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Patxo Palacios

Una, grande y ¿libre?

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El reciente debate en el Congreso de los Diputados, genuino órgano depositario de la voluntad del pueblo español, fue la pasada semana testigo de una interesante jornada, donde con mayor o menor acierto todos los grupos políticos se postularon sobre la reforma del nuevo Estatut para Catalunya.

Y, al final, cuando las cosas se ponen peliagudas para la unidad patria… hay que tacharlo de inconstitucional. Si falla, siempre quedará el sempiterno artículo 2 del título preliminar para ahuyentar a los ‘aventureros’: “la Constitución se basa en la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”. Por si esto no fuese suficiente, “las Fuerzas Armadas tienen como misión defender su integridad territorial”(art. 8), ¿frente a propios o extraños? Qué bonito ejemplo de expresión popular y libertad… La norma de normas, el paradigma y base jurídica del Estado social y democrático de Derecho prohibiendo a cualquiera que se pueda votar o decidir democráticamente otra configuración política / territorial… enseñando al Ejército por detrás, como que no quiere la cosa.

No hay Constitución alguna en las democracias occidentales con un artículo similar.

Las fórmulas de convivencia pueden ser muy diversas y todas igualmente respetables, siempre que cuenten con el respaldo popular. El respeto a la ley es un presupuesto básico de toda comunidad civilizada, pero su inmutabilidad nunca, de ninguna manera.

Si bien el texto constitucional garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran, reconociendo a España como única nación, es más que discutible que Euskadi, Catalunya o Galicia no reúnan sobradamente los requisitos que cualquier manual sobre Derecho Internacional exige para ser considerados nación igualmente. Sin ir más lejos, la declaración universal sobre los Derechos Humanos reconoce al de autodeterminación de los pueblos como parte integrante de su elenco.

Así, hay pocas dudas de que las tres comunidades mencionadas no reúnan los elementos básicos de toda nación: territorio, cultura / lengua propia y un elemento subjetivo. El hecho de que formen parte de un Estado configurados como autonomía no determina necesariamente, como ciertos políticos y comentaristas afirman, que sus ciudadanos no puedan organizarse políticamente de otro modo: en una Federación, Estado propio, continúen como autonomía dentro de España …o lo que sea, si ellos así lo deciden, con una mayoría cualificada… pero ellos, no los ciudadanos de otras comunidades.

Eso es democracia y respeto a la libre voluntad de los pueblos y de los ciudadanos… ni más ni menos.

Una, grande y ¿libre?

Patxo Palacios
Patxo Palacios
miércoles, 9 de noviembre de 2005, 23:49 h (CET)
El reciente debate en el Congreso de los Diputados, genuino órgano depositario de la voluntad del pueblo español, fue la pasada semana testigo de una interesante jornada, donde con mayor o menor acierto todos los grupos políticos se postularon sobre la reforma del nuevo Estatut para Catalunya.

Y, al final, cuando las cosas se ponen peliagudas para la unidad patria… hay que tacharlo de inconstitucional. Si falla, siempre quedará el sempiterno artículo 2 del título preliminar para ahuyentar a los ‘aventureros’: “la Constitución se basa en la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”. Por si esto no fuese suficiente, “las Fuerzas Armadas tienen como misión defender su integridad territorial”(art. 8), ¿frente a propios o extraños? Qué bonito ejemplo de expresión popular y libertad… La norma de normas, el paradigma y base jurídica del Estado social y democrático de Derecho prohibiendo a cualquiera que se pueda votar o decidir democráticamente otra configuración política / territorial… enseñando al Ejército por detrás, como que no quiere la cosa.

No hay Constitución alguna en las democracias occidentales con un artículo similar.

Las fórmulas de convivencia pueden ser muy diversas y todas igualmente respetables, siempre que cuenten con el respaldo popular. El respeto a la ley es un presupuesto básico de toda comunidad civilizada, pero su inmutabilidad nunca, de ninguna manera.

Si bien el texto constitucional garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran, reconociendo a España como única nación, es más que discutible que Euskadi, Catalunya o Galicia no reúnan sobradamente los requisitos que cualquier manual sobre Derecho Internacional exige para ser considerados nación igualmente. Sin ir más lejos, la declaración universal sobre los Derechos Humanos reconoce al de autodeterminación de los pueblos como parte integrante de su elenco.

Así, hay pocas dudas de que las tres comunidades mencionadas no reúnan los elementos básicos de toda nación: territorio, cultura / lengua propia y un elemento subjetivo. El hecho de que formen parte de un Estado configurados como autonomía no determina necesariamente, como ciertos políticos y comentaristas afirman, que sus ciudadanos no puedan organizarse políticamente de otro modo: en una Federación, Estado propio, continúen como autonomía dentro de España …o lo que sea, si ellos así lo deciden, con una mayoría cualificada… pero ellos, no los ciudadanos de otras comunidades.

Eso es democracia y respeto a la libre voluntad de los pueblos y de los ciudadanos… ni más ni menos.

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Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
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