer, era evidente. La reconstrucción de las distintas directivas autonómicas, municipales o incluso locales, significará un gran esfuerzo de logística y una entrega sacrificada de las personas a las que se les encomiende este trabajo de actualización y limpieza de cada delegación.


Aunque ya parece que, en VOX, se están preparando para las elecciones de Mayo es evidente que sus posibilidades de obtener unos resultados mínimos que les permitan mostrarse satisfechos o, al menos, con los suficientes votos para poder justificar su propia existencia y los gastos que todas estas aventuras suponen, cuando el número de afiliaciones no resulta ser aquel con el que se había contado. Es obvio que, la sinergia resultante de unir las fuerzas de ambas formaciones, teniendo en cuenta el efecto positivo del cambio de presidencia y la ilusión que las propuestas del señor Casado ha despertado en todos aquellos que nunca pensaron que llegara este momento de regresar a sus raíces; va a generar un clímax propicio a una remontada, algo que puede quedar potenciado por la difícil situación en la que se encuentra el PSOE, en el que ya le están empezando a fallar aquellos apoyos que, a base de cesiones, consiguió de los comunistas y separatistas para que tuviera éxito la moción de censura que desbancó al PP del gobierno de la nación.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, desde nuestra situación de meros ciudadanos que ven el panorama político de España en un grave trance de descomposición de sus instituciones, desprecio por las leyes, puesta en cuestión de las decisiones de los tribunales y graves ataques por parte del separatismo a la unidad de la nación, todo ello motivado por un gobierno débil y basado en promesas que sabe que no va a poder cumplir, pero que le ayudan a alcanzar su meta que consiste en poder llegar vivo al final de esta legislatura. España, no obstante, no se merece que unos cuantos politicastros, para mantenerse en el poder, la conduzca de nuevo a la situación en la que la dejó zapatero a finales del 2011: arruinada y a punto de tener que ser rescatada por los famosos hombres de negro. A ello estaremos abocados si no espabilamos.

El centro-derecha debe unirse frente a la izquierda desintegradora

El PP de Casado ha dado el primer paso hacia su regeneración, pero ahora debería intentar la integración de Vox, otro partido con idénticos fines
Miguel Massanet
domingo, 29 de julio de 2018, 11:00 h (CET)

No quiero dejar de contestar a un amable lector que me recrimina que no hable de la corrupción del PP y de sus consecuencias en mis comentarios habituales. Le voy a satisfacer: porque, si usted hubiera leído otros de mis artículos de hace algún tiempo hubiera visto que sí lo hice cuando salió a relucir el caso Gürtel y, posteriormente, en otras ocasiones en las que pensé que era conveniente recordarlo. También le diré, y parece que su memoria selectiva no le permite recordarlo, que critiqué con especial dureza lo de los ERE fraudulentos que se produjeron en Andalucía, alabando sin cortarme un pelo, la buena labor de la jueza Alaya y la extraña, inoportuna, incomprensible y dudosamente aceptable retirada de la juez del caso, cuando ya tenía imputados a más de 160 de los presuntos beneficiados de aquel gran fraude a la Seguridad Social y a los trabajadores de las empresas afectadas por aquellas medidas extraordinarias. Si quiero hacerle notar la distinta vara de medir de la prensa (mayoritariamente controlada por los partidos de izquierdas) con respecto al primer caso que afectaba al PP, donde sin duda alguna han venido cargando las tintas con inusual insistencias, en contraste con la forma esporádica, poco destacada, favorable a los implicados, a los que apenas se ha molestado en citar, desde que saltó este caso a la palestra en el que estaba afectada directamente la Junta de Andalucía.


Lo que sucede, amigo mío, es que esta excusa o esta argumentación ya no les va a servir más para atacar a la nueva dirección del PP porque, precisamente, el señor Casado y todo sus equipo ya no tienen nada que ver con aquellos desagradables sucesos de corrupción y están en condiciones de afrontar el futuro limpios de polvo y paja, algo que no se puede decir de todos los partidos. Ya se sabe que la Justicia, muy “oportunamente” por cierto, ha vuelto a sacar el caso de los master del señor Casado, precisamente coincidiendo con la elección, como presidente del PP, de don Pablo Casado. Sin embargo, parece que existen sólidos argumentos para que los documentos que alguien está intentando utilizar en contra suya y no aparecen en la Universidad, no tengan por qué estar guardados en sus archivos ya que, esta obligación, se reduce, según sus normas internas, a conservarlos durante seis años y el master realizado por el señor Casado se llevó a cabo hace ya diez años. Claro que, un PP regenerado cuando ya muchos lo daban por muerto, es algo que les remueve las tripas a muchos que desearían que España se convirtiera en otra Venezuela o en un reino de Taifas, según la “genial” idea del señor Sánchez de intentar la federalización del país.


Y recapitulando sobre la buena noticia de la elección del nuevo presidente del PP, creo que ha llegado el momento en que, el partido del señor Sandoval, Ortega Lara, Cabanas, Garriga etc. se plantee su futuro, dado que es obvio que la mayoría de prioridades que se marcó la nueva formación de derechas y que dieron lugar a la escisión de un grupo importante de votantes del PP que se inscribieron en la nueva formación; con la llegada del nuevo presidente, señor Casado, y su programa regenerativo del partido, para que recobre los valores y las iniciativas que fueron santo y seña de Alianza Popular y del PP hasta la llegada del equipo de Rajoy, entendemos que sería preciso que hicieran una profunda reflexión respecto al papel que le corresponde a su partido en el futuro, una vez que su alma mater, el PP, parece decidido a dar el viraje que tantos españoles votantes suyos veníamos reclamando desde que la cuestión catalana nos puso sobre aviso del rumbo equivocado que Rajoy y Santamaría habían emprendido con respecto al naciente y, cada vez más amenazante, separatismo catalán.


De lo que no hay duda es de que, el PP, ha entrado de nuevo en un nuevo ciclo que ha conseguido despertar la confianza y la ilusión,, en todos aquellos que ya habíamos perdido la esperanza de que se volviera a los principios, valores, tradiciones y objetivos de los que nunca, por simples motivos de cálculo electoral, sus anteriores dirigentes se debieron dejar arrastrar, con el desagradable resultado de convertir al PP en un partido laicizado y permisivo con una serie de medidas implantadas por las izquierdas, con las que nunca ni bajo ningún concepto debieron transigir.


Conviene también hacer referencia al comportamiento de la señora Sáez de Santamaría después de la gran decepción que le supuso contemplar cómo el castillo de naipes que se había imaginado en su mente, se le desmoronaba a sus pies con la aplastante victoria de su rival en las urnas. Contrastan las declaraciones que estuvo haciendo con anterioridad a las votaciones, llamando a su rival a hacer un acuerdo previo para presentar una candidatura única que, según ella, no dividiera al partido. Su comportamiento no se puede decir que haya sido el de una persona dispuesta a aceptar la victoria del contrario con deportividad, sino más bien ha sacado a relucir su mal perder, su intento de intentar desnaturalizar el proyecto innovador de Casado y, desde el interior del partido, construir una red de adictos a su persona, desde la cual poder dinamitar aquellas decisiones de su rival que ella no aprobara.


Lo que parece que no ha tenido en cuenta, la ex vicepresidenta, es que la naturaleza humana no entiende de determinadas fidelidades, cuando la persona a la que se le deben ha fracasado en su intento de hacerse con el poder. Ella, que es tan lista, parece que no ha entendido debidamente la volubilidad de las personas. No ha sabido distinguir entre peloteo de subordinados o de aquellos que apostaron por ella pensando que ganaría y que ello los situaría en el bando de los vencedores, con lo que sería una adhesión inquebrantable a su persona que, en cualquier caso perduraría fuere cual fuere el resultado de las votaciones. No ha ocurrido lo que ella pensaba que sucedería y no ha tardado muchos días en que se produjeran los goteos de entre sus adictos para instalarse en el bando ganador, salvando del naufragio todo lo que han podido, dejándose ganar por la benevolencia del vencedor.


Es evidente que, al señor Pablo Casado, le espera, ahora que ha pasado la primera oleada de parabienes y felicitaciones, una ardua tarea de reconstrucción de una partido que acaba de salir de un verdadero tsunami de corrupción, del que pocos de la vieja guardia han salido ilesos (si no como delincuentes, al menos como directivos con la obligación de “in vigilando”) y, la mayoría de ellos, bastante tocados por haber permanecidos ciegos a algo que, al parecer, era evidente. La reconstrucción de las distintas directivas autonómicas, municipales o incluso locales, significará un gran esfuerzo de logística y una entrega sacrificada de las personas a las que se les encomiende este trabajo de actualización y limpieza de cada delegación.


Aunque ya parece que, en VOX, se están preparando para las elecciones de Mayo es evidente que sus posibilidades de obtener unos resultados mínimos que les permitan mostrarse satisfechos o, al menos, con los suficientes votos para poder justificar su propia existencia y los gastos que todas estas aventuras suponen, cuando el número de afiliaciones no resulta ser aquel con el que se había contado. Es obvio que, la sinergia resultante de unir las fuerzas de ambas formaciones, teniendo en cuenta el efecto positivo del cambio de presidencia y la ilusión que las propuestas del señor Casado ha despertado en todos aquellos que nunca pensaron que llegara este momento de regresar a sus raíces; va a generar un clímax propicio a una remontada, algo que puede quedar potenciado por la difícil situación en la que se encuentra el PSOE, en el que ya le están empezando a fallar aquellos apoyos que, a base de cesiones, consiguió de los comunistas y separatistas para que tuviera éxito la moción de censura que desbancó al PP del gobierno de la nación.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, desde nuestra situación de meros ciudadanos que ven el panorama político de España en un grave trance de descomposición de sus instituciones, desprecio por las leyes, puesta en cuestión de las decisiones de los tribunales y graves ataques por parte del separatismo a la unidad de la nación, todo ello motivado por un gobierno débil y basado en promesas que sabe que no va a poder cumplir, pero que le ayudan a alcanzar su meta que consiste en poder llegar vivo al final de esta legislatura. España, no obstante, no se merece que unos cuantos politicastros, para mantenerse en el poder, la conduzca de nuevo a la situación en la que la dejó zapatero a finales del 2011: arruinada y a punto de tener que ser rescatada por los famosos hombres de negro. A ello estaremos abocados si no espabilamos.

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