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Por error, del corrector automático o algún otro, el título de éste aludía a la primavera, en singular

Política de primaveras

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Se trataba de analizar la actividad de los partidos políticos españoles en la estación que empieza con el equinoccio de primavera y termina en el solsticio de verano. Pero apareció la s; y el sustantivo de la estación se contaminó para trocarse en el adjetivo que se usa para referirse a una persona simple, cándida o fácil de engañar.


Prescindiendo de los partidos regionalistas, o haciendo abstracción de ellos por su posible condición independentista, quedan los llamados partidos nacionales. Para evitar prejuicios, veamos qué ocurre en ellos; y, teniendo en cuenta sus ideologías, empecemos por la izquierda: Podemos, PSOE, Ciudadanos y Partido Popular.


Podemos.- Acaba de someter a debate la compra que, para uso propio, han hecho su Secretario General y la portavoz en el Congreso de los Diputados de un chalet por 660.000 euros (110 millones de pesetas). Alguno de sus miembros ha hablado ya de “caprichos de líderes” (Isidro López, diputado en la Asamblea de Madrid). Otro reniega de la compra por entenderla propia de “la casta” que censuraba la formación (José María González, Alcalde de Cádiz). Y la dirección de Podemos en Andalucía al completo (encabezada por Teresa Rodríguez) critica el hecho. Obviando declaraciones y ateniéndonos a lo ocurrido, lo cierto es que en la primavera de Podemos ha aparecido algo más de lo que alguien ha tomado por plebiscito trampa a quienes, voten lo que voten, han de soportar la imposición de decisiones personales. Y es que, con la consulta, se ha producido la contaminación de un grupo que ha visto sometidos su ideología y principios a unos líderes que han hecho prevalecer sus intereses frente a los de todos. De esta forma, sea cual sea el resultado del debate, se trate de una compra especulativa (hecha hace tiempo, como se apunta) o no, en la primavera de Podemos ha aparecido una infeliz consecuencia: La unión sometida de los intereses del grupo a los personales de dos de sus dirigentes en la tomada como “cierre de filas leninista”.


PSOE.- Después de un periodo con abundantes conflictos internos, en la primavera socialista sigue sin aparecer la deseada floración de intereses de grupo que aúne voluntades. En su lugar, sigue lo conocido: Bronca de Pedro Sánchez con su antecesor (Javier Fernández) y la candidata que le disputó la Secretaría General (Susana Díaz). Disgusto por privar a Elena Valenciano de la presidencia de grupo de los Socialistas y Demócratas del Parlamento Europeo. Desajuste entre Pedro Sánchez y algunos presidentes autonómicos (Lambán en Aragón, García-Paje en Castilla-La Mancha, o Ximo Puig en Valencia). Desconexión del Secretario General con sus antecesores Felipe González, Almunia, Rodríguez Zapatero o Rubalcaba. Decepción con parte de la cúpula de la Organización (Portavoz en Congreso de los Diputados Margarita Robles, Vicesecretaria General Adriana Lastra, Secretaria de Política Municipal Susana Sumelzo...) mientras se postergan valores contrastados (Antonio Trevín, Juan Moscoso, Manuel de la Rocha, Lobato Gandarias, Tomás Gómez...) Y los no explicados coqueteos con Podemos, en pugna por la primacía en la izquierda; y con Ciudadanos, buscando un hueco, indefinido entonces, entre la socialdemocracia y el liberalismo.


Ciudadanos.- Tras un periodo emergente con encuestas a favor, en la primavera de Ciudadanos, con las flores (incorporación de simpatizantes, patriotismo utilitario, exaltación de un rumbo liberal moderno...) han aparecido las arideces y las espinas. Las primeras quedan al aire en un desaprovechado resultado electoral en Cataluña, en una indefinición bamboleante que evita el compromiso en demasiados ámbitos, y en una postura a medio camino entre la rapiña electoral y el expolio oportunista. Las espinas, consecuencia de la entidad de la formación, han aparecido en tres hechos que, por sí mismos, descalifican: Subordinar el apoyo a la Constitución a una postura determinada del Gobierno (por no recurrir el voto delegado de los catalanes huidos). Intentar forzar al Gobierno a una prórroga de las medidas tomadas en Cataluña en aplicación del artículo 155 de la Constitución, sin citar la decisión del Senado que posibilitó su aplicación y lo legalmente establecido. Y la propuesta de incorporación a la actividad política municipal española de personas tan significadas como Manuel Valls, político francés y ex primer ministro de Francia hace sólo tres años y medio.


Partido Popular.- Llega a la primavera con el desgaste de una Legislatura en mayoría absoluta (la X), las erosiones habidas en otra de una transición de seis meses (la XI), y la precariedad derivada de la necesidad que, en lo que va de la XII Legislatura, obliga a buscar apoyos para conseguir una continuidad que depende (aunque no en grado perentorio) de la aprobación de unos Presupuestos Generales del Estado condicionados por las exigencias de las formaciones políticas que pudieran prestar votos a cambio de concesiones. En la floración primaveral, puede exhibir los éxitos económicos, la estabilidad del momento y un liderazgo que permite un futuro sin traumas para mantener lo conseguido (Unidad nacional, Estado del Bienestar, continuidad de estatus en la UE y en el mundo...). Pero en el PP también hay arideces importantes (estructuras anquilosadas, polarización de grupos, hábitos viciados, lastre inútil, clientelismo...) y espinas capaces de producir la ineficacia de la formación e incluso la parálisis nacional (Corrupción, proyecto político antiguo, falta de promoción de nuevos valores personales, incapacidades varias...).


En síntesis, con deficiencias y errores, ésa puede ser la primavera (en singular) que existe hoy en la actividad política nacional. No es extraño, ni imposible, sin embargo, que en ella aparezca una “s” que transforme el sustantivo en adjetivo y degrade la actividad a una política de primaveras. 

Política de primaveras

Por error, del corrector automático o algún otro, el título de éste aludía a la primavera, en singular
José Luis Heras Celemín
martes, 22 de mayo de 2018, 06:34 h (CET)

Se trataba de analizar la actividad de los partidos políticos españoles en la estación que empieza con el equinoccio de primavera y termina en el solsticio de verano. Pero apareció la s; y el sustantivo de la estación se contaminó para trocarse en el adjetivo que se usa para referirse a una persona simple, cándida o fácil de engañar.


Prescindiendo de los partidos regionalistas, o haciendo abstracción de ellos por su posible condición independentista, quedan los llamados partidos nacionales. Para evitar prejuicios, veamos qué ocurre en ellos; y, teniendo en cuenta sus ideologías, empecemos por la izquierda: Podemos, PSOE, Ciudadanos y Partido Popular.


Podemos.- Acaba de someter a debate la compra que, para uso propio, han hecho su Secretario General y la portavoz en el Congreso de los Diputados de un chalet por 660.000 euros (110 millones de pesetas). Alguno de sus miembros ha hablado ya de “caprichos de líderes” (Isidro López, diputado en la Asamblea de Madrid). Otro reniega de la compra por entenderla propia de “la casta” que censuraba la formación (José María González, Alcalde de Cádiz). Y la dirección de Podemos en Andalucía al completo (encabezada por Teresa Rodríguez) critica el hecho. Obviando declaraciones y ateniéndonos a lo ocurrido, lo cierto es que en la primavera de Podemos ha aparecido algo más de lo que alguien ha tomado por plebiscito trampa a quienes, voten lo que voten, han de soportar la imposición de decisiones personales. Y es que, con la consulta, se ha producido la contaminación de un grupo que ha visto sometidos su ideología y principios a unos líderes que han hecho prevalecer sus intereses frente a los de todos. De esta forma, sea cual sea el resultado del debate, se trate de una compra especulativa (hecha hace tiempo, como se apunta) o no, en la primavera de Podemos ha aparecido una infeliz consecuencia: La unión sometida de los intereses del grupo a los personales de dos de sus dirigentes en la tomada como “cierre de filas leninista”.


PSOE.- Después de un periodo con abundantes conflictos internos, en la primavera socialista sigue sin aparecer la deseada floración de intereses de grupo que aúne voluntades. En su lugar, sigue lo conocido: Bronca de Pedro Sánchez con su antecesor (Javier Fernández) y la candidata que le disputó la Secretaría General (Susana Díaz). Disgusto por privar a Elena Valenciano de la presidencia de grupo de los Socialistas y Demócratas del Parlamento Europeo. Desajuste entre Pedro Sánchez y algunos presidentes autonómicos (Lambán en Aragón, García-Paje en Castilla-La Mancha, o Ximo Puig en Valencia). Desconexión del Secretario General con sus antecesores Felipe González, Almunia, Rodríguez Zapatero o Rubalcaba. Decepción con parte de la cúpula de la Organización (Portavoz en Congreso de los Diputados Margarita Robles, Vicesecretaria General Adriana Lastra, Secretaria de Política Municipal Susana Sumelzo...) mientras se postergan valores contrastados (Antonio Trevín, Juan Moscoso, Manuel de la Rocha, Lobato Gandarias, Tomás Gómez...) Y los no explicados coqueteos con Podemos, en pugna por la primacía en la izquierda; y con Ciudadanos, buscando un hueco, indefinido entonces, entre la socialdemocracia y el liberalismo.


Ciudadanos.- Tras un periodo emergente con encuestas a favor, en la primavera de Ciudadanos, con las flores (incorporación de simpatizantes, patriotismo utilitario, exaltación de un rumbo liberal moderno...) han aparecido las arideces y las espinas. Las primeras quedan al aire en un desaprovechado resultado electoral en Cataluña, en una indefinición bamboleante que evita el compromiso en demasiados ámbitos, y en una postura a medio camino entre la rapiña electoral y el expolio oportunista. Las espinas, consecuencia de la entidad de la formación, han aparecido en tres hechos que, por sí mismos, descalifican: Subordinar el apoyo a la Constitución a una postura determinada del Gobierno (por no recurrir el voto delegado de los catalanes huidos). Intentar forzar al Gobierno a una prórroga de las medidas tomadas en Cataluña en aplicación del artículo 155 de la Constitución, sin citar la decisión del Senado que posibilitó su aplicación y lo legalmente establecido. Y la propuesta de incorporación a la actividad política municipal española de personas tan significadas como Manuel Valls, político francés y ex primer ministro de Francia hace sólo tres años y medio.


Partido Popular.- Llega a la primavera con el desgaste de una Legislatura en mayoría absoluta (la X), las erosiones habidas en otra de una transición de seis meses (la XI), y la precariedad derivada de la necesidad que, en lo que va de la XII Legislatura, obliga a buscar apoyos para conseguir una continuidad que depende (aunque no en grado perentorio) de la aprobación de unos Presupuestos Generales del Estado condicionados por las exigencias de las formaciones políticas que pudieran prestar votos a cambio de concesiones. En la floración primaveral, puede exhibir los éxitos económicos, la estabilidad del momento y un liderazgo que permite un futuro sin traumas para mantener lo conseguido (Unidad nacional, Estado del Bienestar, continuidad de estatus en la UE y en el mundo...). Pero en el PP también hay arideces importantes (estructuras anquilosadas, polarización de grupos, hábitos viciados, lastre inútil, clientelismo...) y espinas capaces de producir la ineficacia de la formación e incluso la parálisis nacional (Corrupción, proyecto político antiguo, falta de promoción de nuevos valores personales, incapacidades varias...).


En síntesis, con deficiencias y errores, ésa puede ser la primavera (en singular) que existe hoy en la actividad política nacional. No es extraño, ni imposible, sin embargo, que en ella aparezca una “s” que transforme el sustantivo en adjetivo y degrade la actividad a una política de primaveras. 

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