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Las minorías separatistas pretenden acabar con la España constitucional

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No han tardado las huestes socialistas del gobierno del señor P.Sánchez en entrar a saco con todo aquello que, de alguna manera, habían conseguido los miembros del minoritario gobierno de don Mariano Rajoy, en su tímida respuesta a los embates soberanistas iniciados por los catalanes y seguidos a distancia, con suma prudencia, pero sin perder puntada, por los no menos fanáticos y convencidos abertzales del señor Urkullu que, con más astucia pero no menos pasión que sus colegas catalanes, no quieren estar tan lejos de ellos como para renunciar a las conquistas, muchas o pocas, que éstos pudieran conseguir del Estado español, pero cuidándose de no estar tan cerca para el caso de que, un fracaso del independentismo catalán, les pudiera afectar negativamente a ellos también.


La V columna separatista incrustada en el nuevo gobierno del señor Sánchez, la “activa”, “resabiada” y partidaria de un estado catalán independiente, la ministra neófita Meritxell Batet, no ha tardado en mostrase decididamente partidaria de un acercamiento a los planteamientos catalanistas, sin tomarse la molestia de disimularlo. Empezó hablando de una reunión de “gobierno con gobierno” entre señor Sánchez, presidente del Gobierno español y el señor Quim Torra, también virtual presidente de una “comunidad”, solamente esto, del reino español. Únicamente los separatistas catalanes se habían atrevido a tratar de tú a tú al Gobierno de la nación española, lo que aumenta la gravedad del desliz de la ministra y demuestra el estado de disposición del actual gobierno a pactar con los catalanes, para agradecer “sus servicios”, lo que fuere necesario para intentar conseguir lo que para ellos, sólo es disminuir la “crispación” con ellos y, para el resto de españoles que nos sentimos humillados ante una situación tan rocambolesca, no es más que un grave acto de deslealtad a la nación española.


Parece ser que, la señora Batet, ha tomado la decisión de entrar a saco con las varias impugnaciones contra medidas del Gobierno catalán, evidentemente contrarias a lo dispuesto en nuestra Constitución, interpuestas por el gobierno del PP ante el Tribunal Constitucional, todo ello con la evidente intención de la ministra, según sus propias palabras, de “reducir la conflictividad con Cataluña”. ¿Cómo casa esta actitud tan tolerante, esta postura tan negociadora o esta forma de plegarse al plan de actuación de los soberanistas catalanes, que han venido exigiendo “diálogo” sobre todos los temas incluidos, como dice el señor Tardá, el tema del “referéndum del derecho a decidir”, con la actitud valiente y favorable a la aplicación del 155, manifestada por el señor Sánchez, cuando apoyó la aplicación de aquella medida constitucional en la comunidad catalana?, ¿Qué ha sido lo que ha cambiado desde antes de la aplicación, en Cataluña, de determinados recortes a sus facultades autonómicas, apenas unas pocas, y la actual situación en la que han conseguido del Gobierno de España, gracias al apoyo de los independentistas vascos y catalanes, si es que es cierto que no les prometieron nada a cambio para conseguir dicho apoyo, que justifique este cambio de actitud del PSOE? Mejor que no les apliquen “la máquina de la verdad” no fuera que saltara hecha añicos ante tantas falsedades.

La siguiente operación, harto significativa, si como es obvio en esta ocasión los favorecidos han sido los de Podemos, una formación que ha pasado por momentos de graves conflictos internos, tanto en el caso del enfrentamiento de P.Iglesias con el señor Errejón; como ante esta actitud impensable en un directivo de un partido comunista, consistente en pretender justificar la compra de una casa enorme, de 600.000 euros, en uno de los lugares exclusivos de la comunidad madrileña, con el débil argumento de que iba a ser padre y necesitaban más espacio ¡Así se las ponían a Fernando VII! Y lo más kafquiano de todo ello: lo someten a referendo de los votantes de Podemos y, todos estos que se pasan la vida criticando a los “ricachones” que viven en moradas semejantes a la adquirida por su líder, deciden que deben hacer una excepción con el caso del señor de la coleta, porque ¡es un comunista de pro y se merece vivir en una “chabola” que cuesta 600.000 euros, sin pararse a pensar en lo contradictorio que llega a ser un dispendio semejante, cuando hay infinidad de destinos que se les podrían dar a un puñado tan grande de monedas europeas para mejorar la vida de las personas que se encuentran bajo el nivel de la pobreza y que, con tanto ahínco, todos ellos se dedican a defender, cuando critican a los burgueses de la “casta”.


Lo cierto es, y es fácil advertirlo si uno vive en Cataluña y pulsa la opinión de la ciudadanía, aquella que es partidaria de separarse de la España que los “roba” o que “ha encarcelado sin motivo a sus líderes revolucionarios” de los que piden su libertad. La verdad es que, cada día se habla menos de los exiliados en Bélgica, Alemania o Suiza, todos perfectamente instalados, con sus pagas completas y viviendo la plácida vida de aquellos cuya única ocupación es comer, divertirse y dormir (solos o acompañados, que a todo tienen derecho estos padres de la patria catalana) sabiendo que no les va a faltar el dinero que les llega puntualmente procedente de los impuestos de los ciudadanos catalanes; que aquel optimismo que invadió al soberanismo catalán a pocos días de la implantación del 155 y que, justamente cuando se aplicó esta medida excepcional, vino seguido de un bajón, un temor y un retraimiento, acompañado con el éxodo masivo de empresas que cambiaban su sede social a otras partes de España, otra vez, por extraño que pueda parecer, se puede advertir un resurgimiento de este catalanismo radical, después de que este señor, Quim Torra, un simple lacayo del señor Puigdemont, parece que ha decido emular y superar a su mentor, mostrándose más agresivo, más incontinente en su forma de expresarse, más propicio a la falta de respeto hacia las autoridades españolas y, por supuesto, más atrevido a la hora de formular sus exigencias, convencido de que él es quien está en posesión de los triunfos y de la debilidad de su interlocutor, el presidente del Gobierno, que se sabe en minoría y cuya única salvación estriba en conseguir que los separatistas lo sigan apoyando para mantenerse, al menos hasta que finalice esta legislatura, en la poltrona del Gobierno.


Cuando uno ve las encuestas que publican algunos periódicos adictos a los separatistas y contrarios al anterior gobierno del PP, respecto a que la ciudadanía se muestra más convencida de que la economía irá mejorando es posible que no hayan tenido en cuenta, por formar parte de todos estos crédulos que se tragan sin pensar en ello todo lo que les tramiten las TV o los periódicos, hoy completamente dependientes de los partidos comunistas y secesionistas, los datos que todavía no han repercutido, porque no han tenido tiempo para ello, como ha sido el caso de los magníficos datos de empleo del mes de junio que, aunque ahora se los puedan atribuir los del PSOE, es evidente que se han debido a la buena actuación de los anteriores gestores de la política de trabajo. Veremos cuando, como ya se ha venido anunciando, se proceda a cambiar la reforma laboral que llevó a cabo el PP a instancias de la CE y se les vuelva a dar carta blanca a los sindicatos para interferir en la marcha de las empresas, algo que sucedía habitualmente antes de que las mencionadas reformas se hubieran puesto en marcha.


Un botón basta como muestra. El cine catalán, del que tantas maravillas cuentan los críticos catalanes y los medios de información de la autonomía, un cine clientelar, egocéntrico, donde lo que prima es pertenecer a la casta separatista o formar parte del gremio de los progresistas antisistema. Pues bien, el barómetro más eficiente para valorar la calidad de este cine, del que tanto presumen los catalanes, no se corresponde con sus resultados económicos y con el número de asistentes a la reproducción de sus películas. En el 2017, según un periódico tan nacionalista como es La Vanguardia, la recaudación del cine catalán se redujo, pasando de 63 millones de euros en el 2016 a 37 millones, casi la mitad del año anterior, en el 2017. Se podría pensar que fue un tropiezo o que se debía al encarecimiento del IVA, no obstante este año, 2018, no parece mejorar porque la tendencia es la misma que en el año anterior. Un signo que podríamos añadir al del turismo que también ha bajado aunque los expertos lo justifican diciendo que, aunque han sido inferior en personas, se ha recaudado más; una pobre excusa porque todos sabemos que en otros tiempos todos los hoteles de Barcelona estaban rebosantes, lo que indica que la situación política que se vive en Cataluña no sirve de acicate para animar a los turistas extranjeros a que vengan a visitar a los catalanes, pensando que en tales condiciones de inseguridad, es más prudente no arriesgarse. ¡Ah! Y resulta llamativo que las nuevas autoridades autonómicas empiecen a reclamar que, las empresas que abandonaron Cataluña ante los acontecimientos que dieron lugar al 155, regresen de nuevo a sus antiguas sedes; cuando lo que sigue sucediendo es que el éxodo, puede que menos numeroso que en los tiempos de crisis total, siguen produciéndose como un cuentagotas que, en cualquier momento, si el problema sigue sin solucionarse, es muy posible que se vuelva a reproducir un segundo éxodo masivo que acabe de ponerle la puntilla a la economía de toda Cataluña.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos el convencimiento de que, en lugar de conseguir la reducción de la crispación que pretende el señor Sánchez, con su actitud de acercamiento a las posturas catalanas; mucho tememos que consiga lo que no parece haber previsto, que la crispación que pretenden calmar de entre los separatistas catalanes, se vaya reproduciendo progresivamente en el resto de ciudadanos españoles, hartos de que a los catalanes se les permita ser los que pongan en solfa el progreso de la nación española. Algún día, señores míos, alguien deberá poner remedio a un estado de cosas, que ya hace tiempo que viene amenazando con acabar con la España de la concordia y la vida apacible, para llevarnos de nuevo a aquellos momentos en que estuvimos a las puertas de tener que ser redimidos desde Europa. Ahora dudamos que quisieran hacerlo y es posible que llegue un momento en que decidan darnos la patada y nos expulsen de ella. Que nadie dude de que, si se implantan las doctrinas de Podemos, esta posibilidad puede llegar a ser del 100%.

Las minorías separatistas pretenden acabar con la España constitucional

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Miguel Massanet
viernes, 6 de julio de 2018, 01:46 h (CET)

No han tardado las huestes socialistas del gobierno del señor P.Sánchez en entrar a saco con todo aquello que, de alguna manera, habían conseguido los miembros del minoritario gobierno de don Mariano Rajoy, en su tímida respuesta a los embates soberanistas iniciados por los catalanes y seguidos a distancia, con suma prudencia, pero sin perder puntada, por los no menos fanáticos y convencidos abertzales del señor Urkullu que, con más astucia pero no menos pasión que sus colegas catalanes, no quieren estar tan lejos de ellos como para renunciar a las conquistas, muchas o pocas, que éstos pudieran conseguir del Estado español, pero cuidándose de no estar tan cerca para el caso de que, un fracaso del independentismo catalán, les pudiera afectar negativamente a ellos también.


La V columna separatista incrustada en el nuevo gobierno del señor Sánchez, la “activa”, “resabiada” y partidaria de un estado catalán independiente, la ministra neófita Meritxell Batet, no ha tardado en mostrase decididamente partidaria de un acercamiento a los planteamientos catalanistas, sin tomarse la molestia de disimularlo. Empezó hablando de una reunión de “gobierno con gobierno” entre señor Sánchez, presidente del Gobierno español y el señor Quim Torra, también virtual presidente de una “comunidad”, solamente esto, del reino español. Únicamente los separatistas catalanes se habían atrevido a tratar de tú a tú al Gobierno de la nación española, lo que aumenta la gravedad del desliz de la ministra y demuestra el estado de disposición del actual gobierno a pactar con los catalanes, para agradecer “sus servicios”, lo que fuere necesario para intentar conseguir lo que para ellos, sólo es disminuir la “crispación” con ellos y, para el resto de españoles que nos sentimos humillados ante una situación tan rocambolesca, no es más que un grave acto de deslealtad a la nación española.


Parece ser que, la señora Batet, ha tomado la decisión de entrar a saco con las varias impugnaciones contra medidas del Gobierno catalán, evidentemente contrarias a lo dispuesto en nuestra Constitución, interpuestas por el gobierno del PP ante el Tribunal Constitucional, todo ello con la evidente intención de la ministra, según sus propias palabras, de “reducir la conflictividad con Cataluña”. ¿Cómo casa esta actitud tan tolerante, esta postura tan negociadora o esta forma de plegarse al plan de actuación de los soberanistas catalanes, que han venido exigiendo “diálogo” sobre todos los temas incluidos, como dice el señor Tardá, el tema del “referéndum del derecho a decidir”, con la actitud valiente y favorable a la aplicación del 155, manifestada por el señor Sánchez, cuando apoyó la aplicación de aquella medida constitucional en la comunidad catalana?, ¿Qué ha sido lo que ha cambiado desde antes de la aplicación, en Cataluña, de determinados recortes a sus facultades autonómicas, apenas unas pocas, y la actual situación en la que han conseguido del Gobierno de España, gracias al apoyo de los independentistas vascos y catalanes, si es que es cierto que no les prometieron nada a cambio para conseguir dicho apoyo, que justifique este cambio de actitud del PSOE? Mejor que no les apliquen “la máquina de la verdad” no fuera que saltara hecha añicos ante tantas falsedades.

La siguiente operación, harto significativa, si como es obvio en esta ocasión los favorecidos han sido los de Podemos, una formación que ha pasado por momentos de graves conflictos internos, tanto en el caso del enfrentamiento de P.Iglesias con el señor Errejón; como ante esta actitud impensable en un directivo de un partido comunista, consistente en pretender justificar la compra de una casa enorme, de 600.000 euros, en uno de los lugares exclusivos de la comunidad madrileña, con el débil argumento de que iba a ser padre y necesitaban más espacio ¡Así se las ponían a Fernando VII! Y lo más kafquiano de todo ello: lo someten a referendo de los votantes de Podemos y, todos estos que se pasan la vida criticando a los “ricachones” que viven en moradas semejantes a la adquirida por su líder, deciden que deben hacer una excepción con el caso del señor de la coleta, porque ¡es un comunista de pro y se merece vivir en una “chabola” que cuesta 600.000 euros, sin pararse a pensar en lo contradictorio que llega a ser un dispendio semejante, cuando hay infinidad de destinos que se les podrían dar a un puñado tan grande de monedas europeas para mejorar la vida de las personas que se encuentran bajo el nivel de la pobreza y que, con tanto ahínco, todos ellos se dedican a defender, cuando critican a los burgueses de la “casta”.


Lo cierto es, y es fácil advertirlo si uno vive en Cataluña y pulsa la opinión de la ciudadanía, aquella que es partidaria de separarse de la España que los “roba” o que “ha encarcelado sin motivo a sus líderes revolucionarios” de los que piden su libertad. La verdad es que, cada día se habla menos de los exiliados en Bélgica, Alemania o Suiza, todos perfectamente instalados, con sus pagas completas y viviendo la plácida vida de aquellos cuya única ocupación es comer, divertirse y dormir (solos o acompañados, que a todo tienen derecho estos padres de la patria catalana) sabiendo que no les va a faltar el dinero que les llega puntualmente procedente de los impuestos de los ciudadanos catalanes; que aquel optimismo que invadió al soberanismo catalán a pocos días de la implantación del 155 y que, justamente cuando se aplicó esta medida excepcional, vino seguido de un bajón, un temor y un retraimiento, acompañado con el éxodo masivo de empresas que cambiaban su sede social a otras partes de España, otra vez, por extraño que pueda parecer, se puede advertir un resurgimiento de este catalanismo radical, después de que este señor, Quim Torra, un simple lacayo del señor Puigdemont, parece que ha decido emular y superar a su mentor, mostrándose más agresivo, más incontinente en su forma de expresarse, más propicio a la falta de respeto hacia las autoridades españolas y, por supuesto, más atrevido a la hora de formular sus exigencias, convencido de que él es quien está en posesión de los triunfos y de la debilidad de su interlocutor, el presidente del Gobierno, que se sabe en minoría y cuya única salvación estriba en conseguir que los separatistas lo sigan apoyando para mantenerse, al menos hasta que finalice esta legislatura, en la poltrona del Gobierno.


Cuando uno ve las encuestas que publican algunos periódicos adictos a los separatistas y contrarios al anterior gobierno del PP, respecto a que la ciudadanía se muestra más convencida de que la economía irá mejorando es posible que no hayan tenido en cuenta, por formar parte de todos estos crédulos que se tragan sin pensar en ello todo lo que les tramiten las TV o los periódicos, hoy completamente dependientes de los partidos comunistas y secesionistas, los datos que todavía no han repercutido, porque no han tenido tiempo para ello, como ha sido el caso de los magníficos datos de empleo del mes de junio que, aunque ahora se los puedan atribuir los del PSOE, es evidente que se han debido a la buena actuación de los anteriores gestores de la política de trabajo. Veremos cuando, como ya se ha venido anunciando, se proceda a cambiar la reforma laboral que llevó a cabo el PP a instancias de la CE y se les vuelva a dar carta blanca a los sindicatos para interferir en la marcha de las empresas, algo que sucedía habitualmente antes de que las mencionadas reformas se hubieran puesto en marcha.


Un botón basta como muestra. El cine catalán, del que tantas maravillas cuentan los críticos catalanes y los medios de información de la autonomía, un cine clientelar, egocéntrico, donde lo que prima es pertenecer a la casta separatista o formar parte del gremio de los progresistas antisistema. Pues bien, el barómetro más eficiente para valorar la calidad de este cine, del que tanto presumen los catalanes, no se corresponde con sus resultados económicos y con el número de asistentes a la reproducción de sus películas. En el 2017, según un periódico tan nacionalista como es La Vanguardia, la recaudación del cine catalán se redujo, pasando de 63 millones de euros en el 2016 a 37 millones, casi la mitad del año anterior, en el 2017. Se podría pensar que fue un tropiezo o que se debía al encarecimiento del IVA, no obstante este año, 2018, no parece mejorar porque la tendencia es la misma que en el año anterior. Un signo que podríamos añadir al del turismo que también ha bajado aunque los expertos lo justifican diciendo que, aunque han sido inferior en personas, se ha recaudado más; una pobre excusa porque todos sabemos que en otros tiempos todos los hoteles de Barcelona estaban rebosantes, lo que indica que la situación política que se vive en Cataluña no sirve de acicate para animar a los turistas extranjeros a que vengan a visitar a los catalanes, pensando que en tales condiciones de inseguridad, es más prudente no arriesgarse. ¡Ah! Y resulta llamativo que las nuevas autoridades autonómicas empiecen a reclamar que, las empresas que abandonaron Cataluña ante los acontecimientos que dieron lugar al 155, regresen de nuevo a sus antiguas sedes; cuando lo que sigue sucediendo es que el éxodo, puede que menos numeroso que en los tiempos de crisis total, siguen produciéndose como un cuentagotas que, en cualquier momento, si el problema sigue sin solucionarse, es muy posible que se vuelva a reproducir un segundo éxodo masivo que acabe de ponerle la puntilla a la economía de toda Cataluña.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos el convencimiento de que, en lugar de conseguir la reducción de la crispación que pretende el señor Sánchez, con su actitud de acercamiento a las posturas catalanas; mucho tememos que consiga lo que no parece haber previsto, que la crispación que pretenden calmar de entre los separatistas catalanes, se vaya reproduciendo progresivamente en el resto de ciudadanos españoles, hartos de que a los catalanes se les permita ser los que pongan en solfa el progreso de la nación española. Algún día, señores míos, alguien deberá poner remedio a un estado de cosas, que ya hace tiempo que viene amenazando con acabar con la España de la concordia y la vida apacible, para llevarnos de nuevo a aquellos momentos en que estuvimos a las puertas de tener que ser redimidos desde Europa. Ahora dudamos que quisieran hacerlo y es posible que llegue un momento en que decidan darnos la patada y nos expulsen de ella. Que nadie dude de que, si se implantan las doctrinas de Podemos, esta posibilidad puede llegar a ser del 100%.

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