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“Ciertamente, el hábito de la disimulación no es sino una astucia débil y remolona, y muy poco política” F. Bacon

Alemania y los reyes de España se equivocan

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Cuando el Gobierno de España, por la boca de don Mariano Rajoy, se manifiesta dispuesto a aceptar las decisiones del Tribunal Regional Superior de Schleswig-Holstein, repitiendo lo que se ha convertido en un estribillo constante cada vez que, su partido o alguna de sus decisiones o actuaciones como gobernante, están sometidas a la acción de la Justicia, no hace más que incurrir en una de “las verdades de Perogrullo que, a la mano cerrada le llama puño”. ¿Qué otro remedio les quedaría o qué otra solución cabría para enfrentarse a una resolución de un tribunal alemán, que tiene la sartén por el mango para decidir sobre el destino de un sujeto reclamado, en virtud de una euro orden de detención, por una serie de delitos contra la unidad de la nación española? Se ha calificado de rebelión según el criterio del magistrado del Supremo que ha redactado la petición y los alemanes, por medio de su tribunal decisorio sobre el tema que ha decidido en virtud, no como sería de esperar teniendo en cuenta que, en el CP alemán, existe un delito de Alta Traición, equiparable al español de rebelión ( que sería lo que debería haber determinado si se accedía a la euro orden o, por el contrario se denegaba); sino que, sin tener facultades para ello, sin disponer de los antecedentes que le permitieran emitir un veredicto ajustado a la ley y, mucho nos tememos, muy influenciados por la fama y el prestigio de los carísimos abogados que han aconsejado al prófugo de la Justicia español, han recurrido a argumentos tan peregrinos como el de que “el Gobierno español no se ha visto obligado a capitular ante las exigencias de los violentos”. ¡Faltaría más! ¿Deberíamos entender que para que, el docto tribunal germano, considerara que ha existido delito de rebelión, hubiera sido preciso que la revolución hubiera triunfado y obligado al legítimo gobierno de la nación española a ceder ante las peticiones catalanas de que se accediera a darle la independencia a la “república independiente catalana” como como ellos pretenden?


El tribunal teutón ha tenido que reconocer que el Estado de derecho en España es tan capaz o más que el alemán y que cualquier imputado en España tiene el derecho reconocido a su defensa, a ser tratado con respeto y el gozar de las garantías procesales como cualquier presunto criminal en cualquier otro lugar de la UE, incluso nos atreveríamos a afirmar que nuestra Justicia y nuestros tribunales son más garantistas que cualquier otro de la comunidad. No hay ni sombra de lo que se pidiera considerar como “represión política” por el simple hecho de que los delitos que se le achacan al señor Puigdemont y a sus compañeros de fuga, no tienen base en acusaciones políticas, por las ideas que defienden, sino al hecho de haber incumplido, con sus acciones y ataques directos a la unidad de la nación española, sus maquinaciones para delinquir, sus desobediencias a los altos tribunales como el TS y el TC, en materias que han entrañado un grave peligro de que, una parte importante del pueblo catalán, se levantara en clara desobediencia contra la Constitución patria.


No sabemos, por no ser expertos en la materia, si el tribunal alemán que tomó la decisión comentada, actuó de acuerdo a derecho, se extralimitó al tener en cuenta la pena que se le podía aplicar en España o si entro a considerar elementos, más propios del juicio que se le debería incoar en la nación española, que no correspondía tener en cuenta en una mera orden ( por su naturaleza de sistema simplificado de tramitación a través de jurisdicciones de países democráticos y, en consecuencia, que no deberían dar lugar a presunciones de que a los imputados se los pudiera juzgar sin garantías absolutas de aplicar estrictamente la legalidad) de detención y entrega. En caso contrario, no vemos la utilidad de un sistema que, en la práctica, como ha sucedido en Bélgica, no se diferencia en nada respeto a un procedimiento normal de petición de extradición a través de los conductos normales para hacerlo por los tribunales de Justicia.


No obstante, señores, lo que sí han conseguido los juristas alemanes es algo que no había logrado ni el mismo Hitler, y es que los españoles nos hayamos sentidos agraviados, heridos en nuestro orgullo y amor propio, que nos hayan decepcionado unos magistrados en los que, el 90% del pueblo español, había puesto sus esperanzas de conseguir que el tema catalán entrara en barrena y se pudiera empezar a restablecer la normalidad dentro de la autonomía. Los jueces alemanes, con su decisión, han puesto al gobierno español y a su justicia en una situación desairada y se les ha dado una inyección de optimismo a unos sujetos que han estado intentando la ruptura de la nación española. ¿Han pensado lo que hubiera sucedido si Baviera, desoyendo la decisión del TS alemán, hubieran empezado a rebelarse ( aunque fuera sin violencia) en contra del Estado alemán, tomando decisiones separatistas en su Parlamento del länder o negándose a cumplir las sentencias del TS, de modo que llegaran a poner en peligro la unidad del país?, ¿Acaso consentiría que la vida cotidiana de Baviera, sufriera cada día alteraciones motivadas por vándalos encargados de crear un ambiente de caos y de desafío en contra de las instituciones del Gobierno Central del país? ¿Hubieran consentido que la policía alemana, encargada de mantener orden, fuera acusada de excederse en el uso de la fuerza inventándose más de 800 heridos cuando, al siguiente día, no quedaba ninguno en los hospitales de Cataluña? Nos hubiera gustado ver cómo el Gobierno de la señora Merkel hubiera aceptado que, desde naciones a las que se consideraba amigas, unos sujetos se atribuyeran la facultad de poner a la nación alemana como chupa de dómine, acusándolo de opresión, de persecución política y de negarse a dialogar cuando de lo único que han pretendido dialogar, desde Mas hasta Puigdemont, ha sido de las condiciones con las que el Estado español estaría dispuesto a conceder la independencia a Cataluña. No duden los alemanes que, en sólo un día, han conseguido que una mayoría de españoles les retiremos la amistad que siempre les habíamos concedido.


El otro día comentamos el extraño suceso de los reyes de España y su conducta harto inconveniente con la reina doña Sofía, cuando intentó hacerse una fotografía con sus dos nietas. Dos personajes consiguieron que una gran mayoría de españoles valoraran aquellos hechos con suma dureza dada la gran simpatía que siempre ha despertado entre el pueblo español la reina emérita de España. Que S.M el Rey cogió un cabreo más que regular era evidente y bastaba ver las imágenes que se recogieron de aquellos acontecimientos, para que quedara patente lo enfurecido que se encontraba cuando tuvo que interrumpir su despedida de las autoridades que le rendían honores, para apartar a la reina de la trifulca que sostenía con su suegra. Por otra parte, el comportamiento evidentemente mal educado de la jovencita Leonor, aun considerando que sólo es una niña, puso de relieve que la educación que su madre le da en La Zarzuela, no se ajusta exactamente a la que debiera recibir una persona destinada a ocupar la corona que ahora luce su padre. No es de extrañar si se tiene en cuenta la serie de disgustos que ya le ha proporcionado a su marido, el Rey, en el tiempo en el que llevan reinando. La forma en la que apartó a sus hermanas de los actos públicos, el distanciamiento con todos sus familiares cercanos y la evidencia de que, en la Zarzuela, quien entra y sale cuando le place es la madre de doña Letizia, seguramente una de las causantes de las malas relaciones entre ella y su suegra Sofía.


En todo caso, la representación que se ha llevado a cabo cuando, ayer y hoy, acudieron a visitar al rey don Juan Carlos, operado para sustituirle unos implantes que ya necesitaban ser renovados, ha resultado ser un espectáculo kafkiano dedicado a unos ciudadanos dispuestos a tragarse lo que se les dé y a los que, seguramente, los reyes de España se han creído que era fácil engañarlos con una burda representación de una familia en la que todo es concordia y cariño. La reina Leticia con una sonrisa de fotografía abriéndole la puerta del coche a una, a la vez, sonriente (en este caso, con una de estas sonrisas que hacen bueno y alegre el mayor gesto de desesperación) mientras el rey Felipe, con cara de circunstancias se apea por el otro lado. Hoy se ha añadido un nuevo cuadro a la escena. La reina Sofía ha sido acompañada por las dos niñas, una de cada mano, hasta la puerta de entrada del hospital en el que se hallaba del paciente. Todo muy bien preparado y todo aderezado con los comentarios, evidentemente convenidos con los medios informativos, en los que se insistía en la normalidad absoluta que existía entre los miembros de la familia real y la reina Sofía. El rey Juan Carlos no formaba parte de la comitiva y es muy probable que lo que tenía que decir ya lo hizo cuando se acercó a cuchichearle algo al oído de su hijo el Rey.


Si esta chapuza de opereta cómica es todo lo que se les ha ocurrido para dar por zanjada la disputa del otro día deberemos reconocer que los asesores de la familia real carecen de imaginación y sus majestades debería buscarse otros que tuvieran la inteligencia suficiente para saber que, en estos casos, lo mejor es dar tiempo al tiempo y los retoques que se deban hacer y las experiencias que se deben considerar obligan a modificar, cambiar y descartar los motivos, las causas y los personajes que vienen siendo los causantes de esta situación que revela que el rey, en su casa, no tiene la vara del mando. Seguramente, la frecuencia y la asiduidad con la que se ven doña Letizia y su madre, pueden ser la causa de muchos de los rifirrafes que tienen lugar detrás de los muros opacos de La Zarzuela.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, pensamos que nos encontramos en unos momentos en los que las posibilidades de que, en España, recobremos la normalidad son muy escasas. Se puede decir que cada día suceden nuevos acontecimientos que, en lugar de facilitar el acuerdo entre las partes enfrentadas, lo que hacen es agravar las diferencias. Por desgracia, desde la dirección del PSOE(un partido que, si quisiera colaborar podría aclarar mucho la situación), no parece que Pedro Sánchez esté dispuesto a ayudar al pueblo español, antes al contrario, sigue buscando temas con los que perjudicar al actual Gobierno lo que hace que Rajoy, en uno de sus peores momentos de las dos legislaturas, se vea obligado a intentar acelerar la retirada del 155 de la comunidad catalana pera que, a su vez, los vascos de Urkullu se avengan a poner precio a la aprobación de los presupuestos generales del Estado que, como es evidente, con su retraso está impidiendo la puesta en marcha de determinadas políticas de gran interés para la ciudadanía. Pero ya sabemos que tanto Podemos como el PSOE, no tiene la menor intención de cesar en su campaña de destrucción de la nación española. Confiemos en la providencia.

Alemania y los reyes de España se equivocan

“Ciertamente, el hábito de la disimulación no es sino una astucia débil y remolona, y muy poco política” F. Bacon
Miguel Massanet
lunes, 9 de abril de 2018, 06:43 h (CET)

Cuando el Gobierno de España, por la boca de don Mariano Rajoy, se manifiesta dispuesto a aceptar las decisiones del Tribunal Regional Superior de Schleswig-Holstein, repitiendo lo que se ha convertido en un estribillo constante cada vez que, su partido o alguna de sus decisiones o actuaciones como gobernante, están sometidas a la acción de la Justicia, no hace más que incurrir en una de “las verdades de Perogrullo que, a la mano cerrada le llama puño”. ¿Qué otro remedio les quedaría o qué otra solución cabría para enfrentarse a una resolución de un tribunal alemán, que tiene la sartén por el mango para decidir sobre el destino de un sujeto reclamado, en virtud de una euro orden de detención, por una serie de delitos contra la unidad de la nación española? Se ha calificado de rebelión según el criterio del magistrado del Supremo que ha redactado la petición y los alemanes, por medio de su tribunal decisorio sobre el tema que ha decidido en virtud, no como sería de esperar teniendo en cuenta que, en el CP alemán, existe un delito de Alta Traición, equiparable al español de rebelión ( que sería lo que debería haber determinado si se accedía a la euro orden o, por el contrario se denegaba); sino que, sin tener facultades para ello, sin disponer de los antecedentes que le permitieran emitir un veredicto ajustado a la ley y, mucho nos tememos, muy influenciados por la fama y el prestigio de los carísimos abogados que han aconsejado al prófugo de la Justicia español, han recurrido a argumentos tan peregrinos como el de que “el Gobierno español no se ha visto obligado a capitular ante las exigencias de los violentos”. ¡Faltaría más! ¿Deberíamos entender que para que, el docto tribunal germano, considerara que ha existido delito de rebelión, hubiera sido preciso que la revolución hubiera triunfado y obligado al legítimo gobierno de la nación española a ceder ante las peticiones catalanas de que se accediera a darle la independencia a la “república independiente catalana” como como ellos pretenden?


El tribunal teutón ha tenido que reconocer que el Estado de derecho en España es tan capaz o más que el alemán y que cualquier imputado en España tiene el derecho reconocido a su defensa, a ser tratado con respeto y el gozar de las garantías procesales como cualquier presunto criminal en cualquier otro lugar de la UE, incluso nos atreveríamos a afirmar que nuestra Justicia y nuestros tribunales son más garantistas que cualquier otro de la comunidad. No hay ni sombra de lo que se pidiera considerar como “represión política” por el simple hecho de que los delitos que se le achacan al señor Puigdemont y a sus compañeros de fuga, no tienen base en acusaciones políticas, por las ideas que defienden, sino al hecho de haber incumplido, con sus acciones y ataques directos a la unidad de la nación española, sus maquinaciones para delinquir, sus desobediencias a los altos tribunales como el TS y el TC, en materias que han entrañado un grave peligro de que, una parte importante del pueblo catalán, se levantara en clara desobediencia contra la Constitución patria.


No sabemos, por no ser expertos en la materia, si el tribunal alemán que tomó la decisión comentada, actuó de acuerdo a derecho, se extralimitó al tener en cuenta la pena que se le podía aplicar en España o si entro a considerar elementos, más propios del juicio que se le debería incoar en la nación española, que no correspondía tener en cuenta en una mera orden ( por su naturaleza de sistema simplificado de tramitación a través de jurisdicciones de países democráticos y, en consecuencia, que no deberían dar lugar a presunciones de que a los imputados se los pudiera juzgar sin garantías absolutas de aplicar estrictamente la legalidad) de detención y entrega. En caso contrario, no vemos la utilidad de un sistema que, en la práctica, como ha sucedido en Bélgica, no se diferencia en nada respeto a un procedimiento normal de petición de extradición a través de los conductos normales para hacerlo por los tribunales de Justicia.


No obstante, señores, lo que sí han conseguido los juristas alemanes es algo que no había logrado ni el mismo Hitler, y es que los españoles nos hayamos sentidos agraviados, heridos en nuestro orgullo y amor propio, que nos hayan decepcionado unos magistrados en los que, el 90% del pueblo español, había puesto sus esperanzas de conseguir que el tema catalán entrara en barrena y se pudiera empezar a restablecer la normalidad dentro de la autonomía. Los jueces alemanes, con su decisión, han puesto al gobierno español y a su justicia en una situación desairada y se les ha dado una inyección de optimismo a unos sujetos que han estado intentando la ruptura de la nación española. ¿Han pensado lo que hubiera sucedido si Baviera, desoyendo la decisión del TS alemán, hubieran empezado a rebelarse ( aunque fuera sin violencia) en contra del Estado alemán, tomando decisiones separatistas en su Parlamento del länder o negándose a cumplir las sentencias del TS, de modo que llegaran a poner en peligro la unidad del país?, ¿Acaso consentiría que la vida cotidiana de Baviera, sufriera cada día alteraciones motivadas por vándalos encargados de crear un ambiente de caos y de desafío en contra de las instituciones del Gobierno Central del país? ¿Hubieran consentido que la policía alemana, encargada de mantener orden, fuera acusada de excederse en el uso de la fuerza inventándose más de 800 heridos cuando, al siguiente día, no quedaba ninguno en los hospitales de Cataluña? Nos hubiera gustado ver cómo el Gobierno de la señora Merkel hubiera aceptado que, desde naciones a las que se consideraba amigas, unos sujetos se atribuyeran la facultad de poner a la nación alemana como chupa de dómine, acusándolo de opresión, de persecución política y de negarse a dialogar cuando de lo único que han pretendido dialogar, desde Mas hasta Puigdemont, ha sido de las condiciones con las que el Estado español estaría dispuesto a conceder la independencia a Cataluña. No duden los alemanes que, en sólo un día, han conseguido que una mayoría de españoles les retiremos la amistad que siempre les habíamos concedido.


El otro día comentamos el extraño suceso de los reyes de España y su conducta harto inconveniente con la reina doña Sofía, cuando intentó hacerse una fotografía con sus dos nietas. Dos personajes consiguieron que una gran mayoría de españoles valoraran aquellos hechos con suma dureza dada la gran simpatía que siempre ha despertado entre el pueblo español la reina emérita de España. Que S.M el Rey cogió un cabreo más que regular era evidente y bastaba ver las imágenes que se recogieron de aquellos acontecimientos, para que quedara patente lo enfurecido que se encontraba cuando tuvo que interrumpir su despedida de las autoridades que le rendían honores, para apartar a la reina de la trifulca que sostenía con su suegra. Por otra parte, el comportamiento evidentemente mal educado de la jovencita Leonor, aun considerando que sólo es una niña, puso de relieve que la educación que su madre le da en La Zarzuela, no se ajusta exactamente a la que debiera recibir una persona destinada a ocupar la corona que ahora luce su padre. No es de extrañar si se tiene en cuenta la serie de disgustos que ya le ha proporcionado a su marido, el Rey, en el tiempo en el que llevan reinando. La forma en la que apartó a sus hermanas de los actos públicos, el distanciamiento con todos sus familiares cercanos y la evidencia de que, en la Zarzuela, quien entra y sale cuando le place es la madre de doña Letizia, seguramente una de las causantes de las malas relaciones entre ella y su suegra Sofía.


En todo caso, la representación que se ha llevado a cabo cuando, ayer y hoy, acudieron a visitar al rey don Juan Carlos, operado para sustituirle unos implantes que ya necesitaban ser renovados, ha resultado ser un espectáculo kafkiano dedicado a unos ciudadanos dispuestos a tragarse lo que se les dé y a los que, seguramente, los reyes de España se han creído que era fácil engañarlos con una burda representación de una familia en la que todo es concordia y cariño. La reina Leticia con una sonrisa de fotografía abriéndole la puerta del coche a una, a la vez, sonriente (en este caso, con una de estas sonrisas que hacen bueno y alegre el mayor gesto de desesperación) mientras el rey Felipe, con cara de circunstancias se apea por el otro lado. Hoy se ha añadido un nuevo cuadro a la escena. La reina Sofía ha sido acompañada por las dos niñas, una de cada mano, hasta la puerta de entrada del hospital en el que se hallaba del paciente. Todo muy bien preparado y todo aderezado con los comentarios, evidentemente convenidos con los medios informativos, en los que se insistía en la normalidad absoluta que existía entre los miembros de la familia real y la reina Sofía. El rey Juan Carlos no formaba parte de la comitiva y es muy probable que lo que tenía que decir ya lo hizo cuando se acercó a cuchichearle algo al oído de su hijo el Rey.


Si esta chapuza de opereta cómica es todo lo que se les ha ocurrido para dar por zanjada la disputa del otro día deberemos reconocer que los asesores de la familia real carecen de imaginación y sus majestades debería buscarse otros que tuvieran la inteligencia suficiente para saber que, en estos casos, lo mejor es dar tiempo al tiempo y los retoques que se deban hacer y las experiencias que se deben considerar obligan a modificar, cambiar y descartar los motivos, las causas y los personajes que vienen siendo los causantes de esta situación que revela que el rey, en su casa, no tiene la vara del mando. Seguramente, la frecuencia y la asiduidad con la que se ven doña Letizia y su madre, pueden ser la causa de muchos de los rifirrafes que tienen lugar detrás de los muros opacos de La Zarzuela.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, pensamos que nos encontramos en unos momentos en los que las posibilidades de que, en España, recobremos la normalidad son muy escasas. Se puede decir que cada día suceden nuevos acontecimientos que, en lugar de facilitar el acuerdo entre las partes enfrentadas, lo que hacen es agravar las diferencias. Por desgracia, desde la dirección del PSOE(un partido que, si quisiera colaborar podría aclarar mucho la situación), no parece que Pedro Sánchez esté dispuesto a ayudar al pueblo español, antes al contrario, sigue buscando temas con los que perjudicar al actual Gobierno lo que hace que Rajoy, en uno de sus peores momentos de las dos legislaturas, se vea obligado a intentar acelerar la retirada del 155 de la comunidad catalana pera que, a su vez, los vascos de Urkullu se avengan a poner precio a la aprobación de los presupuestos generales del Estado que, como es evidente, con su retraso está impidiendo la puesta en marcha de determinadas políticas de gran interés para la ciudadanía. Pero ya sabemos que tanto Podemos como el PSOE, no tiene la menor intención de cesar en su campaña de destrucción de la nación española. Confiemos en la providencia.

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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