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Nazareth Heredia

Un poquito de por favor

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La columna de hoy me ha costado un poco empezarla. Hace tiempo que vengo escribiendo sobre fútbol, selecciones, tenis, baloncesto, motociclismo o automovilismo, pero hoy voy a volver a la primera “Mirilla” que se publicó: las aficiones. En ese momento hablábamos de la pasión que cada público derrocha con los colores de su equipo, de lo que se sufre cuando las cosas no van bien y de la alegría y emoción que invaden cuando las cosas salen mejor de lo esperado.

Pues hoy no voy a referirme a esas aficiones modelo que sin duda hay en nuestro país, sino a las otras, al lado oscuro y más feo del deporte, que también existen. Son aquellas que no van al fútbol por el placer del fútbol, sino para insultar al contrario, para meterse con el árbitro antes de que pite el inicio del encuentro, para agredir en muchos casos y para provocar altercados que al final acaba pagando el club al que “defienden”.

Algunos casos son muy conocidos. Todos recordamos los insultos racistas hacia Eto´o en más de un estadio, así como a otros jugadores negros, porque son negros; ¿y qué? Otros son blancos, amarillos, rojizos y nadie se mete con ellos. En fin, el mero placer de insultar. Recordemos también a Figo en aquel mítico Barça-Madrid y la lluvia de objetos que cayeron de las gradas, el mecherazo que recibió el colegiado Anders Frisk en un partido de la Champions o algún que otro petardazo que ha caído sobre los cancerberos de la Liga.

Eso no es amar el fútbol, eso no dignifica a las aficiones, eso no es pasión. Amar el fútbol es llorar y reír ante derrotas y victorias, no pagarla con alguien cuando las cosas no van. Amar el fútbol es estrechar la mano al que defiende otros colores cuando los suyos lo han hecho mejor. Amar el fútbol es amar a tu equipo y respetar al contrario. Amar el fútbol es disfrutar viendo a Ronaldinho o Eto´o, Robinho o Baptista, sin importar cómo sean, porque tengan el color que tengan en la piel, son personas, como usted, como yo.

Un bravo por esos dos famosos aficionados del Madrid que aplaudieron el segundo gol de Ronaldinho, porque aunque madridistas de corazón y hasta siempre, aman el fútbol ante todo. Yo lo dejo caer y les dejo reflexionar. Disfruten de la mejor Liga del mundo, disfruten de los mejores jugadores del planeta y ante todo “un poquito de por favor”, que somos humanos y si en algo dicen que nos diferenciamos de los animales, es en el sentido común.

Un poquito de por favor

Nazareth Heredia
Nazareth Heredia
jueves, 24 de noviembre de 2005, 22:54 h (CET)
La columna de hoy me ha costado un poco empezarla. Hace tiempo que vengo escribiendo sobre fútbol, selecciones, tenis, baloncesto, motociclismo o automovilismo, pero hoy voy a volver a la primera “Mirilla” que se publicó: las aficiones. En ese momento hablábamos de la pasión que cada público derrocha con los colores de su equipo, de lo que se sufre cuando las cosas no van bien y de la alegría y emoción que invaden cuando las cosas salen mejor de lo esperado.

Pues hoy no voy a referirme a esas aficiones modelo que sin duda hay en nuestro país, sino a las otras, al lado oscuro y más feo del deporte, que también existen. Son aquellas que no van al fútbol por el placer del fútbol, sino para insultar al contrario, para meterse con el árbitro antes de que pite el inicio del encuentro, para agredir en muchos casos y para provocar altercados que al final acaba pagando el club al que “defienden”.

Algunos casos son muy conocidos. Todos recordamos los insultos racistas hacia Eto´o en más de un estadio, así como a otros jugadores negros, porque son negros; ¿y qué? Otros son blancos, amarillos, rojizos y nadie se mete con ellos. En fin, el mero placer de insultar. Recordemos también a Figo en aquel mítico Barça-Madrid y la lluvia de objetos que cayeron de las gradas, el mecherazo que recibió el colegiado Anders Frisk en un partido de la Champions o algún que otro petardazo que ha caído sobre los cancerberos de la Liga.

Eso no es amar el fútbol, eso no dignifica a las aficiones, eso no es pasión. Amar el fútbol es llorar y reír ante derrotas y victorias, no pagarla con alguien cuando las cosas no van. Amar el fútbol es estrechar la mano al que defiende otros colores cuando los suyos lo han hecho mejor. Amar el fútbol es amar a tu equipo y respetar al contrario. Amar el fútbol es disfrutar viendo a Ronaldinho o Eto´o, Robinho o Baptista, sin importar cómo sean, porque tengan el color que tengan en la piel, son personas, como usted, como yo.

Un bravo por esos dos famosos aficionados del Madrid que aplaudieron el segundo gol de Ronaldinho, porque aunque madridistas de corazón y hasta siempre, aman el fútbol ante todo. Yo lo dejo caer y les dejo reflexionar. Disfruten de la mejor Liga del mundo, disfruten de los mejores jugadores del planeta y ante todo “un poquito de por favor”, que somos humanos y si en algo dicen que nos diferenciamos de los animales, es en el sentido común.

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