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Rafa Esteve-Casanova

Zaplana mítico

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Había una vez un muchacho cartagenero que se sentía liberal y se afilió, según dice su biografía oficial, a las juventudes de la UCD entonces en el poder. Desde su Cartagena natal se trasladó a Benidorm donde pronto hizo amistades con constructores y empresarios del sector turístico consiguiendo dar eso que algunos llaman “braguetazo” entroncando, vía matrimonio, con una de las familias más poderosas de la ciudad turística por antonomasia. Al parecer durante algún tiempo prestó sus servicios como asesor del Ministerio de Trabajo aunque no existe documento que asevere tal afirmación. Y un buen día en una etapa más de su carrera hacía la fama y el dinero encabezó la lista del Partido Popular en las elecciones municipales de Benidorm. Pero el destino y los votantes eligieron la candidatura del PSOE por un solo voto de diferencia y nuestro muchacho cartagenero vio su gozo en un pozo mientras miles de las entonces pobres pesetas se le escapaban por la raja de la urna.

Pero al cartagenero, moreno de rayos uva, no se le movió un solo pelo de la cabeza ni se le produjo arruga alguna en ese atuendo de jefe de planta de grandes almacenes. Su oportunidad de ser alcalde de su pueblo de adopción estaba en las filas del enemigo. Una concejal venal llamada Maruja Sánchez fue el trampolín que le serviría para asaltar el sillón del primer edil y desde allí comenzar una carrera meteórica que le llevaría al Consejo de Ministros de Aznar y a un piso en La Castellana madrileña de más de 500 metros cuadrados previo paso por la Presidencia de la Comunidad Valenciana. Esta concejal, modelo de tránsfugas, traicionó por dinero a los votantes. Fue recluida durante algunas semanas en algún lugar desconocido para evitar su arrepentimiento y con su voto traidor aupó a Eduardo Zaplana al turbulento mundo de los negocios y la política. Hoy, cuando han pasado muchos años, los valencianos todavía estamos pagando con nuestros impuestos el sueldo de la “maruja” traidora y su marido, un antiguo dúo que se dedicaba, antes de entrar en política, a amenizar las veladas y bailes de los miles de jubilados que hibernan en Benidorm.

Pero ya sabemos que el pobre muchacho andaba un poco corto de peculio. Él mismo lo dijo en su día y quedó grabado para la posteridad en las cintas del llamado “caso Naseiro”. Eduardo Zaplana, el hombre que confiesa a su amigo Boro Palop, a la sazón concejal popular en el Ayuntamiento de Valencia y hoy colocados él y su esposa en negocios afines a la gaviota, que iba a Sevilla- reservándose aquí su silla- para ver si conseguía ser el nuevo Juan Guerra. Zaplana quería dinero, mucho dinero, “Me tengo que hacer rico porque estoy arruinado”, quería comprarse un Opel Vectra de 16 válvulas, al poco tiempo consiguió su primer coche oficial- más barato para él- y ver si mediante algún que otro negocio inmobiliario le caían en las manos algunos millones. ¿ Les suena el sistema?. Yo ya no sé si esto es política o pura Mafia calabresa.

Zaplana está acostumbrado a no ver las vigas que taponan sus ojos dedicado a las pajas-con perdón- del ojo ajeno y esta semana cuando en sede parlamentaria el ministro Montilla- saco de boxeo de los populares- indicó que no estaba en política para forrarse, sin decir quien era el autor de la frase, nuestro ínclito Eduardo subió a la tribuna cual burel espoleado por rabiosas banderillas para indicar que él nunca había dicho esa frase. Nadie nombró su nombre pero el ex ministro de Trabajo se sintió aludido. El que se pica ajos come. Y la verdad es que esa frase no aparece en las famosas cintas grabadas el 11 de Febrero de 1990 pero si otras muy parecidas “le pides dos millones o tres de pelas”. ¿A cambio de qué debían entregarles ese dinero? ¿Era esto un triste antecedente del llamado “caso Fabra”?.

Las hemerotecas guardan celosamente todo lo que en su día se dijo y, a veces, es interesante visitarlas para encontrar frases que con el paso del tiempo se hacen famosas. Una de ellas podría ser esta que dijo Julio de España, presidente de las Cortes valencianas, refiriéndose a Terra Mítica. “Piedra central del proyecto ideado por Eduardo Zaplana para impulsar la riqueza en la Comunidad Valenciana”. Este proyecto ideado por la egolatría de Zaplana hoy, pocos años después de su inauguración, está en suspensión de pagos y abocado a la quiebra. Y ahora, por si algo faltaba, Terra Mítica, ese paraíso soñado por Zaplana, ha sido denunciada por el fiscal ante el Tribunal Supremo de Justicia de la Comunidad Valenciana por presunta falsedad en facturas con el fin de defraudar pagos de IVA e Impuesto de Sociedades. Los frentes jurídicos comienzan a levantar el polvo oculto debajo de las alfombras de oropel del Partido Popular en el País Valenciano desde el Norte al Sur. Pagos ilegales en paraísos fiscales a Julio Iglesias, posible tráfico de influencias del Presidente del PP en Castellón, el fraude de Terra Mítica, la condena por apropiarse del dinero de unas monjitas a Luis F. Cartagena, ex alcalde popular y ex conseller con Zaplana. ¿Queda más? ¿Dónde está el mal llamado código ético del PP?. Al lado de toda esta tropa Roldán era un simple aficionado.

Zaplana mítico

Rafa Esteve-Casanova
Rafa Esteve-Casanova
lunes, 28 de noviembre de 2005, 04:27 h (CET)
Había una vez un muchacho cartagenero que se sentía liberal y se afilió, según dice su biografía oficial, a las juventudes de la UCD entonces en el poder. Desde su Cartagena natal se trasladó a Benidorm donde pronto hizo amistades con constructores y empresarios del sector turístico consiguiendo dar eso que algunos llaman “braguetazo” entroncando, vía matrimonio, con una de las familias más poderosas de la ciudad turística por antonomasia. Al parecer durante algún tiempo prestó sus servicios como asesor del Ministerio de Trabajo aunque no existe documento que asevere tal afirmación. Y un buen día en una etapa más de su carrera hacía la fama y el dinero encabezó la lista del Partido Popular en las elecciones municipales de Benidorm. Pero el destino y los votantes eligieron la candidatura del PSOE por un solo voto de diferencia y nuestro muchacho cartagenero vio su gozo en un pozo mientras miles de las entonces pobres pesetas se le escapaban por la raja de la urna.

Pero al cartagenero, moreno de rayos uva, no se le movió un solo pelo de la cabeza ni se le produjo arruga alguna en ese atuendo de jefe de planta de grandes almacenes. Su oportunidad de ser alcalde de su pueblo de adopción estaba en las filas del enemigo. Una concejal venal llamada Maruja Sánchez fue el trampolín que le serviría para asaltar el sillón del primer edil y desde allí comenzar una carrera meteórica que le llevaría al Consejo de Ministros de Aznar y a un piso en La Castellana madrileña de más de 500 metros cuadrados previo paso por la Presidencia de la Comunidad Valenciana. Esta concejal, modelo de tránsfugas, traicionó por dinero a los votantes. Fue recluida durante algunas semanas en algún lugar desconocido para evitar su arrepentimiento y con su voto traidor aupó a Eduardo Zaplana al turbulento mundo de los negocios y la política. Hoy, cuando han pasado muchos años, los valencianos todavía estamos pagando con nuestros impuestos el sueldo de la “maruja” traidora y su marido, un antiguo dúo que se dedicaba, antes de entrar en política, a amenizar las veladas y bailes de los miles de jubilados que hibernan en Benidorm.

Pero ya sabemos que el pobre muchacho andaba un poco corto de peculio. Él mismo lo dijo en su día y quedó grabado para la posteridad en las cintas del llamado “caso Naseiro”. Eduardo Zaplana, el hombre que confiesa a su amigo Boro Palop, a la sazón concejal popular en el Ayuntamiento de Valencia y hoy colocados él y su esposa en negocios afines a la gaviota, que iba a Sevilla- reservándose aquí su silla- para ver si conseguía ser el nuevo Juan Guerra. Zaplana quería dinero, mucho dinero, “Me tengo que hacer rico porque estoy arruinado”, quería comprarse un Opel Vectra de 16 válvulas, al poco tiempo consiguió su primer coche oficial- más barato para él- y ver si mediante algún que otro negocio inmobiliario le caían en las manos algunos millones. ¿ Les suena el sistema?. Yo ya no sé si esto es política o pura Mafia calabresa.

Zaplana está acostumbrado a no ver las vigas que taponan sus ojos dedicado a las pajas-con perdón- del ojo ajeno y esta semana cuando en sede parlamentaria el ministro Montilla- saco de boxeo de los populares- indicó que no estaba en política para forrarse, sin decir quien era el autor de la frase, nuestro ínclito Eduardo subió a la tribuna cual burel espoleado por rabiosas banderillas para indicar que él nunca había dicho esa frase. Nadie nombró su nombre pero el ex ministro de Trabajo se sintió aludido. El que se pica ajos come. Y la verdad es que esa frase no aparece en las famosas cintas grabadas el 11 de Febrero de 1990 pero si otras muy parecidas “le pides dos millones o tres de pelas”. ¿A cambio de qué debían entregarles ese dinero? ¿Era esto un triste antecedente del llamado “caso Fabra”?.

Las hemerotecas guardan celosamente todo lo que en su día se dijo y, a veces, es interesante visitarlas para encontrar frases que con el paso del tiempo se hacen famosas. Una de ellas podría ser esta que dijo Julio de España, presidente de las Cortes valencianas, refiriéndose a Terra Mítica. “Piedra central del proyecto ideado por Eduardo Zaplana para impulsar la riqueza en la Comunidad Valenciana”. Este proyecto ideado por la egolatría de Zaplana hoy, pocos años después de su inauguración, está en suspensión de pagos y abocado a la quiebra. Y ahora, por si algo faltaba, Terra Mítica, ese paraíso soñado por Zaplana, ha sido denunciada por el fiscal ante el Tribunal Supremo de Justicia de la Comunidad Valenciana por presunta falsedad en facturas con el fin de defraudar pagos de IVA e Impuesto de Sociedades. Los frentes jurídicos comienzan a levantar el polvo oculto debajo de las alfombras de oropel del Partido Popular en el País Valenciano desde el Norte al Sur. Pagos ilegales en paraísos fiscales a Julio Iglesias, posible tráfico de influencias del Presidente del PP en Castellón, el fraude de Terra Mítica, la condena por apropiarse del dinero de unas monjitas a Luis F. Cartagena, ex alcalde popular y ex conseller con Zaplana. ¿Queda más? ¿Dónde está el mal llamado código ético del PP?. Al lado de toda esta tropa Roldán era un simple aficionado.

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