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Un testimonio de adaptación al medio, coherencia, colaboración y tenacidad es de la mayor importancia hoy en día

Menhir de arlobi

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La vorágine cotidiana no permite explayarse en consideraciones desvíadas de la inmediatez; sin embargo esas supuestas divagaciones pueden ser importantes, sus aportaciones son fundamentales en muchas ocasiones. El tratamiento dado a los recuerdos, huellas de un pasado remoto, signos orientadores de las actuaciones humanas precedentes; reflejan uno de los principales factores constituyentes del presente, son testimonios esclarecedores. Sacan a colacióm cualidades medio olvidadas, carencias desoidas, errores, aciertos; aunque, los silenciamientos superan en no pocas ocasiones la EXPRESIVIDAD de las señas acumuladas. Vienen a ser como torpezas reduccionistas de consecuencias imprevisibles.


En una de mis recientes caminatas por los entornos del monte Gorbea, tuve la oportunidad de contemplar de cerca una de esas muestras llamativas, el MENHIR de ARKIBI, en su habitáculo establecido desde épocas prehistóricas, su figura estólida es todo un alarde. La singularidad del monolito, su antigüedad, su crácter actual de elemento solitario, destaca e impresiona, interpela,;configura un auténtico interrogante antropológico. Sin apenas datos para ampliar referencias, la interpretación de su presencia, de su significado, genera elucubraciones derivadas en cábalas; las perspectivas se multiplican en la medida de sus observadores. Su hieratismo habla con lenguajes intemporales de tinte simbólico.


Las elevaciones montañosas bordeadas de zonas boscosas, predominan en estos parajes subyugantes. Desde ellas vislumbramos la explanada donde asienta el monolito. Apuntan a una UBICACIÓN elegida estratégicamente. El trazado de los valles plagados de torrenteras desciende hacia esa zona, con los horizontes elevados a la luz. Vista la evolución general de los bosques, cabe atribuirle un mayor acompañamiento arbóreo en el momento de su instalación; de todas formas, alejado de los roquedales y vaguadas angostas. Se percibe la búsqueda de unas condiciones circundantes determinadas. Los requerimientos motivadores son difíciles de concretar ahora, sólo nos asomamos a posibles avatares por aquellos andurriales.


Las circunstancias intuidas desde nuestras observaciones tan distanciadas en el tiempo, apuntan a una serie de indicios sobre la importancia de la implantación de menhires para aquellas gentes, como núcleo de COMUNICACIONES, qué contraste con la actualidad. Hay quienes apuntan a motivos de una celebración aislada por parte de algún jefe de tribu. Sin embargo, la accesibilidad de los valles concurrentes, habla de una facilitación de afluencias múltiples, celebraciones, asambleas, grupos de zadores, organizaciones defensivas o lo que fuera. Máxime, su están situados en localizaciones visibles desde otros menhires colindantes en lontananza. En definitiva, comunicaciones extensivas con gente distante.

Situándonos imaginariamente en aquellos escenarios primitivos, las señales residuales como la reseñada hoy, junto a las actuaciones intuidas de los habitantes de la época, nos indican sus rasgos ASOCIATIVOS indiscutibles, modeladores de aquellos ambientes. La crudeza de las condiciones, por la escasez o por las amenazas naturales, les obligaba a reunirse para la forja de mejores protecciones. Les motivaron hacia contactos efectivos para la colaboración con extraños sometidos a necesidades similares, perentorias y enigmáticas como nunca.. Con el tiempo, es curioso y también desalentador, el progreso acelerado de la disgregación, provocando un gran número de personas desasistidas.


Durante la contemplación del monolito entrevemos el reto antropológico por excelencia, presente en las inquietudes humanas de todos los tiempos como impulso existencial renovador. Me refiero al reiterado encuentro con el concepto del LÍMITE, de rasgos tan variados como personas implicadas, según zonas geográficas y momentos evolutivos. Con la mirada dirigida a lo inalcanzable, saturados de creencias insospechadas e interpretaciones. Tropezamos primero con los límites de las condiciones locales insoslayables, que constituyen un eslabón inicial reacio a mostrarnos su totalidad. El Menhir no agacha su frente, , abierto a las conexiones del exterior, con descubrimientos progresivos.


Las andanzas de sucesivos protagonistas adquieren una doble importancia. Por sus actuaciones inmediatas y por las influencias transmitidas a los sucesores. Si bien, sus señas perecen en gran parte por el camino; otros signos, quizá sin pretenderlo en orígen, han perdurado de forma prolongada. Nos recalcan el valor de los TESTIMONIOS, en su más amplio sentido, huellas, imágenes, documentos, ideas o expresiones. Aunque ahora parecen conceptos desatendidos en una sociedad atareada en otros aspectos. Los testimonios forman parte de la cadena vital, cuya rotura supone una pérdida incalculable de valores provocada `por un seguimiento necio de la frivolidad.


En la actualidad, las opiniones imponen su multitudinaria presencia, con el desdén furibundo hacia las argumentaciones de mayor calado. Derivan en ambientes evanescentes despegados de las características constituyentes de las personas. En esto, también el Menhir incita a la reconsideración de la COHERENCIA, mostrando su adherencia a las bases, de la Naturaleza, necesidades, cualidades y defectos de los intervinientes, proyectos e ideas. No ideañliza un proyectil lanzado al albur de rumbos indeterminados. A pesar de los vientos alocados, frivilidades impetuosas, alucinaciones o utopías; testifica a favor de una firmeza involucrada en el dinamismo incesante de los grupos sociales.


A nadie se le oculta la fragilidad de los equilibrios conseguidos. La escasez de conocimientos modeló las actitudes en la antigüedad, después progresó la acumulación de datos simultáneos, hasta alcanzar esta mezcla actual de falseamientos interesados con manifestaciones verosímiles. El destino es inclemente, nos mantiene bajo la terquedad de la incertidumbre agobiante. De esa manera, la DESORIENTACIÓN extiende sus zarpas. Sobre todo, debido a la ausencia de unas mínimas conversaciones para el intercambio sincero de los puntos de vista, de conocimientos, de riesgos, deseos, de lo que sea. Las actitudes de colaboración son imprescindibles, aunque ralean.


Han sido significativas las señales erigidas a lo largo de la historia, con los matices reveladores de cuales sean los procedimientos convenientes para la mejor convivencia. A la vez, es evidente la desatención que dedicamos a sus indicaciones, con las penosas secuelas de los infortunios provocados. La contumacia en esos desprecios es rotunda, reiterada, estúpida; aunque del todo real con sus aspavientos altaneros. Aún es peor, porque a pesar de las dificultades para una desenvoltura satisfactoria, se vislumbra el requerimiento de una sencillez operativa suficiente, basada en el mínimo raciocinio en contra de los abusos, sin más. Al no disponer de la magia resolutiva, sería una labor interminable, trabajosa, pero eficaz. La SINCERIDAD PROYECTIVA debiera predominar en las inteligencias.

Menhir de arlobi

Un testimonio de adaptación al medio, coherencia, colaboración y tenacidad es de la mayor importancia hoy en día
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 6 de julio de 2018, 01:46 h (CET)

La vorágine cotidiana no permite explayarse en consideraciones desvíadas de la inmediatez; sin embargo esas supuestas divagaciones pueden ser importantes, sus aportaciones son fundamentales en muchas ocasiones. El tratamiento dado a los recuerdos, huellas de un pasado remoto, signos orientadores de las actuaciones humanas precedentes; reflejan uno de los principales factores constituyentes del presente, son testimonios esclarecedores. Sacan a colacióm cualidades medio olvidadas, carencias desoidas, errores, aciertos; aunque, los silenciamientos superan en no pocas ocasiones la EXPRESIVIDAD de las señas acumuladas. Vienen a ser como torpezas reduccionistas de consecuencias imprevisibles.


En una de mis recientes caminatas por los entornos del monte Gorbea, tuve la oportunidad de contemplar de cerca una de esas muestras llamativas, el MENHIR de ARKIBI, en su habitáculo establecido desde épocas prehistóricas, su figura estólida es todo un alarde. La singularidad del monolito, su antigüedad, su crácter actual de elemento solitario, destaca e impresiona, interpela,;configura un auténtico interrogante antropológico. Sin apenas datos para ampliar referencias, la interpretación de su presencia, de su significado, genera elucubraciones derivadas en cábalas; las perspectivas se multiplican en la medida de sus observadores. Su hieratismo habla con lenguajes intemporales de tinte simbólico.


Las elevaciones montañosas bordeadas de zonas boscosas, predominan en estos parajes subyugantes. Desde ellas vislumbramos la explanada donde asienta el monolito. Apuntan a una UBICACIÓN elegida estratégicamente. El trazado de los valles plagados de torrenteras desciende hacia esa zona, con los horizontes elevados a la luz. Vista la evolución general de los bosques, cabe atribuirle un mayor acompañamiento arbóreo en el momento de su instalación; de todas formas, alejado de los roquedales y vaguadas angostas. Se percibe la búsqueda de unas condiciones circundantes determinadas. Los requerimientos motivadores son difíciles de concretar ahora, sólo nos asomamos a posibles avatares por aquellos andurriales.


Las circunstancias intuidas desde nuestras observaciones tan distanciadas en el tiempo, apuntan a una serie de indicios sobre la importancia de la implantación de menhires para aquellas gentes, como núcleo de COMUNICACIONES, qué contraste con la actualidad. Hay quienes apuntan a motivos de una celebración aislada por parte de algún jefe de tribu. Sin embargo, la accesibilidad de los valles concurrentes, habla de una facilitación de afluencias múltiples, celebraciones, asambleas, grupos de zadores, organizaciones defensivas o lo que fuera. Máxime, su están situados en localizaciones visibles desde otros menhires colindantes en lontananza. En definitiva, comunicaciones extensivas con gente distante.

Situándonos imaginariamente en aquellos escenarios primitivos, las señales residuales como la reseñada hoy, junto a las actuaciones intuidas de los habitantes de la época, nos indican sus rasgos ASOCIATIVOS indiscutibles, modeladores de aquellos ambientes. La crudeza de las condiciones, por la escasez o por las amenazas naturales, les obligaba a reunirse para la forja de mejores protecciones. Les motivaron hacia contactos efectivos para la colaboración con extraños sometidos a necesidades similares, perentorias y enigmáticas como nunca.. Con el tiempo, es curioso y también desalentador, el progreso acelerado de la disgregación, provocando un gran número de personas desasistidas.


Durante la contemplación del monolito entrevemos el reto antropológico por excelencia, presente en las inquietudes humanas de todos los tiempos como impulso existencial renovador. Me refiero al reiterado encuentro con el concepto del LÍMITE, de rasgos tan variados como personas implicadas, según zonas geográficas y momentos evolutivos. Con la mirada dirigida a lo inalcanzable, saturados de creencias insospechadas e interpretaciones. Tropezamos primero con los límites de las condiciones locales insoslayables, que constituyen un eslabón inicial reacio a mostrarnos su totalidad. El Menhir no agacha su frente, , abierto a las conexiones del exterior, con descubrimientos progresivos.


Las andanzas de sucesivos protagonistas adquieren una doble importancia. Por sus actuaciones inmediatas y por las influencias transmitidas a los sucesores. Si bien, sus señas perecen en gran parte por el camino; otros signos, quizá sin pretenderlo en orígen, han perdurado de forma prolongada. Nos recalcan el valor de los TESTIMONIOS, en su más amplio sentido, huellas, imágenes, documentos, ideas o expresiones. Aunque ahora parecen conceptos desatendidos en una sociedad atareada en otros aspectos. Los testimonios forman parte de la cadena vital, cuya rotura supone una pérdida incalculable de valores provocada `por un seguimiento necio de la frivolidad.


En la actualidad, las opiniones imponen su multitudinaria presencia, con el desdén furibundo hacia las argumentaciones de mayor calado. Derivan en ambientes evanescentes despegados de las características constituyentes de las personas. En esto, también el Menhir incita a la reconsideración de la COHERENCIA, mostrando su adherencia a las bases, de la Naturaleza, necesidades, cualidades y defectos de los intervinientes, proyectos e ideas. No ideañliza un proyectil lanzado al albur de rumbos indeterminados. A pesar de los vientos alocados, frivilidades impetuosas, alucinaciones o utopías; testifica a favor de una firmeza involucrada en el dinamismo incesante de los grupos sociales.


A nadie se le oculta la fragilidad de los equilibrios conseguidos. La escasez de conocimientos modeló las actitudes en la antigüedad, después progresó la acumulación de datos simultáneos, hasta alcanzar esta mezcla actual de falseamientos interesados con manifestaciones verosímiles. El destino es inclemente, nos mantiene bajo la terquedad de la incertidumbre agobiante. De esa manera, la DESORIENTACIÓN extiende sus zarpas. Sobre todo, debido a la ausencia de unas mínimas conversaciones para el intercambio sincero de los puntos de vista, de conocimientos, de riesgos, deseos, de lo que sea. Las actitudes de colaboración son imprescindibles, aunque ralean.


Han sido significativas las señales erigidas a lo largo de la historia, con los matices reveladores de cuales sean los procedimientos convenientes para la mejor convivencia. A la vez, es evidente la desatención que dedicamos a sus indicaciones, con las penosas secuelas de los infortunios provocados. La contumacia en esos desprecios es rotunda, reiterada, estúpida; aunque del todo real con sus aspavientos altaneros. Aún es peor, porque a pesar de las dificultades para una desenvoltura satisfactoria, se vislumbra el requerimiento de una sencillez operativa suficiente, basada en el mínimo raciocinio en contra de los abusos, sin más. Al no disponer de la magia resolutiva, sería una labor interminable, trabajosa, pero eficaz. La SINCERIDAD PROYECTIVA debiera predominar en las inteligencias.

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