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Vamos a seguir dando vueltas a la noria porque a esto no se le ve vías de solución

Hace años no era utopía

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Han sido ya varios los artículos que he escrito sobre este tema, pero como dicen que la repetición es lo que hace recordar, aquí va otro.


La cuestión de las pensiones no se soluciona con parches demagógicos a golpe de voto o de callar a los jubilados en las calles. El problema hay que atajarlo en profundidad o al menos poner las bases para irlo solucionando poco a poco.

No voy a entrar en quién fue el que las congeló, ni que cerebro luminoso puso el tope a cobrar, mencionare algunos casos de flagrante injusticia y que no oigo a nadie, ya sea partido, asociación, sindicato, que hable de ellos.


Cuando se está en periodo laboral a todo trabajador se le retiene una parte de su sueldo para el fondo de las pensiones y además se paga anualmente el IRPF, variando el porcentaje según su categoría en el puesto de trabajo. Hace años, cuando los representantes políticos eran personas de calado moral e intelectual, accedían a la política con ánimo de mejorar a la sociedad en lo posible, sin medrar el sillón ni llenarse los bolsillos a costa de los contribuyentes, con experiencia en los cargos que iban a desempeñar y responsabilidades intachables, los pensionistas cobraban según lo que hubieran cotizado en su tiempo laboral, a mayor cotización, mayor pensión. Evidentemente las personas que habían desempeñado cargos de mayor responsabilidad al haberle sido retenido un porcentaje más alto, su pensión se veía recompensada de una forma digna, lo que le permitía vivir más o menos con algunas limitaciones pero manteniendo su estatus social.


Cuando se implantó el dichoso recorte (a lo mejor y pensando bien, en su momento no estaba mal pero que hoy día quedó obsoleto) y limitaron las pensiones máximas a una cantidad fija, la injusticia ya se hizo notable pues minorizaron a la misma cantidad, sin tener en cuenta el tanto por ciento retenido que cada persona había estado soportando durante los 35 años, mínimo, de cotización que se exigían.


Como las pensiones de viudedad se basan en el 50% de la pensión de su cónyuge, al igual que en el caso anterior se ven tremendamente reducidas, ya que la minorización afecta en ambos casos.


Pero no queda ahí la injusticia, la bola sigue agrandándose. Cuando la viuda tiene una pensión propia, por la que también ha estado cotizando debidamente, solo cobra un complemento hasta llegar al techo impuesto, no la pensión de viudedad íntegra que le correspondería por haber estado cotizando su cónyuge, y aún peor, si la propia llega al pírrico techo, en ese caso no recibe ni un solo euro. ¿Dónde está todo el dinero retenido a todos esos funcionarios que han estado pagando, en una gran mayoría el máximo porcentaje?


Este planteamiento no se oye ni se ve en ningún debate político en radio o televisión, ni en ninguna parte. Limitarse a decir que no hay dinero y que se hará lo que se pueda, no sirve. Pedir a tontas y locas demagógicamente tampoco soluciona nada, pero claro, meter mano en reducir el número de políticos y politicuchos del abrevadero cuesta, porque son ellos mismos los que hacen y deshacen todos los atropellos y tropelías que tienen a su alcance.


Desde que se ha convertido la política en una forma de vida para un montón de personas sin oficio, pero sí con muchos beneficios, el sistema se ha vuelto insostenible. Las injusticias sociales son de tal calado que no comprendo cómo no ha habido ya una rebelión positiva, porque si la igualdad tan cacareada por algunos grupos fuera real, no habría problema, todos nos resignaríamos y se superarían las crisis de forma natural, pero ver como se ríen y nos toman el pelo a la mayoría de la sociedad unos cuantos que no han hecho nada positivo en sus vidas más que crear problemas, que se suben el sueldo cuando les vienen ganas (en eso se ponen todos de acuerdo), que se jubilan con sueldos astronómicos y pensiones de más de 6000 euros, pudiendo cobrar más de una (cosa que a los demás no se les permite) y además sin cotizar los 35 años, con solo unos siete es suficiente, cuando en vez de buscar soluciones solo medran para abusar de los contribuyentes, cuando del erario público se pagan fiestas, palacetes, viajes, secretarias, coches oficiales, despachos y un sinfín de despropósitos varios, a los ciudadanos de a pie les hierve la sangre.


Las soluciones que proponen (al menos las que he oído por varios medios de comunicación) son, subir los impuestos, ya sean directos o indirectos, el de sucesiones, el IVA, etc., congelar sueldos, hacerse plan de pensiones privadas……..pero nadie habla de reducir la pléyade de aves rapaces que nos sangran día a día. Si se redujera en un 50 % el número de senadores, diputados, directores generales, etc., etc, junto a toda la corte de corifeos que conllevan, no sería necesario meter tanto la mano en el cajón de las pensiones.

Hace años no era utopía

Vamos a seguir dando vueltas a la noria porque a esto no se le ve vías de solución
Carmen Muñoz
martes, 20 de marzo de 2018, 00:45 h (CET)

Han sido ya varios los artículos que he escrito sobre este tema, pero como dicen que la repetición es lo que hace recordar, aquí va otro.


La cuestión de las pensiones no se soluciona con parches demagógicos a golpe de voto o de callar a los jubilados en las calles. El problema hay que atajarlo en profundidad o al menos poner las bases para irlo solucionando poco a poco.

No voy a entrar en quién fue el que las congeló, ni que cerebro luminoso puso el tope a cobrar, mencionare algunos casos de flagrante injusticia y que no oigo a nadie, ya sea partido, asociación, sindicato, que hable de ellos.


Cuando se está en periodo laboral a todo trabajador se le retiene una parte de su sueldo para el fondo de las pensiones y además se paga anualmente el IRPF, variando el porcentaje según su categoría en el puesto de trabajo. Hace años, cuando los representantes políticos eran personas de calado moral e intelectual, accedían a la política con ánimo de mejorar a la sociedad en lo posible, sin medrar el sillón ni llenarse los bolsillos a costa de los contribuyentes, con experiencia en los cargos que iban a desempeñar y responsabilidades intachables, los pensionistas cobraban según lo que hubieran cotizado en su tiempo laboral, a mayor cotización, mayor pensión. Evidentemente las personas que habían desempeñado cargos de mayor responsabilidad al haberle sido retenido un porcentaje más alto, su pensión se veía recompensada de una forma digna, lo que le permitía vivir más o menos con algunas limitaciones pero manteniendo su estatus social.


Cuando se implantó el dichoso recorte (a lo mejor y pensando bien, en su momento no estaba mal pero que hoy día quedó obsoleto) y limitaron las pensiones máximas a una cantidad fija, la injusticia ya se hizo notable pues minorizaron a la misma cantidad, sin tener en cuenta el tanto por ciento retenido que cada persona había estado soportando durante los 35 años, mínimo, de cotización que se exigían.


Como las pensiones de viudedad se basan en el 50% de la pensión de su cónyuge, al igual que en el caso anterior se ven tremendamente reducidas, ya que la minorización afecta en ambos casos.


Pero no queda ahí la injusticia, la bola sigue agrandándose. Cuando la viuda tiene una pensión propia, por la que también ha estado cotizando debidamente, solo cobra un complemento hasta llegar al techo impuesto, no la pensión de viudedad íntegra que le correspondería por haber estado cotizando su cónyuge, y aún peor, si la propia llega al pírrico techo, en ese caso no recibe ni un solo euro. ¿Dónde está todo el dinero retenido a todos esos funcionarios que han estado pagando, en una gran mayoría el máximo porcentaje?


Este planteamiento no se oye ni se ve en ningún debate político en radio o televisión, ni en ninguna parte. Limitarse a decir que no hay dinero y que se hará lo que se pueda, no sirve. Pedir a tontas y locas demagógicamente tampoco soluciona nada, pero claro, meter mano en reducir el número de políticos y politicuchos del abrevadero cuesta, porque son ellos mismos los que hacen y deshacen todos los atropellos y tropelías que tienen a su alcance.


Desde que se ha convertido la política en una forma de vida para un montón de personas sin oficio, pero sí con muchos beneficios, el sistema se ha vuelto insostenible. Las injusticias sociales son de tal calado que no comprendo cómo no ha habido ya una rebelión positiva, porque si la igualdad tan cacareada por algunos grupos fuera real, no habría problema, todos nos resignaríamos y se superarían las crisis de forma natural, pero ver como se ríen y nos toman el pelo a la mayoría de la sociedad unos cuantos que no han hecho nada positivo en sus vidas más que crear problemas, que se suben el sueldo cuando les vienen ganas (en eso se ponen todos de acuerdo), que se jubilan con sueldos astronómicos y pensiones de más de 6000 euros, pudiendo cobrar más de una (cosa que a los demás no se les permite) y además sin cotizar los 35 años, con solo unos siete es suficiente, cuando en vez de buscar soluciones solo medran para abusar de los contribuyentes, cuando del erario público se pagan fiestas, palacetes, viajes, secretarias, coches oficiales, despachos y un sinfín de despropósitos varios, a los ciudadanos de a pie les hierve la sangre.


Las soluciones que proponen (al menos las que he oído por varios medios de comunicación) son, subir los impuestos, ya sean directos o indirectos, el de sucesiones, el IVA, etc., congelar sueldos, hacerse plan de pensiones privadas……..pero nadie habla de reducir la pléyade de aves rapaces que nos sangran día a día. Si se redujera en un 50 % el número de senadores, diputados, directores generales, etc., etc, junto a toda la corte de corifeos que conllevan, no sería necesario meter tanto la mano en el cajón de las pensiones.

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Pienso, y esto no deja de ser una opinión exclusivamente personal, que la literatura debe estar escrita siempre desde el foco de la ilusión y la esperanza. Son los esenciales avituallamientos para la creatividad. No digo ya que las novelas deban tener un matiz rosa y de amores platónicos que nos alejan de la realidad. Porque ante todo hay que tener presente el punto de unión entre la ficción y la realidad.

Estoy arrepintiéndome de votar, arrepintiéndome de leer páginas de opinión política en la prensa, arrepintiéndome de acudir a manifestaciones manipuladas, arrepintiéndome de ver noticiarios de televisión y, mucho más, tertulias generalistas con tertulianos mediocres.

El padre de la Constitución argentina, Juan Bautista Alberdi, en su obra "El Crimen de la Guerra"(1870), afirma: "No puede haber guerra justa, porque no hay guerra juiciosa. La guerra es la pérdida temporal del juicio". Asimismo, añade que "las guerras serán mas raras a medida que la responsabilidad por sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las invitan".

 
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