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Etiquetas | Hablemos sin tapujos | Política | PP
“En este espacio de la duda, he encontrado en muchas ocasiones una especie de emisario del destino que me indica un camino favorable, o también un barquero que lleva desde la ribera de la decadencia a la renovación” Pierre Rabhi

El PP condenado a un penoso Vía Crucis

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No podemos decir que nos sentimos sorprendidos, así como tampoco que lo que está sucediendo, actualmente, en el seno del PP nos deje indiferentes o lo aceptemos como algo que no se hubiera podido evitar; antes bien creo que dentro de la formación del señor Fraga Iribarne hay grandes responsables que, por acción u omisión, son los directos responsables de que un partido necesario, diría imprescindible para España, se encuentre en estos momentos al borde de su propio haraquiri como partido de la derecha más votado y con posibilidades de continuar gobernando una nación que, si en alguna ocasión hubiera necesitado tener al frente del ejecutivo un gobierno firme, moderado, conservador y enérgico para enfrentarse a la evidente campaña de unas izquierdas reforzadas por la labor destructiva que vienen ejerciendo los separatistas de Cataluña y, en menor medida, pero más hábilmente y con mayores logros, los vascos del PNV y todos aquellos que los apoyan; sin duda, sería en estos momentos en los que las estructuras del Estado tiemblan y las instituciones en las que siempre confiábamos los españoles para que nos garantizasen el orden, la seguridad, la confianza, el horizonte económico y el seguir siendo un país respetado en Europa y con influencia dentro de sus instituciones; es evidente que empiezan a dar muestras de un desgaste al que, sin duda alguna, ha contribuido de una forma decisiva, el desgraciado episodio de estar dirigidas por una banda de pandilleros de cuello y corbata que pensaron que, aprovechándose de su elevada posición dentro de la Administración del Estado, estarían en condiciones de utilizar sus influencias para enriquecerse a costa de las Arcas del Estado.


Y aquí no vale excusarse diciendo que, los que sustituyeron a los que les precedieron en el cargo, ya se encontraron con el mal hecho; ni vender, toda la podredumbre que ha salido a la luz dentro del grupo de directivos del PP, como un caso aislado que pudiera haberse producido dentro de una gran mayoría de personas decentes. Por desgracia, ya son tantos los que han ido apareciendo ejerciendo de aprovechados sin miramientos que deberemos concluir que no son excepción sino que, entre los que dirigen el partido de la derecha, empiezan a ser excepción los que no tienen nada que ocultar a la Justicia. Choca que, en medio de toda esta epidemia de sinvergüenzas, todavía haya quienes, por muy honrados que sean, no se den cuenta de que el tiempo de su mandato ha caducado, que todo el equipo que dirigen y del que son responsables, adolece de una incapacidad manifiesta para evitar algo tan elemental como es impedir que quienes tienen responsabilidades públicas utilicen sus cargos para robar, venderse, prevaricar, percibir comisiones y especular, valiéndose de las ventajas que les han proporcionados ejercer cargos públicos de importancia.


Por mucho que el señor Mariano Rajoy, del que no tenemos dudas acerca de su honradez, pretenda evitar hacer referencia a la peligrosa situación en la que, los hechos de corrupción que los han venido afectando, no sólo con anterioridad a la fecha en la que él se hizo cargo del Partido Popular sino, incluso después de que tomara el timón del mismo, se han venido produciendo con injustificable prodigalidad, una serie de casos protagonizados por importantes cargos de la formación que, por mucho que nos duela aceptarlo, no han servido más que para dar la sensación de encontrarse ante un grupo de aprovechados que han utilizado su influencia para dar el gran sablazo al erario público, con el agravante de que, durante el tiempo que han necesitado para enriquecerse nadie, ninguno de quienes hubieran tenido la obligación de vigilar que estos delitos no se cometieran, se ha enterado de nada, lo que da la medida de la incapacidad de dichos señores y de su completa incompetencia para supervisar la labor de sus subordinados, si es que no estuvieron en concomitancia con quienes delinquieron. Una de las funciones que corresponden a un líder es la de estar informado, no sólo de los errores o maldades que pudieren cometer sus adversarios políticos sino, y si cabe con mayor atención, de todo los que sucede en su propio partido y, muy especialmente, de todo lo que tiene relación con los temas financieros y los gastos extraordinarios que pudieran tener relación con los movimientos de tesorería o la administración de los bienes que tuvieren lugar dentro del partido.

Mucho nos tememos que, en el caso del PP, se puede afirmar sin temor a equivocarse que no ha necesitado que sus enemigos lucharan para acabar con él sino más bien que, él mismo, ha sido quien se ha metido en las arenas movedizas de la auto consunción, de tal manera que, cuando se han querido dar cuenta, se han encontrado, por sus propios méritos, con el dogal al cuello, sin que hiciera falta más que sus enemigos sacaran a la luz las interioridades que se escondían bajo la capa de honestidad, en la que se han venido refugiando quienes se han beneficiado de sus actividades delictivas, para que la Justicia, como ha sucedido hoy mismo con la detención del señor Eduardo Zaplana, una de las figuras más relevantes del partido, se haya hecho cargo de poner en evidencia las enormes carencias de este grupo de derechas que es evidente que, con los últimos acontecimientos ( y falta la guinda de la sentencia sobre el caso Gürtel, que está a punto de publicarse) acaba de enviarse por mucho tiempo al ostracismo de la oposición, cuando apenas faltan dos años para las nuevas legislativas, aun suponiendo que el señor Rajoy sea capaz de navegar en el proceloso mar del Parlamento, expuesto a las pullas y los ataques del resto de grupos parlamentarios que, como es de suponer, no van a desaprovechar esta ocasión que se les presenta para intentar derribar y obligar a convocar elecciones, al actual ejecutivo del PP.


Alguien podrá achacar al partido de Ciudadanos el que haya medrado a costa de las desgracias ajenas, el que sean unos oportunistas que, sin verse obligados a sufrir desgaste alguno, consiguen importantes réditos electorales y que son unos bisoños a los que quizá sea prematuro entregarles la responsabilidad de todo un gobierno de la nación española. En parte, todos los que argumentan sobre la falta de experiencia y la bisoñez del partido del señor Rivera, es muy posible que estén acertados en sus críticas, y es muy posible que en cuanto a lo referente a política exterior todavía estén afectados por carencias más importantes pero… ¿Es que los que siempre habíamos votado al PP y ahora estamos escandalizados y desanimados con todo lo que se ha venido descubriendo respecto a la corrupción y, por qué no decirlo, sus errores garrafales en lo referente al problema catalán, demostrando al respecto que su tibieza y excesiva tolerancia han dado lugar a un envalentonamiento de los rebeldes catalanes, a los que se les ha permitido lograr bazas, especialmente en Europa, que amenazan con crear un clima popular favorable a los separatistas ( en lo que respeta a los tribunales, ya lo vienen logrando), algo que sería lo peor que pudiera ocurrir para los intereses de España y de los millones de españoles que no estamos de acuerdo con la posibilidad de que se llegara a acuerdos que mermasen, aunque fuera en una pequeña parte, el hecho de conservar una patria unida como exige nuestra vigente Constitución.


En realidad, el señor Rajoy, con su don tancredismo y su exasperante inmovilismo a la gallega, parece que nos ha puesto ante el difícil dilema de abstenernos en una futura consulta electoral, con las fatales consecuencias que ello comportaría para la unidad de España y para la democracia o, y puede que esta sea la única solución que vamos a tener los decepcionados simpatizantes del partido de Fraga, entregarles nuestro voto a el partido de Rivera que, no obstante, tiene algunos tics de partido de izquierdas que no acaban de encajar en el pensamiento de los que tenemos tendencias más conservadoras. Lo peor del caso es que, los intentos de crear otros partidos de derechas, como ha sido el caso de VOX, parece que no han acabado de cuajar y sus posibilidades, al menos por el momento, de poder competir con probabilidades de éxito, con el resto de los partidos que actualmente forman parte del arco parlamentario, no da la impresión de que sean muchas. Quizá, si hicieran lo que parece que, Albert Rivera, en una inteligente maniobra política, está intentando, consistente en ir reclutando a mandos del PP, por supuesto limpios de posibles delitos ocultos, para integrarlos en Ciudadanos, hubiera sido una buena solución para el señor Alcaraz de Vox, sin embargo, es evidente que habrá pocos políticos importantes y válidos que atraigan el interés de un partido que se muestren dispuestos a dejar sus profesiones o puestos directivo, en la empresas privadas, para correr el albur de integrarse en una formación política que no tenga grandes posibilidades de conseguir una buena posición en unas futuras legislativas.


En otras ocasiones, desde estas mismas páginas, modestamente nos manifestamos a favor de que el PP se sometiese a una catarsis para renovar todo aquello que ya había quedado obsoleto y, en este caso, lo más urgente era empezar por cambiar la cúpula del partido, buscando entre la gente buena y solvente de la que, sin duda, dispone el partido, a aquellos, no necesariamente jóvenes, que estén en condiciones de aportar nuevas ideas, respetar los valores propios del cristianismo y de nuestra tradición románica y, que se trate de personas de una honorabilidad intachable y de sólida honradez.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, pensamos que ya es tarde para un PP, al que todo se le pone de esquina, para poder afrontar una campaña electoral cuando tiene las posibilidades de gobernar con libertad limitadas, por su debilidad en el Parlamento; condicionadas por el descrédito que ha venido consiguiendo durante los últimos meses por los casos de corrupción y, vamos a ver lo que pasa, con el apoyo que hasta ahora, a regañadientes, todo hay que decirlo, le ha venido prestando Ciudadanos, algo que difícilmente, salvo en lo que respecta al tema catalán, se le va a seguir manteniendo a medida que, la fecha de unas posible elecciones, se fuera acercando. Habrá que estar avizor para seguir de cerca los interesantes acontecimientos que, con toda seguridad, se van a producir en los próximos meses.

El PP condenado a un penoso Vía Crucis

“En este espacio de la duda, he encontrado en muchas ocasiones una especie de emisario del destino que me indica un camino favorable, o también un barquero que lleva desde la ribera de la decadencia a la renovación” Pierre Rabhi
Miguel Massanet
jueves, 24 de mayo de 2018, 00:07 h (CET)

No podemos decir que nos sentimos sorprendidos, así como tampoco que lo que está sucediendo, actualmente, en el seno del PP nos deje indiferentes o lo aceptemos como algo que no se hubiera podido evitar; antes bien creo que dentro de la formación del señor Fraga Iribarne hay grandes responsables que, por acción u omisión, son los directos responsables de que un partido necesario, diría imprescindible para España, se encuentre en estos momentos al borde de su propio haraquiri como partido de la derecha más votado y con posibilidades de continuar gobernando una nación que, si en alguna ocasión hubiera necesitado tener al frente del ejecutivo un gobierno firme, moderado, conservador y enérgico para enfrentarse a la evidente campaña de unas izquierdas reforzadas por la labor destructiva que vienen ejerciendo los separatistas de Cataluña y, en menor medida, pero más hábilmente y con mayores logros, los vascos del PNV y todos aquellos que los apoyan; sin duda, sería en estos momentos en los que las estructuras del Estado tiemblan y las instituciones en las que siempre confiábamos los españoles para que nos garantizasen el orden, la seguridad, la confianza, el horizonte económico y el seguir siendo un país respetado en Europa y con influencia dentro de sus instituciones; es evidente que empiezan a dar muestras de un desgaste al que, sin duda alguna, ha contribuido de una forma decisiva, el desgraciado episodio de estar dirigidas por una banda de pandilleros de cuello y corbata que pensaron que, aprovechándose de su elevada posición dentro de la Administración del Estado, estarían en condiciones de utilizar sus influencias para enriquecerse a costa de las Arcas del Estado.


Y aquí no vale excusarse diciendo que, los que sustituyeron a los que les precedieron en el cargo, ya se encontraron con el mal hecho; ni vender, toda la podredumbre que ha salido a la luz dentro del grupo de directivos del PP, como un caso aislado que pudiera haberse producido dentro de una gran mayoría de personas decentes. Por desgracia, ya son tantos los que han ido apareciendo ejerciendo de aprovechados sin miramientos que deberemos concluir que no son excepción sino que, entre los que dirigen el partido de la derecha, empiezan a ser excepción los que no tienen nada que ocultar a la Justicia. Choca que, en medio de toda esta epidemia de sinvergüenzas, todavía haya quienes, por muy honrados que sean, no se den cuenta de que el tiempo de su mandato ha caducado, que todo el equipo que dirigen y del que son responsables, adolece de una incapacidad manifiesta para evitar algo tan elemental como es impedir que quienes tienen responsabilidades públicas utilicen sus cargos para robar, venderse, prevaricar, percibir comisiones y especular, valiéndose de las ventajas que les han proporcionados ejercer cargos públicos de importancia.


Por mucho que el señor Mariano Rajoy, del que no tenemos dudas acerca de su honradez, pretenda evitar hacer referencia a la peligrosa situación en la que, los hechos de corrupción que los han venido afectando, no sólo con anterioridad a la fecha en la que él se hizo cargo del Partido Popular sino, incluso después de que tomara el timón del mismo, se han venido produciendo con injustificable prodigalidad, una serie de casos protagonizados por importantes cargos de la formación que, por mucho que nos duela aceptarlo, no han servido más que para dar la sensación de encontrarse ante un grupo de aprovechados que han utilizado su influencia para dar el gran sablazo al erario público, con el agravante de que, durante el tiempo que han necesitado para enriquecerse nadie, ninguno de quienes hubieran tenido la obligación de vigilar que estos delitos no se cometieran, se ha enterado de nada, lo que da la medida de la incapacidad de dichos señores y de su completa incompetencia para supervisar la labor de sus subordinados, si es que no estuvieron en concomitancia con quienes delinquieron. Una de las funciones que corresponden a un líder es la de estar informado, no sólo de los errores o maldades que pudieren cometer sus adversarios políticos sino, y si cabe con mayor atención, de todo los que sucede en su propio partido y, muy especialmente, de todo lo que tiene relación con los temas financieros y los gastos extraordinarios que pudieran tener relación con los movimientos de tesorería o la administración de los bienes que tuvieren lugar dentro del partido.

Mucho nos tememos que, en el caso del PP, se puede afirmar sin temor a equivocarse que no ha necesitado que sus enemigos lucharan para acabar con él sino más bien que, él mismo, ha sido quien se ha metido en las arenas movedizas de la auto consunción, de tal manera que, cuando se han querido dar cuenta, se han encontrado, por sus propios méritos, con el dogal al cuello, sin que hiciera falta más que sus enemigos sacaran a la luz las interioridades que se escondían bajo la capa de honestidad, en la que se han venido refugiando quienes se han beneficiado de sus actividades delictivas, para que la Justicia, como ha sucedido hoy mismo con la detención del señor Eduardo Zaplana, una de las figuras más relevantes del partido, se haya hecho cargo de poner en evidencia las enormes carencias de este grupo de derechas que es evidente que, con los últimos acontecimientos ( y falta la guinda de la sentencia sobre el caso Gürtel, que está a punto de publicarse) acaba de enviarse por mucho tiempo al ostracismo de la oposición, cuando apenas faltan dos años para las nuevas legislativas, aun suponiendo que el señor Rajoy sea capaz de navegar en el proceloso mar del Parlamento, expuesto a las pullas y los ataques del resto de grupos parlamentarios que, como es de suponer, no van a desaprovechar esta ocasión que se les presenta para intentar derribar y obligar a convocar elecciones, al actual ejecutivo del PP.


Alguien podrá achacar al partido de Ciudadanos el que haya medrado a costa de las desgracias ajenas, el que sean unos oportunistas que, sin verse obligados a sufrir desgaste alguno, consiguen importantes réditos electorales y que son unos bisoños a los que quizá sea prematuro entregarles la responsabilidad de todo un gobierno de la nación española. En parte, todos los que argumentan sobre la falta de experiencia y la bisoñez del partido del señor Rivera, es muy posible que estén acertados en sus críticas, y es muy posible que en cuanto a lo referente a política exterior todavía estén afectados por carencias más importantes pero… ¿Es que los que siempre habíamos votado al PP y ahora estamos escandalizados y desanimados con todo lo que se ha venido descubriendo respecto a la corrupción y, por qué no decirlo, sus errores garrafales en lo referente al problema catalán, demostrando al respecto que su tibieza y excesiva tolerancia han dado lugar a un envalentonamiento de los rebeldes catalanes, a los que se les ha permitido lograr bazas, especialmente en Europa, que amenazan con crear un clima popular favorable a los separatistas ( en lo que respeta a los tribunales, ya lo vienen logrando), algo que sería lo peor que pudiera ocurrir para los intereses de España y de los millones de españoles que no estamos de acuerdo con la posibilidad de que se llegara a acuerdos que mermasen, aunque fuera en una pequeña parte, el hecho de conservar una patria unida como exige nuestra vigente Constitución.


En realidad, el señor Rajoy, con su don tancredismo y su exasperante inmovilismo a la gallega, parece que nos ha puesto ante el difícil dilema de abstenernos en una futura consulta electoral, con las fatales consecuencias que ello comportaría para la unidad de España y para la democracia o, y puede que esta sea la única solución que vamos a tener los decepcionados simpatizantes del partido de Fraga, entregarles nuestro voto a el partido de Rivera que, no obstante, tiene algunos tics de partido de izquierdas que no acaban de encajar en el pensamiento de los que tenemos tendencias más conservadoras. Lo peor del caso es que, los intentos de crear otros partidos de derechas, como ha sido el caso de VOX, parece que no han acabado de cuajar y sus posibilidades, al menos por el momento, de poder competir con probabilidades de éxito, con el resto de los partidos que actualmente forman parte del arco parlamentario, no da la impresión de que sean muchas. Quizá, si hicieran lo que parece que, Albert Rivera, en una inteligente maniobra política, está intentando, consistente en ir reclutando a mandos del PP, por supuesto limpios de posibles delitos ocultos, para integrarlos en Ciudadanos, hubiera sido una buena solución para el señor Alcaraz de Vox, sin embargo, es evidente que habrá pocos políticos importantes y válidos que atraigan el interés de un partido que se muestren dispuestos a dejar sus profesiones o puestos directivo, en la empresas privadas, para correr el albur de integrarse en una formación política que no tenga grandes posibilidades de conseguir una buena posición en unas futuras legislativas.


En otras ocasiones, desde estas mismas páginas, modestamente nos manifestamos a favor de que el PP se sometiese a una catarsis para renovar todo aquello que ya había quedado obsoleto y, en este caso, lo más urgente era empezar por cambiar la cúpula del partido, buscando entre la gente buena y solvente de la que, sin duda, dispone el partido, a aquellos, no necesariamente jóvenes, que estén en condiciones de aportar nuevas ideas, respetar los valores propios del cristianismo y de nuestra tradición románica y, que se trate de personas de una honorabilidad intachable y de sólida honradez.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, pensamos que ya es tarde para un PP, al que todo se le pone de esquina, para poder afrontar una campaña electoral cuando tiene las posibilidades de gobernar con libertad limitadas, por su debilidad en el Parlamento; condicionadas por el descrédito que ha venido consiguiendo durante los últimos meses por los casos de corrupción y, vamos a ver lo que pasa, con el apoyo que hasta ahora, a regañadientes, todo hay que decirlo, le ha venido prestando Ciudadanos, algo que difícilmente, salvo en lo que respecta al tema catalán, se le va a seguir manteniendo a medida que, la fecha de unas posible elecciones, se fuera acercando. Habrá que estar avizor para seguir de cerca los interesantes acontecimientos que, con toda seguridad, se van a producir en los próximos meses.

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Pienso, y esto no deja de ser una opinión exclusivamente personal, que la literatura debe estar escrita siempre desde el foco de la ilusión y la esperanza. Son los esenciales avituallamientos para la creatividad. No digo ya que las novelas deban tener un matiz rosa y de amores platónicos que nos alejan de la realidad. Porque ante todo hay que tener presente el punto de unión entre la ficción y la realidad.

Estoy arrepintiéndome de votar, arrepintiéndome de leer páginas de opinión política en la prensa, arrepintiéndome de acudir a manifestaciones manipuladas, arrepintiéndome de ver noticiarios de televisión y, mucho más, tertulias generalistas con tertulianos mediocres.

El padre de la Constitución argentina, Juan Bautista Alberdi, en su obra "El Crimen de la Guerra"(1870), afirma: "No puede haber guerra justa, porque no hay guerra juiciosa. La guerra es la pérdida temporal del juicio". Asimismo, añade que "las guerras serán mas raras a medida que la responsabilidad por sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las invitan".

 
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