Leonor Watling y el resto del grupo embriagaron al público bilbaíno con un gran concierto: un directo primoroso, en el que incluyeron versiones nuevas de tres clásicos.

Y la reina republicana se ganó al auditorio de principio a fin.
Leonor estaba a gusto en el escenario; comenzaba alabando la belleza del escenario, a juego por cierto con la suya. Elegante y mística, la madrileña y sus compañeros aparecían sobre el escenario bilbaíno a eso de las 20:10 y desplegaron un espléndido concierto por espacio de hora y tres cuartos.

Leonor rezumaba simpatía y naturalidad, bromeaba con las 3 palabras en euskera que conocía, ‘gabon’, ‘eskerrik asko’ y ‘zorionak’
La complicidad de la diva con el teclista Alejandro Pelayo y el trompetista Oscar Ybarra también era evidente. Mucha frescura y espontaneidad en escena.

La banda empezó tocando temas de su segundo y último disco ‘Automatic imperfection’; comenzó amagando con las primeras notas de ésta, pero se hizo esperar hasta mitad del concierto, con un bonito juego de luces, una por cada nota de piano, tras las bromas de Alejandro Pelayo. Recuerdo la primera vez que oí un fragmento de ésta, en un spot publicitario del festival de jazz donostiarra y ya entonces me pareció una joyita. Ellos mismos la definen como pieza básica del álbum, sin principio ni final, similar al ‘Madness’ de su primer álbum.

Así fue transcurriendo la noche, intercalando temas del primer álbum ‘No use’, ‘It’s allright’… con este último; uno echó de menos ‘I Suggest’, por cierto. Pelayo propiciaba la participación del público silbando en el ‘Pequeño vals’, melancólica y bella pieza … como inquietante y mística la nana ‘Tip Toe’.
Hay canciones de este álbum que en directo crecen en relación al CD, como ‘Shake the moon’ o ‘Wrong way’, como otras que sanan y otras que decaen - en propia voz de Alejandro - … canciones vivas.

Los registros de voz de Leonor, ese chorro que le brota desde el estómago, sus momentáneos estados de trance, la puesta en escena, sus deslizamientos por el escenario acabaron de seducir y crear un ambiente mágico en el coqueto Arriaga.

Aclamados por el auditorio bilbaíno, la banda hacía un ‘bis’ con otras 5 / 6 canciones de regalo; se les notaba animados, gustándose.
Mención aparte merecen las versiones de ‘Semilla Negra’ de Radio Futura, ‘Vete’ de Los Amaya y ‘El último habitante del planeta’ de Nacho Mastretta. Las tres bellas y ciertamente diferentes a las originales, perfectamente complementarias.

Marlango no es jazz ni rock ni blues … es todo eso a la vez y todo lo contrario, un grupo destinado a marcar una época, sin pretenderlo seguramente, con múltiples influencias pero con un estilo único que difícilmente admite etiquetas.
Esa banda que encajaría tanto en el prostíbulo de Twin Peaks como en un garito berlinés en plena Segunda Guerra Mundial, está como pez en el agua en la noche, la sensualidad, el humo, la contradicción y la mística, con sonidos profundos y embriagadores …

La voz de una musa, la trompeta de un virtuoso cubano/neoyorkino y el entregado piano de un chisposo cántabro. En un segundo plano, a un gran nivel también, la guitarra de David Gwynn, el bajo Pablo Navarro y el batería Ricardo Moreno.

El jueves repiten en la sala Rock Star de San Sebastián. Si pueden vayan, no se arrepentirán.