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Acoquina que siglo y medio después de la muerte de Thomas Malthus, pastor de la Iglesia Anglicana y autor del polémico ensayo sobre los principios de población, sus ideas sigan teniendo en nuestros días la vigencia suficiente como para inspirar buena parte de los idearios neoliberales y reaccionarios de la mayoría de las democracias avanzadas de Occidente. Y España, por descontado, no es una excepción.
Seguro que los aficionados al cine de ciencia ficción recordarán la adaptación cinematográfica de la novela Make Room! Make Room!, que el escritor estadounidense Harry Harrison, pseudónimo de Henry Maxwell Dempsey, publicó en 1966. Soylent green, película dirigida por Richard Fleischer en 1973, una inquietante distopía que se proyectó en las pantallas de nuestro país bajo el título Cuando el destino nos alcance, nos habla de la acuciante falta de recursos que sufre la megalópolis en donde se desarrolla la trama, para poder alimentar a una población exponencialmente en aumento, pero sobre todo de la espeluznante forma en que sus gobernantes intentan poner remedio al problema.
Es una suerte para los que, como yo mismo, vamos teniendo una edad, de que se trate tan solo de una obra de ficción cuya verosimilitud, a día de hoy o en un futuro más o menos próximo, parece carecer de todo fundamento. Quizá sea por eso, por inconsistente quiero decir, que las élites económicas que gobiernan el mundo a su antojo se hayan decantado, entre otras estrategias de dominación, por amedrentarnos con la precariedad de las pensiones presentes y futuras como una nueva manera de perpetuar su hegemonía sobre las masas.
Sólo faltaba que lo pregonasen a los cuatro vientos para acabar de cerciorarnos de que era así, y así ha sido. Es cierto que no fue tan directa como Taro Aso, ministro japonés de finanzas que en 2013 espetó que el mejor servicio que los ancianos podían hacer por su país era morirse, pero la señora Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, lo pudo decir más alto pero no más claro: los ancianos viven demasiado y son un riesgo para la economía. Con lo cual llegamos a la conclusión de que han acabado trocando la comida por las pensiones, si bien las rancias ideas maltusianas que les inspiran siguen siendo las mismas.
EH Bildu estaría integrada por militantes de Aralar, Alternativa, EA e Independientes, todos ellos fagocitados por la estrella-alfa Sortu, cuyo ideólogo sería el actual candidato a Lehendakari, Pello Otxandiano, quien decidió revisar la anterior estrategia de Bildu e incorporar a su bagaje político la llamada inteligencia maquiavélica.
El pasado martes mientras limpiaba uno de los patios de colegio que me toca dos veces a la semana, una niña intentaba proteger a una abeja que no podía volar cogiéndola con una hoja y la apartó para que nadie la pisara estando pendiente para ver si se podía recuperar a lo que se sumaron una compañera y un compañero. Gestos que demuestran más empatía que muchos adultos.
En la colosal vorágine de los tiempos modernos, nos encontramos enredados en un tejido de deseos y ansias desbocadas. Nos hemos convertido en una sociedad dominada por la avaricia, un apetito voraz que desemboca en la insaciabilidad. La hambruna crónica de la insatisfacción. Más y más por el mero más y más. Lejos queda la capacidad personal y colectiva de detenernos a pensar quiénes somos y echar la vista atrás para recapitular de dónde venimos.
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