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“A fuerza de conceder derechos a todo el mundo, la democracia es el régimen que mata con mayor seguridad que la bondad” Albert Guinon

Las fuerzas de seguridad garantes del orden constitucional

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Nadie puede negar que, en España, existen fuerzas empeñadas en conseguir dar el cambio a nuestro actual régimen democrático de gobierno. Dos grupos de ciudadanos que han decidido que se tiene que luchar contra nuestras instituciones, acabar con la Constitución de 1978 e implantar un nuevo régimen, en el caso de las izquierdas más extremas formadas por los comunistas bolivarianos integrados en el partido Podemos y conseguir su emancipación de la nación española, como es el independentismo catalán, con el fin de establecerse como una nación independiente pensando que, si lo logran, van a gozar de una vida mejor y una mayor riqueza, cuando nos referimos a los insurrectos catalanistas que han decidido enfrentarse al Estado español, aún a sabiendas de que las posibilidades de conseguir su objetivo son nulas y que, aunque quienes llevan la batuta de este movimiento saben perfectamente las nefastas consecuencias de su proyecto, no han dudado en engañar, mentir, adoctrinar, falsear las situaciones y tergiversar la realidad, con el taimado propósito de provocar la insurrección y revolucionar a las masas en un intento de poner al Estado ante la necesidad de tomar medidas excepcionales para impedir que se salgan con la suya.


Como es costumbre de todos aquellos que intentan desacreditar a un gobierno, aunque se trate de un país en el que el régimen de gobierno sea el democrático, tanto en el caso del comunismo o el anarquismo como en el de los fanáticos del separatismo catalán; uno de los sistemas que suelen darles mejores resultados para intentar conseguir que, la opinión de los ciudadanos del propio país acepte sus propuestas, como si lo que se proponen es inclinar la opinión internacional en favor de su causa; viene consistiendo en provocar manifestaciones ( siempre las califican de pacíficas, aunque luego resulte que existen alborotadores encargados de provocar incidentes, hostigar y buscar la reacción de la policía o conseguir que las fuerzas antidisturbios carguen contra los tumultuosos, con el fin de que se produzca algún herido o traumatizado) con el propósito de que la prensa, siempre dispuesta a recrearse en el morbo y, en el caso de quienes buscan conseguir buenas imágenes para publicarlas en todos los medios de comunicación, con el objetivo de dar una falsa impresión de lo ocurrido pretendiendo con ello desprestigiar a las fuerzas de seguridad y, de paso, poder cargarle al Gobierno el San Benito de la “crueldad” con la que se reprime a los “inocentes ciudadanos” que sólo reclaman “lo que en justicia se merecen”. Silencio ominoso respecto a cualquier provocación o agresión por parte de los integrantes agitadores que siempre salen indemnes en tales follones.


Curiosamente, en los países donde no existe ningún tipo de democracia; donde el poder se ejerce por la vía totalitaria, despótica, dictatorial y opresiva, es donde la actuación de la policía adicta al régimen no se pone en cuestión, por muy salvaje que haya sido su intervención para acallar a los que reclaman ( en muchas ocasiones con toda la razón) que se les devuelvan sus libertades de las que han sido desposeídos por el gobierno integrado por quienes tienen por único objetivo el hacerse con el poder para, desde su postura radical, hacer uso de todos los resortes de los que disponen para enriquecerse, dominar a los ciudadanos y sustituir a todas aquellas instituciones que funcionan en los países democráticos, para no tener a nadie que cuestione las decisiones del poder. Este caso es, sin duda, el de la nación venezolana bajo la dictadura opresiva y dictatorial del impresentable Maduro, el gran mecenas del partido de Pablo Iglesias, avanzadilla comunista del régimen venezolano en España.


Por desgracia en España estamos en manos de un partido que, después de tener en sus manos la ocasión de poder enderezar el rumbo de la nación durante toda una legislatura, despreciaron la oportunidad y fruto de ello ha sido el gran descalabro catalán y el fortalecimiento de los partidos de izquierdas junto al envalentonamiento de los separatistas que, pese a haber recibido un severo castigo con la aplicación del Artº 155 de la Constitución, consiguieron superar la primera parte de esta medida, hasta conseguir volver a estar en condiciones de hacerse nuevamente con el poder en Cataluña si se ponen de acuerdo y deciden nombrar un presidente de la Generalitat que no tenga deudas pendientes con la Justicia. Si los Mossos de Escuadra de Cataluña han demostrado ser un instrumento más en manos de los separatistas catalanes, por lo que respecta a la Policía nacional y a la Guardia Civil es evidente que el Gobierno ha sido incapaz de darles toda la confianza que se merecían, apoyarlos de forma indubitable y confiar en la inteligencia de los mandos para darles la suficiente autoridad para que pudieran actuar en consecuencia cuando han sido vilipendiados, insultados, escarnecidos y expulsados de los lugares en los que se alojaban, de los que tuvieron que marcharse con las orejas gachas precisamente porque la incuria del Gobierno, el miedo a tomar medidas que pudieran molestar a los partidos de la oposición o a lo que pudieran decir en el extranjero, les ha limitado sus posibilidades de actuación, les ha privado de emplearse con la energía y fuerza de las que están dotados y, finalmente, los ha hecho aparecer como simples estatuas que no tenían otra misión que aguantar impávidos los insultos y agresiones de los que eran objeto, teniendo que tragar bilis ante semejante humillación.


Pero lo que, a primera vista, para algunos españoles, los más ,mojigatos, los que siempre tienen miedo a lo que podrán pensar de nosotros fuera de España, los que con su “buenismo” no consiguen más que las izquierdas vayan consiguiendo hacerse con el poder mientras las derechas, como siempre, no son capaces de reaccionar hasta que llega un momento que para hacerlo de una forma práctica y conveniente no queda otro recurso que volver a lo que, hace años, tuvo lugar cuando las cosas en España se pusieron tan mal que ya no hubo otra solución que el enfrentamiento entre españoles, en una guerra para impedir que el comunismo estaliniano se pudiera implantar en España, algo que no parecen querer reconocer aquellos que todavía siguen creyendo que la Guerra Civil la perdieron porque los alemanes ayudaron a Franco y no por lo que realmente sucedió: que el mando republicano, con sus disensiones internas y en Cataluña con sus pretensiones independentistas, impidieron que los generales “rojos” pudieran organizar sus divisiones de una forma coherente debido a las intrigas que se produjeron entre los mandos republicanos y los dirigentes catalanes, más pendientes de lo que sucedía dentro de Cataluña que de los que era necesario para detener al general Franco. Valga citar los acontecimientos del 4 y 5 mayo de 1937 en los que, los enfrentamientos entre comunistas y ERC contra el POUM y CNT, distrajeron a soldados del frente, que regresaron precipitadamente a Barcelona para enfrentarse los unos contra los otros. Un magnífico regalo a las tropas de los “nacionales” que con seguridad agradecieron de corazón aquellas deserciones tan imprudentes.


En todo caso el tema de los agravios a las fuerzas de seguridad del Estado, el fracaso de la táctica del Gobierno para impedir la celebración del llamado “referendo” del 1 de Octubre y la falta de apoyo de la policía catalana para impedir la apertura de los centros de votación, dejaron a las fuerzas de la policía y la Guardia Civil solos para enfrentarse, en claras condiciones de desventaja, ante los numerosos y fanatizados grupos de separatistas, que supieron mantenerlos en jaque, precisamente por tener la orden de no actuar con la contundencia con la que debieron de haber repelido a quienes se valieron de su contención para humillarlos y, para mayor INRI, luego humillarlos acusándolos de haber actuado de forma salvaje para acabar con una “manifestación pacífica” que luego quedó evidenciado que nada tenía de pacífica y sí mucho de provocación manipulada por los separatistas. Ha tenido que ser la Justicia, la que pusiera en su sitio a aquellos que, desde encima de los autos de la Guardia Civil, intentaban que fueran linchados los agentes que protegían a aquellos funcionarios que llevaban a cabo un registro en el despacho de ERC.


Lo cierto es que los revoltosos consiguieron crear un ambiente enrarecido y contrario a los policías y guardias civiles, intentando crear una atmósfera contraria a ambos cuerpos, inventándose miles de damnificados por las cargas policíacas, para lo que contaron con la complicidad de los mismos funcionarios de los hospitales, como se ha podido demostrar a posteriori cuando se comprobó que los que entraban con una mano vendada salían con la otra en cabestrillo. Todo un plan perfectamente pergeñado para conseguir poner en aprietos a un gobierno que se viene caracterizando por haberse dejado sorprender en todas las ocasiones en las que los catalanistas han querido hacerlo. Es evidentes que las informaciones que, sobre Cataluña, se recibían en Madrid no tenían nada que ver con lo que sucedía en esta parte de España, algo que nos ha tenido en ascuas a todos los españoles que vivimos en esta comunidad que hemos tenido que ver cómo se han cometido errores garrafales, como continuar subvencionando a Cataluña a través del FLA mientras todos sabíamos que, una parte sustancial de tales ayudas, iban a parar en actuaciones en favor de la república de Cataluña.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, hemos podido comprobar como la falta de decisión de un gobierno, que no ha sabido calibrar a tiempo la magnitud del problema del independentismo catalán, ha provocado que nos encontremos en una encrucijada de difícil solución, si tenemos en cuenta que el gobierno actual del PP del señor Rajoy se está tambaleando, algo que queda suficientemente explicitado cuando le escuchamos a don Mariano tocar a rebato pidiendo que sean los militantes, los que llevábamos años pidiéndole que actúe como un verdadero líder, que salgamos a la calle a hacer propaganda del partido. Lo primero que deberían haber hecho es evitar que, los millones de españoles que han dejado de votarles, tuvieran motivos más que suficiente para hacerlo, al comprobar que la deriva del partido se iba torciendo hacia posturas que, evidentemente, nada tenían que ver con los valores y tradiciones de un partido de derechas al que se le ha querido laicizar, deshumanizar y convertir en uno más de los partidos en los que el ideario es lo de menos y, lo que verdaderamente importa, es mantenerse en el candelero sean cuales sean las concesiones ética, morales o patrióticas que sean precisas hacer a tal fin. 

Las fuerzas de seguridad garantes del orden constitucional

“A fuerza de conceder derechos a todo el mundo, la democracia es el régimen que mata con mayor seguridad que la bondad” Albert Guinon
Miguel Massanet
martes, 20 de marzo de 2018, 00:46 h (CET)

Nadie puede negar que, en España, existen fuerzas empeñadas en conseguir dar el cambio a nuestro actual régimen democrático de gobierno. Dos grupos de ciudadanos que han decidido que se tiene que luchar contra nuestras instituciones, acabar con la Constitución de 1978 e implantar un nuevo régimen, en el caso de las izquierdas más extremas formadas por los comunistas bolivarianos integrados en el partido Podemos y conseguir su emancipación de la nación española, como es el independentismo catalán, con el fin de establecerse como una nación independiente pensando que, si lo logran, van a gozar de una vida mejor y una mayor riqueza, cuando nos referimos a los insurrectos catalanistas que han decidido enfrentarse al Estado español, aún a sabiendas de que las posibilidades de conseguir su objetivo son nulas y que, aunque quienes llevan la batuta de este movimiento saben perfectamente las nefastas consecuencias de su proyecto, no han dudado en engañar, mentir, adoctrinar, falsear las situaciones y tergiversar la realidad, con el taimado propósito de provocar la insurrección y revolucionar a las masas en un intento de poner al Estado ante la necesidad de tomar medidas excepcionales para impedir que se salgan con la suya.


Como es costumbre de todos aquellos que intentan desacreditar a un gobierno, aunque se trate de un país en el que el régimen de gobierno sea el democrático, tanto en el caso del comunismo o el anarquismo como en el de los fanáticos del separatismo catalán; uno de los sistemas que suelen darles mejores resultados para intentar conseguir que, la opinión de los ciudadanos del propio país acepte sus propuestas, como si lo que se proponen es inclinar la opinión internacional en favor de su causa; viene consistiendo en provocar manifestaciones ( siempre las califican de pacíficas, aunque luego resulte que existen alborotadores encargados de provocar incidentes, hostigar y buscar la reacción de la policía o conseguir que las fuerzas antidisturbios carguen contra los tumultuosos, con el fin de que se produzca algún herido o traumatizado) con el propósito de que la prensa, siempre dispuesta a recrearse en el morbo y, en el caso de quienes buscan conseguir buenas imágenes para publicarlas en todos los medios de comunicación, con el objetivo de dar una falsa impresión de lo ocurrido pretendiendo con ello desprestigiar a las fuerzas de seguridad y, de paso, poder cargarle al Gobierno el San Benito de la “crueldad” con la que se reprime a los “inocentes ciudadanos” que sólo reclaman “lo que en justicia se merecen”. Silencio ominoso respecto a cualquier provocación o agresión por parte de los integrantes agitadores que siempre salen indemnes en tales follones.


Curiosamente, en los países donde no existe ningún tipo de democracia; donde el poder se ejerce por la vía totalitaria, despótica, dictatorial y opresiva, es donde la actuación de la policía adicta al régimen no se pone en cuestión, por muy salvaje que haya sido su intervención para acallar a los que reclaman ( en muchas ocasiones con toda la razón) que se les devuelvan sus libertades de las que han sido desposeídos por el gobierno integrado por quienes tienen por único objetivo el hacerse con el poder para, desde su postura radical, hacer uso de todos los resortes de los que disponen para enriquecerse, dominar a los ciudadanos y sustituir a todas aquellas instituciones que funcionan en los países democráticos, para no tener a nadie que cuestione las decisiones del poder. Este caso es, sin duda, el de la nación venezolana bajo la dictadura opresiva y dictatorial del impresentable Maduro, el gran mecenas del partido de Pablo Iglesias, avanzadilla comunista del régimen venezolano en España.


Por desgracia en España estamos en manos de un partido que, después de tener en sus manos la ocasión de poder enderezar el rumbo de la nación durante toda una legislatura, despreciaron la oportunidad y fruto de ello ha sido el gran descalabro catalán y el fortalecimiento de los partidos de izquierdas junto al envalentonamiento de los separatistas que, pese a haber recibido un severo castigo con la aplicación del Artº 155 de la Constitución, consiguieron superar la primera parte de esta medida, hasta conseguir volver a estar en condiciones de hacerse nuevamente con el poder en Cataluña si se ponen de acuerdo y deciden nombrar un presidente de la Generalitat que no tenga deudas pendientes con la Justicia. Si los Mossos de Escuadra de Cataluña han demostrado ser un instrumento más en manos de los separatistas catalanes, por lo que respecta a la Policía nacional y a la Guardia Civil es evidente que el Gobierno ha sido incapaz de darles toda la confianza que se merecían, apoyarlos de forma indubitable y confiar en la inteligencia de los mandos para darles la suficiente autoridad para que pudieran actuar en consecuencia cuando han sido vilipendiados, insultados, escarnecidos y expulsados de los lugares en los que se alojaban, de los que tuvieron que marcharse con las orejas gachas precisamente porque la incuria del Gobierno, el miedo a tomar medidas que pudieran molestar a los partidos de la oposición o a lo que pudieran decir en el extranjero, les ha limitado sus posibilidades de actuación, les ha privado de emplearse con la energía y fuerza de las que están dotados y, finalmente, los ha hecho aparecer como simples estatuas que no tenían otra misión que aguantar impávidos los insultos y agresiones de los que eran objeto, teniendo que tragar bilis ante semejante humillación.


Pero lo que, a primera vista, para algunos españoles, los más ,mojigatos, los que siempre tienen miedo a lo que podrán pensar de nosotros fuera de España, los que con su “buenismo” no consiguen más que las izquierdas vayan consiguiendo hacerse con el poder mientras las derechas, como siempre, no son capaces de reaccionar hasta que llega un momento que para hacerlo de una forma práctica y conveniente no queda otro recurso que volver a lo que, hace años, tuvo lugar cuando las cosas en España se pusieron tan mal que ya no hubo otra solución que el enfrentamiento entre españoles, en una guerra para impedir que el comunismo estaliniano se pudiera implantar en España, algo que no parecen querer reconocer aquellos que todavía siguen creyendo que la Guerra Civil la perdieron porque los alemanes ayudaron a Franco y no por lo que realmente sucedió: que el mando republicano, con sus disensiones internas y en Cataluña con sus pretensiones independentistas, impidieron que los generales “rojos” pudieran organizar sus divisiones de una forma coherente debido a las intrigas que se produjeron entre los mandos republicanos y los dirigentes catalanes, más pendientes de lo que sucedía dentro de Cataluña que de los que era necesario para detener al general Franco. Valga citar los acontecimientos del 4 y 5 mayo de 1937 en los que, los enfrentamientos entre comunistas y ERC contra el POUM y CNT, distrajeron a soldados del frente, que regresaron precipitadamente a Barcelona para enfrentarse los unos contra los otros. Un magnífico regalo a las tropas de los “nacionales” que con seguridad agradecieron de corazón aquellas deserciones tan imprudentes.


En todo caso el tema de los agravios a las fuerzas de seguridad del Estado, el fracaso de la táctica del Gobierno para impedir la celebración del llamado “referendo” del 1 de Octubre y la falta de apoyo de la policía catalana para impedir la apertura de los centros de votación, dejaron a las fuerzas de la policía y la Guardia Civil solos para enfrentarse, en claras condiciones de desventaja, ante los numerosos y fanatizados grupos de separatistas, que supieron mantenerlos en jaque, precisamente por tener la orden de no actuar con la contundencia con la que debieron de haber repelido a quienes se valieron de su contención para humillarlos y, para mayor INRI, luego humillarlos acusándolos de haber actuado de forma salvaje para acabar con una “manifestación pacífica” que luego quedó evidenciado que nada tenía de pacífica y sí mucho de provocación manipulada por los separatistas. Ha tenido que ser la Justicia, la que pusiera en su sitio a aquellos que, desde encima de los autos de la Guardia Civil, intentaban que fueran linchados los agentes que protegían a aquellos funcionarios que llevaban a cabo un registro en el despacho de ERC.


Lo cierto es que los revoltosos consiguieron crear un ambiente enrarecido y contrario a los policías y guardias civiles, intentando crear una atmósfera contraria a ambos cuerpos, inventándose miles de damnificados por las cargas policíacas, para lo que contaron con la complicidad de los mismos funcionarios de los hospitales, como se ha podido demostrar a posteriori cuando se comprobó que los que entraban con una mano vendada salían con la otra en cabestrillo. Todo un plan perfectamente pergeñado para conseguir poner en aprietos a un gobierno que se viene caracterizando por haberse dejado sorprender en todas las ocasiones en las que los catalanistas han querido hacerlo. Es evidentes que las informaciones que, sobre Cataluña, se recibían en Madrid no tenían nada que ver con lo que sucedía en esta parte de España, algo que nos ha tenido en ascuas a todos los españoles que vivimos en esta comunidad que hemos tenido que ver cómo se han cometido errores garrafales, como continuar subvencionando a Cataluña a través del FLA mientras todos sabíamos que, una parte sustancial de tales ayudas, iban a parar en actuaciones en favor de la república de Cataluña.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, hemos podido comprobar como la falta de decisión de un gobierno, que no ha sabido calibrar a tiempo la magnitud del problema del independentismo catalán, ha provocado que nos encontremos en una encrucijada de difícil solución, si tenemos en cuenta que el gobierno actual del PP del señor Rajoy se está tambaleando, algo que queda suficientemente explicitado cuando le escuchamos a don Mariano tocar a rebato pidiendo que sean los militantes, los que llevábamos años pidiéndole que actúe como un verdadero líder, que salgamos a la calle a hacer propaganda del partido. Lo primero que deberían haber hecho es evitar que, los millones de españoles que han dejado de votarles, tuvieran motivos más que suficiente para hacerlo, al comprobar que la deriva del partido se iba torciendo hacia posturas que, evidentemente, nada tenían que ver con los valores y tradiciones de un partido de derechas al que se le ha querido laicizar, deshumanizar y convertir en uno más de los partidos en los que el ideario es lo de menos y, lo que verdaderamente importa, es mantenerse en el candelero sean cuales sean las concesiones ética, morales o patrióticas que sean precisas hacer a tal fin. 

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Pienso, y esto no deja de ser una opinión exclusivamente personal, que la literatura debe estar escrita siempre desde el foco de la ilusión y la esperanza. Son los esenciales avituallamientos para la creatividad. No digo ya que las novelas deban tener un matiz rosa y de amores platónicos que nos alejan de la realidad. Porque ante todo hay que tener presente el punto de unión entre la ficción y la realidad.

Estoy arrepintiéndome de votar, arrepintiéndome de leer páginas de opinión política en la prensa, arrepintiéndome de acudir a manifestaciones manipuladas, arrepintiéndome de ver noticiarios de televisión y, mucho más, tertulias generalistas con tertulianos mediocres.

El padre de la Constitución argentina, Juan Bautista Alberdi, en su obra "El Crimen de la Guerra"(1870), afirma: "No puede haber guerra justa, porque no hay guerra juiciosa. La guerra es la pérdida temporal del juicio". Asimismo, añade que "las guerras serán mas raras a medida que la responsabilidad por sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las invitan".

 
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