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Donde P.Sánchez hace política social aumentando impuestos

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Los milagros de los socialistas siempre acaban perjudicando a aquellos a los que pretenden ayudar: el pueblo español.


Sería absurdo sorprenderse de que el señor Sánchez faltase a la verdad, de que después de haber prometido que cuando llegara al poder en España inmediatamente convocaría elecciones o que no les subiría los impuestos a los ciudadanos; porque este señor es un verdadero mago en esto de ocultar sus verdaderas intenciones, algo que ha venido haciendo desde que consiguió que lo nombrasen secretario general del PSOE. La realidad ha demostrado que es práctica común, en todos aquellos que se promocionan para cargos públicos, el hacer grande promesas, el mostrarse muy cercanos al pueblo y el utilizar todos aquellos trucos que saben que pueden encandilar a aquellos bobalicones (no se los puede calificar de otra manera) que siguen cayendo en las mismas trampas cada vez que se dejan convencer con similares argumentos para seguir votando a aquellos que les han hecho ofertas de mejora de condiciones económicas que, cuando alcanzan el poder, casi nunca se llegan a plasmarse en realidades sino, más bien, en decepcionantes desengaños.


Si alguien hubiera pensado que, el señor Sánchez o sus ministros, iban a conseguir llevar a término todos sus planes sociales con los actuales PGE, heredados de sus adversarios el PP, y que han sido incapaces de mejorar a pesar de haberse opuesto a ellos cuando fueron presentados en las Cortes aunque, paradójicamente, cuando fueron rechazados por el Senado, por los mismos que los habían presentado a la aprobación de la Cámara Baja, en un juego de malabarismo político fueron los mismo socialistas los que se opusieron a su modificación. Curiosidades y contradicciones de la política española de los últimos años.


Lo cierto es que, a los pocos días de haberse hecho con el gobierno de España, de haber jugado al juego del escondite, amagando y prometiendo bajo mano a quienes los apoyaran para la moción de censura en contra del PP; aparte de que han salido a relucir todas las facturas que han tenido que pagar, por el apoyo recibido, a los nacionalistas vascos y catalanes y a los comunista bolivarianos de Podemos, sin importarles el descrédito que ha representado para el PSOE el haber tenido que recurrir a un “decretazo” para darles, al señor Pablo Iglesias y compañía, el control de RT1; hemos conocido, por las noticias de la prensa escrita y las TV, la novedad, por otra parte previsible, de que sin apoyo económico los proyectos de subvenciones, de sustentos a sus compañeros de ideología, las mejoras a ciertos grupos afines y la puesta en marcha de todo el proyecto de cambio que parecen dispuestos a poner en práctica, aun sabiendo que ello va a tener sus consecuencias en el endeudamiento del país, en su déficit público y, posiblemente en sus relaciones con Bruselas, que sigue atentamente la evolución que las izquierdas le están imprimiendo a nuestro país, cuando parece que han decidido dar un giro brusco a la política que le había imprimido el anterior gobierno del PP y que tan buenos resultados le dio, en orden a mejorar la situación de nuestras empresas, la industria, el empleo y nuestras relaciones internaciones que, entre otros objetivos, consiguió que los inversores foráneos volvieran a confiar en nosotros y volcaran sus inversiones otra vez en nuestros valores. La señora ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha amanecido con la noticia de que van a crear unos nuevos impuestos que, como es evidente que sucede cuando se produce un lance semejante, van a producir un empobrecimiento de la población española aunque, aparentemente, y parece que esta es la imagen que quieren dar ante el pueblo, van a ir dirigidos a la banca, sobre la cual se está estudiando un impuesto ( novedoso según las palabras de la ministra) al parecer destinado a financiar el gran agujero de la Seguridad Social; también se habla de un tipo mínimo del 15% en el impuesto de Sociedades, de modo que ninguna empresa pueda gozar de descuentos que pudieran hacer que su cotización a Hacienda pudiera ser inferior al 15% de sus beneficios. La ministra también ha reconocido que están trabajando sobre una vieja ambición de la izquierda de poner en marcha un impuesto medioambiental con el objetivo de gravar los “productos contaminantes”. Como la mayoría de ellos, son impuestos nuevos y, la ministra, ya ha anunciado que su intención es llevar los proyectos de Ley al Congreso con el objetivo de que entren en vigor en el 2019.


Ello nos lleva a una consideración que no creemos que sea gratuita. ¿Unas leyes para que entren en vigor en el 2019, es decir, durante el año previo a las elecciones y no, como es habitual que se promuevan, cuando hay cambios de Gobierno, durante la primera parte de la legislatura, a fin de que haya tiempo para comprobar sus efectos, no puede sino considerarse como una pretensión exagerada y, seguramente, más de cara a la galería que con la intención de sacarles provecho? En primer lugar, estos señores cuentan con apenas 84 escaños en el Parlamento y deben conseguir que todo es resto de partidos de las izquierdas y separatistas voten a favor para lograr que salgan aprobados, después de pasar por el Senado, donde lo más seguro es que vayan a salir rechazados. En segundo lugar, los efectos del nuevo mínimo sobre el IS, en todo caso se producirían en las declaraciones del 2020, cuando es posible que pudieran gobernar otros partidos que, quizá, no estuvieran de acuerdos con ellos y decidieran derogar las leyes y, en tercer lugar y quizá ello sea lo más importante: ¿Acaso las consecuencias de estos nuevos impuestos y del IS que se han sacado de la manga, piensan estos que nos gobiernan ahora que no van a tener efecto sobre el resto de ciudadanos que, forzosamente, van a estar obligados a pasar por las Orcas Caudinas de operar a través de la banca que, como es natural, no va a quedarse de brazos cruzados a la hora de repercutir, los nuevos impuestos que se les impongan, sobre las operaciones de sus clientes que, como es habitual que suceda, serán los que finalmente paguen las consecuencias del encarecimiento de los servicios bancarios.


Como siempre ocurre, todas las mejoras sociales (aumento de días de permiso a los padres, sanidad para todos los visitantes e inmigrantes, con papeles o sin ellos, aumento de las pensiones de acuerdo con el aumento del IPC del año, etc.) que parece que van a ser un beneficio para la ciudadanía acaban, cuando se contempla los resultados finales, por diluirse y quedar en nada, ya que lo conseguido por una parte es el mismo Estado quien te lo retiene por la otra y cualquier mejora que tenga que ser sufragada con más cargas o impuestos o retenciones, siempre acaba por convertirse en un mero placebo hacia el ciudadano que, si no es capaz de analizar detenidamente todo el recorrido de los impuestos, directos e indirectos, puede llegar a creerse que, en realidad ha salido beneficiado aunque, a la postre, el dinero que pase por sus manos, de una forma u otra, acaba siendo el mismo o muy parecido. También los carburantes, en este caso el diésel, un combustible que forma parte del coste de la mayoría de trasportistas españoles, de las calefacciones doméstica y utilizado en numerosas industrias, parece que también ha sido el objetivo de esta nueva ola de aumentos que se nos anuncian que se van a producir, en un intento de reducir el diferencial de precio existente con el resto de combustibles líquidos. En cuanto a la tasa Google parece ser que este impuesto se aplicaría a empresas con un "elevado" nivel de ingresos, pero el texto no las define con cifras, y será exclusivo para compañías que ofrezcan servicios digitales, "los más difíciles de capturar" por los sistemas tributarios. Es evidente que se va a tratar de un sistema harto complejo y hará falta ver cómo se lo van a tomar estas grandes empresas de servicios digitales.


Es evidente que la sombra del señor Montoro (seguramente hubiera tenido más éxito si hubiera militado en las filas socialistas) no se ha difuminado con la desaparición del gobierno del PP, ya que muchos de estos nuevos impuestos que ahora maneja la nueva ministra de Hacienda del PSOE, la señora Montero (qué curiosa coincidencia, apenas los apellidos de ambos políticos se diferencias en una sola vocal) como proyectos de los socialistas que, por mucho que nos cueste admitirlo, fueron ideas de nuestro anterior ministro de Economía, al cual seguramente le deberemos “agradecer” que les dejara una gran parte del “trabajo” hecho para que ahora sean sus rivales, los socialistas, los que se aprovechen de sus ideas.


O así es como, señores, desde la óptica de un simple ciudadano de a pie, hemos llegado a la nada agradable conclusión de que estamos atrapados en un cepo del que no sabemos quién será capaz de sacarnos: los socialistas del señor Sánchez junto a los nacionalistas catalanes y vascos por una parte y, desgraciadamente para toda la derecha española, por la posibilidad de que, pese a ser la más evidente segunda parte de lo que fue el señor Rajoy en el aspecto político y de relaciones con los separatismos, tenemos grandes posibilidades de que, la falta de perspectiva de muchos de los votantes del PP, su poco conocimiento del problema catalán y este miedo cerval de algunos a enfrentarse con la realidad, por dura que sea, ha vuelto a situar a la señora Sáez de Santamaría en el ojo del huracán, sin percatarse que, si llega ella a la presidencia del PP, será una mera continuista ( nunca segundas partes fueron buenas) de lo que ha sido la política errónea y pusilánime de don Mariano durante los dos últimos años de su presidencia. Mucho tememos que, con la señora Sáez de Santamaría al frente del PP, las posibilidades de una reforma del partido y de una recuperación rápida, de modo que pudiera estar en condiciones de enfrentarse al PSOE en las legislativas (las autonómicas y municipales, ya se dan por perdidas) del 2020, serán prácticamente nulas; dándose por descontado que, la sangría de votantes que se ha venido produciendo hasta ahora, en lugar de restañarse va a ser cada vez mayor.

Donde P.Sánchez hace política social aumentando impuestos

Miguel Massanet
sábado, 7 de julio de 2018, 07:56 h (CET)

Los milagros de los socialistas siempre acaban perjudicando a aquellos a los que pretenden ayudar: el pueblo español.


Sería absurdo sorprenderse de que el señor Sánchez faltase a la verdad, de que después de haber prometido que cuando llegara al poder en España inmediatamente convocaría elecciones o que no les subiría los impuestos a los ciudadanos; porque este señor es un verdadero mago en esto de ocultar sus verdaderas intenciones, algo que ha venido haciendo desde que consiguió que lo nombrasen secretario general del PSOE. La realidad ha demostrado que es práctica común, en todos aquellos que se promocionan para cargos públicos, el hacer grande promesas, el mostrarse muy cercanos al pueblo y el utilizar todos aquellos trucos que saben que pueden encandilar a aquellos bobalicones (no se los puede calificar de otra manera) que siguen cayendo en las mismas trampas cada vez que se dejan convencer con similares argumentos para seguir votando a aquellos que les han hecho ofertas de mejora de condiciones económicas que, cuando alcanzan el poder, casi nunca se llegan a plasmarse en realidades sino, más bien, en decepcionantes desengaños.


Si alguien hubiera pensado que, el señor Sánchez o sus ministros, iban a conseguir llevar a término todos sus planes sociales con los actuales PGE, heredados de sus adversarios el PP, y que han sido incapaces de mejorar a pesar de haberse opuesto a ellos cuando fueron presentados en las Cortes aunque, paradójicamente, cuando fueron rechazados por el Senado, por los mismos que los habían presentado a la aprobación de la Cámara Baja, en un juego de malabarismo político fueron los mismo socialistas los que se opusieron a su modificación. Curiosidades y contradicciones de la política española de los últimos años.


Lo cierto es que, a los pocos días de haberse hecho con el gobierno de España, de haber jugado al juego del escondite, amagando y prometiendo bajo mano a quienes los apoyaran para la moción de censura en contra del PP; aparte de que han salido a relucir todas las facturas que han tenido que pagar, por el apoyo recibido, a los nacionalistas vascos y catalanes y a los comunista bolivarianos de Podemos, sin importarles el descrédito que ha representado para el PSOE el haber tenido que recurrir a un “decretazo” para darles, al señor Pablo Iglesias y compañía, el control de RT1; hemos conocido, por las noticias de la prensa escrita y las TV, la novedad, por otra parte previsible, de que sin apoyo económico los proyectos de subvenciones, de sustentos a sus compañeros de ideología, las mejoras a ciertos grupos afines y la puesta en marcha de todo el proyecto de cambio que parecen dispuestos a poner en práctica, aun sabiendo que ello va a tener sus consecuencias en el endeudamiento del país, en su déficit público y, posiblemente en sus relaciones con Bruselas, que sigue atentamente la evolución que las izquierdas le están imprimiendo a nuestro país, cuando parece que han decidido dar un giro brusco a la política que le había imprimido el anterior gobierno del PP y que tan buenos resultados le dio, en orden a mejorar la situación de nuestras empresas, la industria, el empleo y nuestras relaciones internaciones que, entre otros objetivos, consiguió que los inversores foráneos volvieran a confiar en nosotros y volcaran sus inversiones otra vez en nuestros valores. La señora ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha amanecido con la noticia de que van a crear unos nuevos impuestos que, como es evidente que sucede cuando se produce un lance semejante, van a producir un empobrecimiento de la población española aunque, aparentemente, y parece que esta es la imagen que quieren dar ante el pueblo, van a ir dirigidos a la banca, sobre la cual se está estudiando un impuesto ( novedoso según las palabras de la ministra) al parecer destinado a financiar el gran agujero de la Seguridad Social; también se habla de un tipo mínimo del 15% en el impuesto de Sociedades, de modo que ninguna empresa pueda gozar de descuentos que pudieran hacer que su cotización a Hacienda pudiera ser inferior al 15% de sus beneficios. La ministra también ha reconocido que están trabajando sobre una vieja ambición de la izquierda de poner en marcha un impuesto medioambiental con el objetivo de gravar los “productos contaminantes”. Como la mayoría de ellos, son impuestos nuevos y, la ministra, ya ha anunciado que su intención es llevar los proyectos de Ley al Congreso con el objetivo de que entren en vigor en el 2019.


Ello nos lleva a una consideración que no creemos que sea gratuita. ¿Unas leyes para que entren en vigor en el 2019, es decir, durante el año previo a las elecciones y no, como es habitual que se promuevan, cuando hay cambios de Gobierno, durante la primera parte de la legislatura, a fin de que haya tiempo para comprobar sus efectos, no puede sino considerarse como una pretensión exagerada y, seguramente, más de cara a la galería que con la intención de sacarles provecho? En primer lugar, estos señores cuentan con apenas 84 escaños en el Parlamento y deben conseguir que todo es resto de partidos de las izquierdas y separatistas voten a favor para lograr que salgan aprobados, después de pasar por el Senado, donde lo más seguro es que vayan a salir rechazados. En segundo lugar, los efectos del nuevo mínimo sobre el IS, en todo caso se producirían en las declaraciones del 2020, cuando es posible que pudieran gobernar otros partidos que, quizá, no estuvieran de acuerdos con ellos y decidieran derogar las leyes y, en tercer lugar y quizá ello sea lo más importante: ¿Acaso las consecuencias de estos nuevos impuestos y del IS que se han sacado de la manga, piensan estos que nos gobiernan ahora que no van a tener efecto sobre el resto de ciudadanos que, forzosamente, van a estar obligados a pasar por las Orcas Caudinas de operar a través de la banca que, como es natural, no va a quedarse de brazos cruzados a la hora de repercutir, los nuevos impuestos que se les impongan, sobre las operaciones de sus clientes que, como es habitual que suceda, serán los que finalmente paguen las consecuencias del encarecimiento de los servicios bancarios.


Como siempre ocurre, todas las mejoras sociales (aumento de días de permiso a los padres, sanidad para todos los visitantes e inmigrantes, con papeles o sin ellos, aumento de las pensiones de acuerdo con el aumento del IPC del año, etc.) que parece que van a ser un beneficio para la ciudadanía acaban, cuando se contempla los resultados finales, por diluirse y quedar en nada, ya que lo conseguido por una parte es el mismo Estado quien te lo retiene por la otra y cualquier mejora que tenga que ser sufragada con más cargas o impuestos o retenciones, siempre acaba por convertirse en un mero placebo hacia el ciudadano que, si no es capaz de analizar detenidamente todo el recorrido de los impuestos, directos e indirectos, puede llegar a creerse que, en realidad ha salido beneficiado aunque, a la postre, el dinero que pase por sus manos, de una forma u otra, acaba siendo el mismo o muy parecido. También los carburantes, en este caso el diésel, un combustible que forma parte del coste de la mayoría de trasportistas españoles, de las calefacciones doméstica y utilizado en numerosas industrias, parece que también ha sido el objetivo de esta nueva ola de aumentos que se nos anuncian que se van a producir, en un intento de reducir el diferencial de precio existente con el resto de combustibles líquidos. En cuanto a la tasa Google parece ser que este impuesto se aplicaría a empresas con un "elevado" nivel de ingresos, pero el texto no las define con cifras, y será exclusivo para compañías que ofrezcan servicios digitales, "los más difíciles de capturar" por los sistemas tributarios. Es evidente que se va a tratar de un sistema harto complejo y hará falta ver cómo se lo van a tomar estas grandes empresas de servicios digitales.


Es evidente que la sombra del señor Montoro (seguramente hubiera tenido más éxito si hubiera militado en las filas socialistas) no se ha difuminado con la desaparición del gobierno del PP, ya que muchos de estos nuevos impuestos que ahora maneja la nueva ministra de Hacienda del PSOE, la señora Montero (qué curiosa coincidencia, apenas los apellidos de ambos políticos se diferencias en una sola vocal) como proyectos de los socialistas que, por mucho que nos cueste admitirlo, fueron ideas de nuestro anterior ministro de Economía, al cual seguramente le deberemos “agradecer” que les dejara una gran parte del “trabajo” hecho para que ahora sean sus rivales, los socialistas, los que se aprovechen de sus ideas.


O así es como, señores, desde la óptica de un simple ciudadano de a pie, hemos llegado a la nada agradable conclusión de que estamos atrapados en un cepo del que no sabemos quién será capaz de sacarnos: los socialistas del señor Sánchez junto a los nacionalistas catalanes y vascos por una parte y, desgraciadamente para toda la derecha española, por la posibilidad de que, pese a ser la más evidente segunda parte de lo que fue el señor Rajoy en el aspecto político y de relaciones con los separatismos, tenemos grandes posibilidades de que, la falta de perspectiva de muchos de los votantes del PP, su poco conocimiento del problema catalán y este miedo cerval de algunos a enfrentarse con la realidad, por dura que sea, ha vuelto a situar a la señora Sáez de Santamaría en el ojo del huracán, sin percatarse que, si llega ella a la presidencia del PP, será una mera continuista ( nunca segundas partes fueron buenas) de lo que ha sido la política errónea y pusilánime de don Mariano durante los dos últimos años de su presidencia. Mucho tememos que, con la señora Sáez de Santamaría al frente del PP, las posibilidades de una reforma del partido y de una recuperación rápida, de modo que pudiera estar en condiciones de enfrentarse al PSOE en las legislativas (las autonómicas y municipales, ya se dan por perdidas) del 2020, serán prácticamente nulas; dándose por descontado que, la sangría de votantes que se ha venido produciendo hasta ahora, en lugar de restañarse va a ser cada vez mayor.

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