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No nos lo merecemos

¿Chanchullos con la Justicia?

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¿Qué está sucediendo en las alturas de la política de este país? Verdaderamente se están produciendo hechos difíciles de entender para el común de los ciudadanos, que se sienten perplejos ante posiciones como la del señor fiscal general del Estado, don Julián Sánchez Melgar, que contradicen posturas anteriores y que van en contra de la opinión de los fiscales que están llevando las diligencias referentes a los expedientados como presuntos delincuentes por su participación, de una manera directa y personal, en los actos que culminaron con el referendo ilegal del 1 de octubre de 2017. Lo malo de que esto suceda es que se presta a interpretaciones maliciosas, en el sentido de que ha sido presionado por el Gobierno que, aunque parezca una boutade parece que tiene más prisa en levantar el Artº 155 de la autonomía catalana que los propios independentistas, que son los que más ruido hacen en este sentido. En efecto, es sabido que la aprobación de los PGE del 2018, en la nevera desde hace meses, no se consigue, entre otros motivos, porque sin el apoyo del PNV no se puede lograr sacarlos adelante. Esta impaciencia, esta falta de la característica flema y tranquilidad por parte de don Mariano Rajoy, resulta ser, cuanto menos, extraña y poco frecuente en un mandatario que siempre se ha caracterizado por sus “gallegadas”. Sin embargo, a los españoles de a pie nos suena a una postura que en nada favorece a España y que, en cierta manera, nos parece que el fiscal general del Estado ha metido el bastón de mando en una cuestión en la que no debiera de haber intervenido y que nada dice en favor suyo y mucho en contra de aquellos que, supuestamente, le hubieran aconsejado semejante intervención.


Partiendo de que, según el señor Montesquieu, debe respetarse la independencia de cada uno de los cuatro poderes del Estado, el hecho poco menos que insólito, de que en un caso tan delicado, donde se está jugando, nada menos que la integridad de España ante el ataque directo, sin tregua y despendolado, de los separatistas nacionalistas catalanes, sin que haya servido para que su actitud levantisca cesara con la aplicación ( claro que excesivamente blanda) del 155 de la Constitución; ahora sea el propio Gobierno de la nación quién dé la sensación de remar contra corriente en el caso de este señor en prisión provisional, si es que ha insistido ante el señor fiscal general para que pidiera a sus subordinados que solicitaran al magistrado la excarcelación del señor Joaquim Forn, exconsejero de Interior de la Generalitat, y presunto responsable del fracaso de la policía catalana en impedir que, la consulta ilegal del 1 de octubre, pudiera llevarse a cabo, a pesar de los esfuerzos de la policía nacional y la Guardia Civil para evitarlo. No entendemos que, en este caso, el ejecutivo del PP haya utilizado el recurso de consentir un mal considerado menor en aras de conseguir una rápida investidura (no olvidemos que los candidatos propuestos todos carecen de las condiciones precisas para poder aspirar al cargo de presidente de la Generalitat a causa de estar imputados en el procedimiento que se sigue ante el TS por delitos, todos ellos, de suma gravedad). El motivo: el hecho de que los vascos del PNV, trabajando en interés propio y considerando que, en su día, también podrían quedar afectado por sus evidentes aspiraciones independentistas, por el mismo artículo que ha dejado a los catalanes fuera de juego; advirtieron al Gobierno de la nación que “mientras estuviera vigente el 155 en Cataluña no habría manera de llegar a acuerdo alguno para la aprobación del presupuesto para el 2018”.


Teme Rajoy, y con razón, de que puedan llegar a solaparse dos presupuestos, el del 2018 y el del 2019, lo que efectivamente les podría en una situación incómoda ante la CE que, con toda seguridad, tendría algo que decir al respecto. Tienen los populares demasiados frentes abiertos para que puedan consentir que se les abra uno nuevo fuera de España. Los españoles y, particularmente aquellos que residimos en el meollo de la insurrección catalana, observamos como al señor Rajoy le han entrado las prisas, suponemos que aconsejados por los miembros de su cámara íntima, entre los que con toda seguridad se encuentra la intrigante vicepresidenta, cuya trayectoria en el manejo de la situación catalana ha demostrado ser bastante mejorable dados los fracasos cosechados con sus gestiones previas a la absurda y grotesca declaración de la República Independiente de Cataluña, de tan efímera y ridícula duración.


No obstante, parece que la oposición y contamos, en este caso, don el propio partido de Ciudadanos, parece poco dispuesta a colaborar en los frentes que ellos mismos han abierto para poner, al señor Rajoy y su equipo, en una situación sumamente delicada en la que, como ya está sucediendo con la Ley “Mordaza”, los vetos con los que han mantenido impracticables y sin efecto inmediato los diversos acuerdos adversos a sus intereses, que siguen almacenados en los archivos del Parlamento; es posible que, con la desafección del grupo de Ciudadanos como parece que sucedió con la propuesta de dejar sin efecto aquella norma, puede suceder que se vean en una situación tan desasistida que llegue un momento en que, la gobernación del país, se haga insostenible y, entonces, la única solución que les quedaría sería convocar unas nuevas elecciones que, así como están las cosas en la actualidad, con el chorro de votos que siguen perdiendo los populares, los resultados finales de la consulta puede que fueran desastrosos para el PP y ya no digamos para el grupo que hoy sostiene, a duras penas, al señor Rajoy, en plena decadencia política.


Si los catalanes nacionalistas están agotando su credibilidad, la poca que les queda, no obstante no se nota que, entre el pueblo catalán, fanatizado con la idea de que España quiere acabar con sus “libertades” y seguir “aprovechándose” de ellos, se haya producido cambio alguno en su intención de seguir apoyando a los independentistas, pese a que ya muchos reconocen los efectos adversos que le vienen reportando a la autonomía catalana sus sucesivas demostraciones de falta de respeto a las leyes españolas y a su Constitución. Siguen, no obstante, con Puigdemont a la cabeza, intentando conseguir el apoyo de determinados estamentos internacionales, por lo que prosiguen visitando países donde sus gobiernos los siguen ignorando y apoyando la postura española pero, no obstante, van consiguiendo diversos apoyos dentro de aquellas agrupaciones progresistas, partidarios de la independencia de las pequeñas regiones y, por supuesto del grupo de izquierdas más extremo, que incluye a los representantes de Podemos, que lo que buscan es dinamitar, desde dentro, a la propia UE; como medio de conseguir, lo que ya intentó el señor Stalín en la Europa de los años treinta del siglo pasado, la progresiva conquista de toda Europa para la causa comunista.


Es evidente que la Europa actual posee vacunas para evitar que, lo que estuvo intentando conseguir José Stalín y lo consiguió en parte en Francia e Italia, le fallara por dos motivos: por la victoria del general Franco contra el intento de los comunistas enviados por Rusia a luchar contra los “nacionales”, que frenó la conversión de la península Ibérica, con España y Portugal sometidos al control de la Unión Soviética, en unas provincias más de aquella potencia; algo que hubiera cambiado por completo el rumbo de la II Guerra Mundial, ya que hubiera facilitado que los alemanes no se detuvieran en los Pirineos y, en lugar de atacar al norte a los rusos en su terreno, lo hubieran hecho con grandes facilidades invadiendo España donde, por aquel entonces, hubieran contado con todas la simpatías y apoyo de los que lucharon en contra del régimen bolchevique al lado de Franco.


Lo que es posible que sucediera, si revoluciones internas como la catalana llegaran a conseguir resultados positivos, es que la confianza que, en la actualidad, despierta la España monarquía parlamentaria democrática, se convirtiera en resquemor, suspicacia, recelo o desazón de modo que, todo lo ganado hasta ahora por el gobierno del PP en muy poco tiempo y ante un comportamiento como el que tuvieron los griegos con el señor Psipras (cuando se creyó que podría doblegar a la UE), viniera una reacción similar en la que el pueblo español tuviera que elegir entre una rebaja de todas las mejoras sociales, incluidas principalmente las pensiones, o bien que nos excluyeran de la pertenencia a la CE lo que, evidentemente, sería lo peor que, como país, nos podría pasar.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la impresión de que hemos iniciado una especie de torbellino en el que parece que nuestros políticos han entrado en una competición absurda entre ellos, de modo que el sentido común se ha transformado en egoísmo, la razón en locura, la convivencia pacífica en agresividad y cualquier atisbo de sensatez en imprudencia e irreflexión. Nos cuesta pensar que dentro de los partidos que se consideran constitucionalistas no haya alguien con suficiente sensatez y valentía para ponerse al frente de todos aquellos, no hay duda de que son mayoría, que quieren que España entre en razón y acabe, con mano firme y resolutiva, con cualquier intento de subversión fuere de la clase que fuere. Al menos, así lo pensamos algunos.

¿Chanchullos con la Justicia?

No nos lo merecemos
Miguel Massanet
viernes, 23 de marzo de 2018, 07:14 h (CET)

¿Qué está sucediendo en las alturas de la política de este país? Verdaderamente se están produciendo hechos difíciles de entender para el común de los ciudadanos, que se sienten perplejos ante posiciones como la del señor fiscal general del Estado, don Julián Sánchez Melgar, que contradicen posturas anteriores y que van en contra de la opinión de los fiscales que están llevando las diligencias referentes a los expedientados como presuntos delincuentes por su participación, de una manera directa y personal, en los actos que culminaron con el referendo ilegal del 1 de octubre de 2017. Lo malo de que esto suceda es que se presta a interpretaciones maliciosas, en el sentido de que ha sido presionado por el Gobierno que, aunque parezca una boutade parece que tiene más prisa en levantar el Artº 155 de la autonomía catalana que los propios independentistas, que son los que más ruido hacen en este sentido. En efecto, es sabido que la aprobación de los PGE del 2018, en la nevera desde hace meses, no se consigue, entre otros motivos, porque sin el apoyo del PNV no se puede lograr sacarlos adelante. Esta impaciencia, esta falta de la característica flema y tranquilidad por parte de don Mariano Rajoy, resulta ser, cuanto menos, extraña y poco frecuente en un mandatario que siempre se ha caracterizado por sus “gallegadas”. Sin embargo, a los españoles de a pie nos suena a una postura que en nada favorece a España y que, en cierta manera, nos parece que el fiscal general del Estado ha metido el bastón de mando en una cuestión en la que no debiera de haber intervenido y que nada dice en favor suyo y mucho en contra de aquellos que, supuestamente, le hubieran aconsejado semejante intervención.


Partiendo de que, según el señor Montesquieu, debe respetarse la independencia de cada uno de los cuatro poderes del Estado, el hecho poco menos que insólito, de que en un caso tan delicado, donde se está jugando, nada menos que la integridad de España ante el ataque directo, sin tregua y despendolado, de los separatistas nacionalistas catalanes, sin que haya servido para que su actitud levantisca cesara con la aplicación ( claro que excesivamente blanda) del 155 de la Constitución; ahora sea el propio Gobierno de la nación quién dé la sensación de remar contra corriente en el caso de este señor en prisión provisional, si es que ha insistido ante el señor fiscal general para que pidiera a sus subordinados que solicitaran al magistrado la excarcelación del señor Joaquim Forn, exconsejero de Interior de la Generalitat, y presunto responsable del fracaso de la policía catalana en impedir que, la consulta ilegal del 1 de octubre, pudiera llevarse a cabo, a pesar de los esfuerzos de la policía nacional y la Guardia Civil para evitarlo. No entendemos que, en este caso, el ejecutivo del PP haya utilizado el recurso de consentir un mal considerado menor en aras de conseguir una rápida investidura (no olvidemos que los candidatos propuestos todos carecen de las condiciones precisas para poder aspirar al cargo de presidente de la Generalitat a causa de estar imputados en el procedimiento que se sigue ante el TS por delitos, todos ellos, de suma gravedad). El motivo: el hecho de que los vascos del PNV, trabajando en interés propio y considerando que, en su día, también podrían quedar afectado por sus evidentes aspiraciones independentistas, por el mismo artículo que ha dejado a los catalanes fuera de juego; advirtieron al Gobierno de la nación que “mientras estuviera vigente el 155 en Cataluña no habría manera de llegar a acuerdo alguno para la aprobación del presupuesto para el 2018”.


Teme Rajoy, y con razón, de que puedan llegar a solaparse dos presupuestos, el del 2018 y el del 2019, lo que efectivamente les podría en una situación incómoda ante la CE que, con toda seguridad, tendría algo que decir al respecto. Tienen los populares demasiados frentes abiertos para que puedan consentir que se les abra uno nuevo fuera de España. Los españoles y, particularmente aquellos que residimos en el meollo de la insurrección catalana, observamos como al señor Rajoy le han entrado las prisas, suponemos que aconsejados por los miembros de su cámara íntima, entre los que con toda seguridad se encuentra la intrigante vicepresidenta, cuya trayectoria en el manejo de la situación catalana ha demostrado ser bastante mejorable dados los fracasos cosechados con sus gestiones previas a la absurda y grotesca declaración de la República Independiente de Cataluña, de tan efímera y ridícula duración.


No obstante, parece que la oposición y contamos, en este caso, don el propio partido de Ciudadanos, parece poco dispuesta a colaborar en los frentes que ellos mismos han abierto para poner, al señor Rajoy y su equipo, en una situación sumamente delicada en la que, como ya está sucediendo con la Ley “Mordaza”, los vetos con los que han mantenido impracticables y sin efecto inmediato los diversos acuerdos adversos a sus intereses, que siguen almacenados en los archivos del Parlamento; es posible que, con la desafección del grupo de Ciudadanos como parece que sucedió con la propuesta de dejar sin efecto aquella norma, puede suceder que se vean en una situación tan desasistida que llegue un momento en que, la gobernación del país, se haga insostenible y, entonces, la única solución que les quedaría sería convocar unas nuevas elecciones que, así como están las cosas en la actualidad, con el chorro de votos que siguen perdiendo los populares, los resultados finales de la consulta puede que fueran desastrosos para el PP y ya no digamos para el grupo que hoy sostiene, a duras penas, al señor Rajoy, en plena decadencia política.


Si los catalanes nacionalistas están agotando su credibilidad, la poca que les queda, no obstante no se nota que, entre el pueblo catalán, fanatizado con la idea de que España quiere acabar con sus “libertades” y seguir “aprovechándose” de ellos, se haya producido cambio alguno en su intención de seguir apoyando a los independentistas, pese a que ya muchos reconocen los efectos adversos que le vienen reportando a la autonomía catalana sus sucesivas demostraciones de falta de respeto a las leyes españolas y a su Constitución. Siguen, no obstante, con Puigdemont a la cabeza, intentando conseguir el apoyo de determinados estamentos internacionales, por lo que prosiguen visitando países donde sus gobiernos los siguen ignorando y apoyando la postura española pero, no obstante, van consiguiendo diversos apoyos dentro de aquellas agrupaciones progresistas, partidarios de la independencia de las pequeñas regiones y, por supuesto del grupo de izquierdas más extremo, que incluye a los representantes de Podemos, que lo que buscan es dinamitar, desde dentro, a la propia UE; como medio de conseguir, lo que ya intentó el señor Stalín en la Europa de los años treinta del siglo pasado, la progresiva conquista de toda Europa para la causa comunista.


Es evidente que la Europa actual posee vacunas para evitar que, lo que estuvo intentando conseguir José Stalín y lo consiguió en parte en Francia e Italia, le fallara por dos motivos: por la victoria del general Franco contra el intento de los comunistas enviados por Rusia a luchar contra los “nacionales”, que frenó la conversión de la península Ibérica, con España y Portugal sometidos al control de la Unión Soviética, en unas provincias más de aquella potencia; algo que hubiera cambiado por completo el rumbo de la II Guerra Mundial, ya que hubiera facilitado que los alemanes no se detuvieran en los Pirineos y, en lugar de atacar al norte a los rusos en su terreno, lo hubieran hecho con grandes facilidades invadiendo España donde, por aquel entonces, hubieran contado con todas la simpatías y apoyo de los que lucharon en contra del régimen bolchevique al lado de Franco.


Lo que es posible que sucediera, si revoluciones internas como la catalana llegaran a conseguir resultados positivos, es que la confianza que, en la actualidad, despierta la España monarquía parlamentaria democrática, se convirtiera en resquemor, suspicacia, recelo o desazón de modo que, todo lo ganado hasta ahora por el gobierno del PP en muy poco tiempo y ante un comportamiento como el que tuvieron los griegos con el señor Psipras (cuando se creyó que podría doblegar a la UE), viniera una reacción similar en la que el pueblo español tuviera que elegir entre una rebaja de todas las mejoras sociales, incluidas principalmente las pensiones, o bien que nos excluyeran de la pertenencia a la CE lo que, evidentemente, sería lo peor que, como país, nos podría pasar.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la impresión de que hemos iniciado una especie de torbellino en el que parece que nuestros políticos han entrado en una competición absurda entre ellos, de modo que el sentido común se ha transformado en egoísmo, la razón en locura, la convivencia pacífica en agresividad y cualquier atisbo de sensatez en imprudencia e irreflexión. Nos cuesta pensar que dentro de los partidos que se consideran constitucionalistas no haya alguien con suficiente sensatez y valentía para ponerse al frente de todos aquellos, no hay duda de que son mayoría, que quieren que España entre en razón y acabe, con mano firme y resolutiva, con cualquier intento de subversión fuere de la clase que fuere. Al menos, así lo pensamos algunos.

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