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De guion programado

Diaz-Canel: Neocastrismo sin barbudos

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No fue el sabotaje, las golpes suaves, las armas convencionales, la guerra psicológica, el asesinato, la desestabilización o la intervención; sino la biología, la causante del fin de 60 años de la última dinastía de América Latina, que por transición generacional, se ha visto obligada a traspasar el poder directo, de la familia Castro en Cuba, a la persona del ingeniero electrónico de 57 años, Miguel Díaz-Canel Bermúdez. El sucesor de Raúl Castro, aunque no fue directamente proclamado como heredero oficial, si fue propuesto por este, mediante “elección por dedazo”, en 2013, cuando en ocasión del anuncio, que dejaría la Presidencia de Cuba, en 2018, Castro propone como reemplazo de José Ramón Machado Ventura, a Díaz-Canel para el mismo cargo desde el cual, el reemplazo a su hermano Fidel: la Primera Vice presidencia de los Consejos de Estados y de Gobierno.


El hombre que de la mano de Raúl, llega a la presidencia de Cuba, es un individuo de guion programado, que labro escrupulosamente su ascenso como funcionario gris, el cual se mantuvo siempre en segundo plano, para no provocar la envidia y tener que sufrir el mismo destino de los Roberto Robaina, Carlos Lage o Felipe Pérez Roque; que aunque discípulos de Fidel, fueron devorados por la revolución. En realidad, los únicos méritos del comedido aparátchik, son los de ser el primer dirigente nacido luego de la revolución, que tiene cuenta de facebook y twittter, y porta tablet china; que en vez de usar uniforme verde olivo, lleva jeans y que se le considera promotor del futbol, en un país beisbolero del Caribe; o sea, un tipo super conectado con los “millennials”. A pesar de semejantes “atributos” que recuerdan el linaje rebelde y hippyesco de Bill Clinton, en realidad, la “nueva cara” de Cuba, mientras no muera Raúl Castro, no tendrá un papel mayor, que de ventrílocuo de una dictadura que sigue gobernada por una sola familia, las fuerzas armadas y el partido comunista. En otras palabras, este personaje no será ni la sombra del remiso español, Adolfo Suarez o de su contumaz tocayo Gorbachov, al contrario, el Mijail cubano estará imposibilitado por el control que seguirá ejerciendo el poder tras el poder de la nomenklatura, con Raúl Castro al frente del todopoderoso, Partido Comunista, de Alejandro Castro, su hijo que controla el sector militar y los servicios de inteligencia y seguridad nacional y en la parte económica, por el pulpo de las fuerzas armadas: el Grupo de Administración Empresarial, SA (Gaesa) tubérculo de la matrioska castrense, de raíces largas y profundas, que se beneficia de las canonjías de la economía minorista y del turismo, de las ventas de productos en divisa y el control de puertos y aduanas. Inmerso en el conglomerado de poder del ancien régime sobre su administración, Diaz-Canel encara una seria responsabilidad con una economía de dudosa sostenibilidad, que hasta su propio progenitor en su momento censuró en respuesta a Jeffrey Goldberg, redactor de la revista “Atlantic”, cuando le pregunto a Fidel, si aún valía la pena intentar exportar el sistema económico cubano a otros países y el ex mandatario le respondió: “El modelo cubano ya ni siquiera funciona para nosotros”. Así, de ahora en más, tendrá que resolver la dura cuestión de la unificación monetaria, con sus secuelas de desempleo e inflación, mantener los servicios sociales, cuyo nuevo epígrafe reza: “son gratis, pero cuestan”, y ello para prestarlos a una población improductiva, que dentro de un quinquenio será la más envejecida de América Latina y el Caribe (más del 20 % por encima de los 60 años), promover una ley de pymes que las impulse, es decir ampliar la privatización y reducir al máximo permisible la economía estatal, captar inversión extranjera, con un sistema jurídico rígido, que a cambio exige transferencia de tecnología, todo ello en un ambiente internacional desfavorable, ante la pérdida de su principal mecenas petrolera: Venezuela y la presencia del huracán Trump, proveniente del norte, que por lo que se vislumbra terminara, empujándolo hacia las fauces del dragón chino que terminará engulléndolo.

Diaz-Canel: Neocastrismo sin barbudos

De guion programado
Euclides Tapia Campos
viernes, 20 de abril de 2018, 07:15 h (CET)

No fue el sabotaje, las golpes suaves, las armas convencionales, la guerra psicológica, el asesinato, la desestabilización o la intervención; sino la biología, la causante del fin de 60 años de la última dinastía de América Latina, que por transición generacional, se ha visto obligada a traspasar el poder directo, de la familia Castro en Cuba, a la persona del ingeniero electrónico de 57 años, Miguel Díaz-Canel Bermúdez. El sucesor de Raúl Castro, aunque no fue directamente proclamado como heredero oficial, si fue propuesto por este, mediante “elección por dedazo”, en 2013, cuando en ocasión del anuncio, que dejaría la Presidencia de Cuba, en 2018, Castro propone como reemplazo de José Ramón Machado Ventura, a Díaz-Canel para el mismo cargo desde el cual, el reemplazo a su hermano Fidel: la Primera Vice presidencia de los Consejos de Estados y de Gobierno.


El hombre que de la mano de Raúl, llega a la presidencia de Cuba, es un individuo de guion programado, que labro escrupulosamente su ascenso como funcionario gris, el cual se mantuvo siempre en segundo plano, para no provocar la envidia y tener que sufrir el mismo destino de los Roberto Robaina, Carlos Lage o Felipe Pérez Roque; que aunque discípulos de Fidel, fueron devorados por la revolución. En realidad, los únicos méritos del comedido aparátchik, son los de ser el primer dirigente nacido luego de la revolución, que tiene cuenta de facebook y twittter, y porta tablet china; que en vez de usar uniforme verde olivo, lleva jeans y que se le considera promotor del futbol, en un país beisbolero del Caribe; o sea, un tipo super conectado con los “millennials”. A pesar de semejantes “atributos” que recuerdan el linaje rebelde y hippyesco de Bill Clinton, en realidad, la “nueva cara” de Cuba, mientras no muera Raúl Castro, no tendrá un papel mayor, que de ventrílocuo de una dictadura que sigue gobernada por una sola familia, las fuerzas armadas y el partido comunista. En otras palabras, este personaje no será ni la sombra del remiso español, Adolfo Suarez o de su contumaz tocayo Gorbachov, al contrario, el Mijail cubano estará imposibilitado por el control que seguirá ejerciendo el poder tras el poder de la nomenklatura, con Raúl Castro al frente del todopoderoso, Partido Comunista, de Alejandro Castro, su hijo que controla el sector militar y los servicios de inteligencia y seguridad nacional y en la parte económica, por el pulpo de las fuerzas armadas: el Grupo de Administración Empresarial, SA (Gaesa) tubérculo de la matrioska castrense, de raíces largas y profundas, que se beneficia de las canonjías de la economía minorista y del turismo, de las ventas de productos en divisa y el control de puertos y aduanas. Inmerso en el conglomerado de poder del ancien régime sobre su administración, Diaz-Canel encara una seria responsabilidad con una economía de dudosa sostenibilidad, que hasta su propio progenitor en su momento censuró en respuesta a Jeffrey Goldberg, redactor de la revista “Atlantic”, cuando le pregunto a Fidel, si aún valía la pena intentar exportar el sistema económico cubano a otros países y el ex mandatario le respondió: “El modelo cubano ya ni siquiera funciona para nosotros”. Así, de ahora en más, tendrá que resolver la dura cuestión de la unificación monetaria, con sus secuelas de desempleo e inflación, mantener los servicios sociales, cuyo nuevo epígrafe reza: “son gratis, pero cuestan”, y ello para prestarlos a una población improductiva, que dentro de un quinquenio será la más envejecida de América Latina y el Caribe (más del 20 % por encima de los 60 años), promover una ley de pymes que las impulse, es decir ampliar la privatización y reducir al máximo permisible la economía estatal, captar inversión extranjera, con un sistema jurídico rígido, que a cambio exige transferencia de tecnología, todo ello en un ambiente internacional desfavorable, ante la pérdida de su principal mecenas petrolera: Venezuela y la presencia del huracán Trump, proveniente del norte, que por lo que se vislumbra terminara, empujándolo hacia las fauces del dragón chino que terminará engulléndolo.

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