La de En sus zapatos es una historia de reencuentros, de sufrimientos y reconciliaciones, en la que si bien el concepto tradicional de la familia no sale muy bien parado, el afecto que se profesan algunos de sus miembros sustituye a los problemas de convivencia que todos tenemos alguna vez. Dirige Curtis Hanson (L.A. Confidential) sobre la novela homónima de Jennifer Weiner.
En sus zapatos juega con bastantes elementos argumentales: el conflicto fraternal entre dos hermanas que son polos puestos, su encuentro con una abuela a la que no conocían, la postura intransigente de una madrastra ceñida a unas estrictas convenciones sociales, los secretos de un padre arrepentido..., pero ninguno de estos conflictos logra tener un peso específico en una película que se ha vendido como un baile erótico de la Diaz cuando en realidad lo que intenta contar en imágenes no es más que una historia romántica con visos de comedia, la mayoría venidos desde los ancianos y su convivencia con Maggie, en una contraposición de caracteres que resulta más un tópico que una virtud.
Shirley MacLaine, una de las actrices más impresionantes que ha dado Hollywood, encarna a ese pariente perdido que limará las diferencias de las dos protagonistas mientras se aclaran algunas nubes que impedían observar el pasado en toda su amplitud. Pero mientras Hanson resuelve con nota esa vuelta al pasado (la madre de las chicas, fallecida de cáncer cuando eran niñas, se convierte en un personaje en toda regla), la vida cotidiana se pasa de convencional (el momento en que Maggie recuerda cómo su madre le metió una diadema en su mochila es de juzgado de guardia, así como el recurso al analfabetismo como elemento de superación está ya muy visto) y las risas que intenta arrancar provienen del choque cultural (diríase casi ancestral) entre una joven despierta, que viste ligera y piensa más ligera aún y los jubilados de una residencia de ancianos en cuyas caras se observa una perplejidad sobreutilizada en la comedia actual. Por esto, y no por la buena interpretación de Cameron Diaz (seamos correctos, pero tampoco hay que pasarse) En sus zapatos es una mala película que redunda en el tópico para entretener al público cuando lo que tiene que contar es más importante que una insignificante sonrisa.