Patricia Ramírez, admirable mujer, que en medio de su dolor, ha dado un ejemplo de tolerancia a toda esa gente que, sin conocer siquiera a la familia, se permiten alimentar el odio, la rabia y la venganza, sin recato ni miramiento. Además, esta extraordinaria mujer, a pesar de haber pasado por uno de los más grandes sufrimientos que puede experimentar el ser humano, que ha tenido la entereza y calma suficientes para asumir su dolor y reprimir su lógica venganza, ha tenido que llamar al orden a toda esa chusma rabiosa y vengativa y a los medios de comunicación que le dan eco, para que abandonen la venganza y se quede el amor.
Medios de comunicación que últimamente viven de exponer en el escaparate audiovisual la venganza, el dolor, el sufrimiento, la intimidad y los trapos sucios de la gente.
La ejemplar actitud de esta admirable mujer, de esta madre dolorida, es toda una lección y un ejemplo a seguir. La acompañamos en su dolor y sentimos mucho la pérdida de su hijo, que seguro que, como usted dice: "Aunque no haya habido final feliz; el pescaíto se nos va nadando hacia el cielo".
