La próxima huelga del 8 de marzo, día de la mujer trabajadora, sobra. Me preocupa que las mujeres se embarquen en una reclamación internacional que no les conducirá a sus objetivos y que generarán más rechazo que apoyo.
La brecha salarial no es tal si se toman los datos correctamente para un mismo puesto de trabajo, horas y categoría. Las mujeres eligen trabajos que les permitan una mayor flexibilidad laboral o trabajar menos horas. En una pareja la decisión de quien trabaja fuera y quien en casa es consensuada. Los permisos de maternidad son más largos, esto dificulta que sean contratadas para tareas de responsabilidad con gran disponibilidad horaria. Los hombres prevalecen en puestos de decisión, mando y consejos de administración de las empresas por su propia condición masculina, las mujeres optan por puestos de mando intermedio y se sienten más cómodas allí. La brecha vital indica que los hombres mueren antes por lo que, en términos globales, las viudas ganan un 25% más. La discriminación histórica de las mujeres no puede “compensarse” con otra discriminación actual de signo contrario. El Gobierno apoya una huelga siendo el responsable de ofrecer las soluciones. Y la “Comisión 8M”, entidad inexistente, induce a los hombres a no participar para que no se confunda con una huelga “normal”. Que tontería!
En definitiva, un huelga de la “ideología de género” radical feminista para vendernos una pretendida discriminación hacia las mujeres. Mal van.