No termina de carburar el Atlético de Bianchi, y encaramos ya la 14ª jornada. Tras un año alejado de los banquillos, el virrey aceptó el reto rojiblanco como el desafío pendiente que tiene con el fútbol europeo, donde triunfó como jugador en el Stade Reims y en el PSG, pero no como entrenador, pese a algunos logros dignos. Cabe citar el ascenso a 1ª con el Stade Reims y buenas temporadas con el Niza y el Paris F.C., pero también su fracaso en la Roma, donde fue destituido en el 96 tras 31 partidos y duras críticas de afición y prensa.

Nueve años más tarde, el bonaerense retoma su conquista de Europa, de la mano de un grande venido a menos que, sobre el papel, posee seguramente la mejor plantilla desde la temporada del doblete con Antic. Quién mejor para reflotar la nave que Bianchi: un técnico que ya lo logró con Boca hace siete años, transformando un grupo en plena crisis deportiva en un equipo campeón, a base de su mejor herramienta: la motivación y la psicología.

Los quince títulos en distintas etapas, nueve en Boca y seis en Vélez, dos Intercontinentales y tres Libertadores, hablan por sí solos.

El éxito del “profesor de música de Lisa Simpson” radica sin duda en su capacidad para motivar al grupo y formar bloques compactos, por encima de las individualidades; su liderazgo, capacidad de mando y orden en el trabajo es incuestionable, como lo es su capacidad para descubrir talentos de la cantera y hacerles triunfar.

Ciertamente, se puede observar un plantel compacto, incluso un once titular bastante definido en el equipo colchonero: Leo Franco, Velasco, Perea, Pablo, A.López, M.Petrov, Luccin, Gabi o Zahínos, Maxi, Kezman, Torres.

Otra cosa es el rendimiento que está ofreciendo hasta la fecha; el Atlético mantiene una trayectoria errática, con 13 goles a favor y otros 13 en contra (sale a 1-1 por partido), ocupa la 11ª posición, a medio camino entre la gloria y el infierno: a 5 puntos del descenso, 6 de UEFA y 7 de Champions, respectivamente. Pero el juego del equipo es irregular y con demasiados altibajos; los que conocen al míster no están preocupados, lo consideran la base, el borrador de la gran obra que está por escribirse en las páginas rojiblancas.

Lo cierto es que el “virrey de Linies” (barrio de Vélez, en homenaje al alférez español Santiago de Linies que reconquistó Buenos Aires a los ingleses) está empezando a recibir críticas a orillas del Manzanares. Ya hay quienes cuestionan hasta la validez de su curriculum, minimizando el valor de los Torneos Apertura , Clausura o las Intercontinentales en su haber por el inferior nivel general de los equipos argentinos y americanos. Aun reconociendo ese dato, sería injusto discutir el palmarés del gaucho; corresponde a uno de los grandes del fútbol mundial actual, las cosas como son.

Y tras pasar sin florituras el envite copero frente al Alcoyano, mañana el derby de Atléticos en San Mamés. Un Atlético imprevisible, con tres bajas sensibles en su eje central, uno por línea: Pablo, Luccin y Torres y un Athletic colista en plena crisis, que necesita ganar como el comer para salir poco a poco del agujero. Interesante match.