La cúpula judicial, elegida por los partidos dominantes y no por los jueces –hasta el “nuevo” PSOE acaba de rechazar el cambio-, tiene un sesgo político evidente. Pero los demás jueces, hecho el relevo generacional, reflejan en gran parte la pluralidad de nuestra sociedad, constituyendo su mayor salvaguarda y conveniencia contra el abuso de los poderosos. Nada más nocivo para la democracia que denigrarlos en general poruna sentencia que muy pocos han leído entera. Sentenciaque muestra su diversidad de enfoques ante un caso extremo, basado en el fondo en la credibilidad una o varias personas implicadas.
La mayoría de esos jueces ha condenado a los acusados por “abusos sexuales”,nombre errado a lo que, por lo que implica y la gravedad de las penas, debiera llamarse violación. Constituye un monstruoso y dañino extremismo el agitar tanto y tan demagógicamente a la sociedad. Eso es lo que ha hecho un pequeño grupo de 60 mujeres extremistas coordinadas contra esa condena, por lo demás, recurrible y recurrida. Apenas cabe concebir un peor ataque a la Justicia, a la paz social en una democracia y a la misma justa emancipación de las mujeres.