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Un gobierno del PP amenazado por los cuatro costados

¿España: una democracia occidental o la casa de Troya?

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Es evidente que hemos entrado en una fase que amenaza seriamente en convertirse en insostenible si, como parece que va a ocurrir, los señores del PP y Ciudadanos, deciden romper la baraja y empezar a declararse una guerra de caza de votos entre ellos. Suponemos que ésta sería la situación más deseada por el resto de rivales políticos, especialmente de los que tratan de sacar al PP de la arena política. Los partidos de izquierdas llevan tiempo buscando la oportunidad de desembarazarse de los populares desde que el señor Aznar se hizo cargo del Gobierno y, con más intensidad y perseverancia, si cabe, desde que el señor Rajoy le sustituyó en las labores de dirigir el país. Los sucesivos intentos que se han producido de descabalgarlo del poder no han tenido éxito y esto dio lugar a que el señor Rajoy cometiera su primer gran error cuando tuvo la ocasión de rechazar hacerse con el gobierno y provocar unas elecciones en las que todo le venía de cara. No lo hizo y prefirió hacerse con un gobierno en el que sabía que se encontraba en minoría parlamentaria y con el solo apoyo de Ciudadanos que, para consentir en ayudarle, le hicieron aceptar una larga y humillante lista de concesiones que han venido pesando sobre los populares como una losa de granito debido a que, en muchos aspectos o no han podido hacerlo o no han sido capaces de cumplir con lo prometido.


Fuere por lo que fuere y sin querer entrar en las razones que nos han conducido a la situación actual, nos encontramos con un Gobierno que pretende simular que todo funciona a la perfección, pese a que el tema catalán no hace más que girar alrededor de un eje único, constituido por un nacionalismo recalcitrante e incapaz de atender a razones, dispuesto a seguir dando guerra y con la particularidad de haberle perdido miedo al 155, cuando se han dado cuenta de que tienen la posibilidad de recobrar las instituciones que dominaban, colocando en las mismas a sus peones con la intención de que, a la primera ocasión que se les presente y con la posibilidad de seguir teniendo las claves de imponer sus políticas izquierdistas, reanudar sus esfuerzos para conseguir su objetivo, quizá cuando gobierne España otro ejecutivo más permeable a sus peticiones, como pudiera ser el PSOE del señor Sánchez, un personaje del que es difícil fiarse y que, con toda seguridad, tiene preparado su propio plan de alianzas para las próximas legislativas.


Querámoslo reconocer o no el hecho de que el magistrado Pablo Llarena se haya visto precisado a declarar “causa compleja” todo lo relativo al procedimiento instruido en relación a los sucesos de 1.O, debido a las dificultades de examinar toda la documentación incautada y el grado de la participación de los distintos personajes afectados en aquellos sucesos; no hace más que añadirle un importante retraso a este caso que comporta, a la vista de un ciudadano de a pie, el alargamiento de la prisión preventiva de todos los que, cautelarmente, fueron ingresados en prisión y, por otra parte, el hecho de que las inhabilitaciones que hubieran podido derivarse de las respectivas sentencias que el TS fuera dictando, queden ya muy alejadas de los posibles nombramientos que el Parlamento catalán, una vez constituido, pudiera hacer para la Generalitat, en sustitución del huido señor Puigdemont, que sigue intentando, pese a su renuncia, mantenerse en el poder y tener vigilado todo lo que tenga lugar en Cataluña. De ahí su empeño de que sea nombrado como testaferro, con el cargo de presidente de la Generalitat, al también encarcelado, Jordi Sánchez; hasta que (él está seguro de que lo va a conseguir y de ahí su recurso ante la ONU) él pueda sustituirlo en el cargo, de ahí su especificación de que Sánchez ocupe el cargo “de manera provisional”.


Es obvio que, el hecho del éxito indiscutible de Ciudadanos en las elecciones catalanas, acompañado de una más que notable expansión del partido de Rivera por todo el resto de las comunidades españolas, hasta el punto de haberse situado a escasa distancia del PSOE, recortando de forma muy notable las diferencias con los partidos de cabeza, PP incluido; ha puesto de los nervios a la cúpula de los populares, que se ven inermes ante el avance de Ciudadanos, su único competidor dentro del sector conservador de la sociedad, y ello les ha llevado a lo que muchos consideramos como la peor estrategia que pudieran haber adoptado: arremeter como toro enfurecido y cegado por la ira, a trancas y barrancas, contra la formación naranja que, de momento, sigue siendo su único apoyo para mantenerse en el gobierno y el único que le viene permitiendo mantener a raya las leyes que se van aprobando en el Parlamento, sistemáticamente vetadas por el Ejecutivo, entre las que se encontraba, entre muchas otras, la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana, conocida con el nombre coloquial de «ley mordaza». Lo malo es que, el cambio de actitud del PP respecto a sus valedores Ciudadanos, ha sido desabrido y falto de la más elemental sensibilidad de tal modo que, finalmente, el señor Ribera ha decidido pagar a Rajoy con la misma moneda, alineándose con la oposición para acabar con la mentada “ley mordaza” lo que, con toda probabilidad, va a ser seguido en el caso de otras leyes que siguen pendientes de ser publicadas.


No acabamos de comprender este pretendido optimismo que intenta aparentar el señor Rajoy cuando habla de la inmediata aprobación de los PGE del 2018 cuando, para ello, da por sentado que va a tener el apoyo de Ciudadanos y del PNV. Podemos entender que el sentido de responsabilidad de los dirigentes de Ciudadanos, quizás imponiendo algunas enmiendas previas, puede hacerles ceder y lleguen a apoyarlos; sin embargo, donde vemos mayor dificultad es en la postura de los vascos que, primero, exigieron que la cuestión del gobierno catalán estuviera solucionada y, como ocurrió en cuanto a la aprobación de los vascos de los PGE de 1917, quedará por ver cuál va a ser la cantidad que va a tener que condonarles el Estado, del famoso cupo vasco, para conseguir su colaboración. En realidad, al Gobierno no dejan de crecerle los enanos, que ya no se reducen al desgaste que les viene produciendo todos los innumerables casos de corrupción que vienen afectando a personalidades del partido, sino a nuevos frentes a los que se deberá enfrentar y que, con toda seguridad, no se imaginaban que se le iban a presentar en estos momentos en los que da la impresión que la moratoria que, en cierta forma le venía concediendo la oposición (nos referimos al PSOE y a Ciudadanos) ya se ha dado por finalizada y, aunque todavía queda mucho tiempo para el final de esta legislatura, es evidente que para la izquierda ya ha llegado el momento de procurar que sea lo más corto posible y, si Ciudadanos se decidiera a dar por rotas sus relaciones de apoyo con los populares, es evidente que el señor Rajoy se vería en la situación incómoda de convocar nuevas elecciones precisamente en uno de los momentos menos favorables para él y su partido.


Es evidente que la movilización de los pensionistas no se ha producido por generación espontánea por la misma dificultad derivada de que estas personas ya no forman parte de grupos de trabajadores de empresas con representación sindical o de sociedades numerosas que puedan hacer valer con facilidad sus justas peticiones. Sin duda alguna que, en esta explosión de manifestaciones que se han venido produciendo en distintas ciudades importantes del país, han intervenido activamente partidos y sindicatos que se han puesto de acuerdo para explotar a esta numerosa población de los pasivos para que den a conocer sus quejas. En muchas ocasiones hemos elevado nuestra modesta queja para protestar contra esta gran tomadura de pelo, en la que se había instalado el Gobierno de los populares, alardeando de haber ido elevando las pensiones de los jubilados cuando lo único que han hecho ha sido subir un escandaloso 0’25% ( unos pocos euros para los más afortunados). Es evidente que, en tiempo de crisis, todos los ciudadanos en cierta forma se han visto obligados a aceptar recortes y hacer sacrificios que, en cierta manera podían justificar que las pensiones sufrieran también los efectos de las vacas flacas.


Si, como vienen diciendo, llevamos ya dos años de mejoras económicas que vienen afectando a nuestras industrias, si es cierto que el empleo va mejorando y si se pide a los empresarios que vayan incrementando los salarios de los trabajadores; es obvio que el seguir perjudicando a los “obreros en paro forzoso” que son los pasivos, no tiene justificación. Sé perfectamente, por mis años de relación directa con la legislación laboral y las empresas, el hecho de la influencia del paro en un sistema de reparto como es el que tenemos en la actualidad, y la dificultad de mantener un sistema de pensiones que hace aguas por los cuatro costados y que ahora, a diferencia de lo que ha venido sucediendo durante muchos años, las cuentas de la Seguridad Social en lugar de dar beneficios vienen produciendo pérdidas desde que la crisis se cebó en nuestra nación. No obstante, el Estado, si ya se ha comido el Fondo de Garantía Salarial que el señor Aznar implantó para cubrir precisamente situaciones como la que hemos tenido que soportar, ha llegado el momento en el que sean los PGE los que deban afrontar la parte de déficit que se pudiera derivar de la falta de recaudación desde las empresas y los trabajadores.


Un problema de primera magnitud y, a la vez, un caladero de votos dentro de un sector, el de las clases pasivas, en el que el PP obtenía muy buenos resultados electorales debido a que, los mayores, lo primero que buscan es la seguridad. No se les puede pedir a los que perciben una pensión sin tener medio de realizar otro trabajo: ya fuere por la edad, por la enfermedad o por la misma legislación que lo impida, que vaya perdiendo poder adquisitivo cada año, como ha venido sucediendo en los últimos años, y que se conformen con tener que prescindir, en muchas ocasiones, de artículos de primera necesidad e, incluso, de algunos que les permitían unos pocos placeres de los que les están consentidos a personas que ya forman parte de la tercera edad. Si estamos en una democracia, una de las primeras cuestiones de las que se debe preocupar el Gobierno es la de procurar trabajo al pueblo, la defensa del país, la asistencia de los mayores y la sanidad pública. El hecho de que sean muchos los jubilados no es excusa para que no sean atendidos y retribuidos debidamente.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos declaramos decepcionados y en cierta manera engañados, por quienes supieron afrontar con eficacia, algo que reconocemos, una situación de extrema gravedad para España y lo consiguieron pero que, inexplicablemente, se han mostrado incapaces de afrontar otros graves problemas como ha sido el del nacionalismo catalán y, en parte, el vasco; han fallado gravemente en su obligación “in vigilando” permitiendo que, en el PP, un grupo demasiado numeroso de sus directivos se burlaran de los españoles, cometiendo corrupción, fraude y aprovechándose de sus cargos para enriquecerse fraudulentamente a costa de los impuestos de los ciudadanos. Insistimos, una vez más, como voz que predicar en el desierto, en la necesidad de un relevo inmediato en la cúpula del partido en unos momentos en los que, el equipo gubernamental, esta gastado, desacreditado y, evidentemente, falto de la confianza de los antiguos votantes y simpatizantes del partido. Es mejora asumir una catarsis renovadora, recurriendo al apoyo de viejas figuras, injustamente apartadas de los primeros puestos, para ayudar a dar confianza a todos aquellos que han abandonado el PP por no sentirse identificados con el nuevo rumbo que los actuales dirigentes, le han dado a la formación de Fraga Iribarne. Lo contrario quizá conduzca al auto-suicidio del PP.

¿España: una democracia occidental o la casa de Troya?

Un gobierno del PP amenazado por los cuatro costados
Miguel Massanet
domingo, 4 de marzo de 2018, 13:04 h (CET)

Es evidente que hemos entrado en una fase que amenaza seriamente en convertirse en insostenible si, como parece que va a ocurrir, los señores del PP y Ciudadanos, deciden romper la baraja y empezar a declararse una guerra de caza de votos entre ellos. Suponemos que ésta sería la situación más deseada por el resto de rivales políticos, especialmente de los que tratan de sacar al PP de la arena política. Los partidos de izquierdas llevan tiempo buscando la oportunidad de desembarazarse de los populares desde que el señor Aznar se hizo cargo del Gobierno y, con más intensidad y perseverancia, si cabe, desde que el señor Rajoy le sustituyó en las labores de dirigir el país. Los sucesivos intentos que se han producido de descabalgarlo del poder no han tenido éxito y esto dio lugar a que el señor Rajoy cometiera su primer gran error cuando tuvo la ocasión de rechazar hacerse con el gobierno y provocar unas elecciones en las que todo le venía de cara. No lo hizo y prefirió hacerse con un gobierno en el que sabía que se encontraba en minoría parlamentaria y con el solo apoyo de Ciudadanos que, para consentir en ayudarle, le hicieron aceptar una larga y humillante lista de concesiones que han venido pesando sobre los populares como una losa de granito debido a que, en muchos aspectos o no han podido hacerlo o no han sido capaces de cumplir con lo prometido.


Fuere por lo que fuere y sin querer entrar en las razones que nos han conducido a la situación actual, nos encontramos con un Gobierno que pretende simular que todo funciona a la perfección, pese a que el tema catalán no hace más que girar alrededor de un eje único, constituido por un nacionalismo recalcitrante e incapaz de atender a razones, dispuesto a seguir dando guerra y con la particularidad de haberle perdido miedo al 155, cuando se han dado cuenta de que tienen la posibilidad de recobrar las instituciones que dominaban, colocando en las mismas a sus peones con la intención de que, a la primera ocasión que se les presente y con la posibilidad de seguir teniendo las claves de imponer sus políticas izquierdistas, reanudar sus esfuerzos para conseguir su objetivo, quizá cuando gobierne España otro ejecutivo más permeable a sus peticiones, como pudiera ser el PSOE del señor Sánchez, un personaje del que es difícil fiarse y que, con toda seguridad, tiene preparado su propio plan de alianzas para las próximas legislativas.


Querámoslo reconocer o no el hecho de que el magistrado Pablo Llarena se haya visto precisado a declarar “causa compleja” todo lo relativo al procedimiento instruido en relación a los sucesos de 1.O, debido a las dificultades de examinar toda la documentación incautada y el grado de la participación de los distintos personajes afectados en aquellos sucesos; no hace más que añadirle un importante retraso a este caso que comporta, a la vista de un ciudadano de a pie, el alargamiento de la prisión preventiva de todos los que, cautelarmente, fueron ingresados en prisión y, por otra parte, el hecho de que las inhabilitaciones que hubieran podido derivarse de las respectivas sentencias que el TS fuera dictando, queden ya muy alejadas de los posibles nombramientos que el Parlamento catalán, una vez constituido, pudiera hacer para la Generalitat, en sustitución del huido señor Puigdemont, que sigue intentando, pese a su renuncia, mantenerse en el poder y tener vigilado todo lo que tenga lugar en Cataluña. De ahí su empeño de que sea nombrado como testaferro, con el cargo de presidente de la Generalitat, al también encarcelado, Jordi Sánchez; hasta que (él está seguro de que lo va a conseguir y de ahí su recurso ante la ONU) él pueda sustituirlo en el cargo, de ahí su especificación de que Sánchez ocupe el cargo “de manera provisional”.


Es obvio que, el hecho del éxito indiscutible de Ciudadanos en las elecciones catalanas, acompañado de una más que notable expansión del partido de Rivera por todo el resto de las comunidades españolas, hasta el punto de haberse situado a escasa distancia del PSOE, recortando de forma muy notable las diferencias con los partidos de cabeza, PP incluido; ha puesto de los nervios a la cúpula de los populares, que se ven inermes ante el avance de Ciudadanos, su único competidor dentro del sector conservador de la sociedad, y ello les ha llevado a lo que muchos consideramos como la peor estrategia que pudieran haber adoptado: arremeter como toro enfurecido y cegado por la ira, a trancas y barrancas, contra la formación naranja que, de momento, sigue siendo su único apoyo para mantenerse en el gobierno y el único que le viene permitiendo mantener a raya las leyes que se van aprobando en el Parlamento, sistemáticamente vetadas por el Ejecutivo, entre las que se encontraba, entre muchas otras, la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana, conocida con el nombre coloquial de «ley mordaza». Lo malo es que, el cambio de actitud del PP respecto a sus valedores Ciudadanos, ha sido desabrido y falto de la más elemental sensibilidad de tal modo que, finalmente, el señor Ribera ha decidido pagar a Rajoy con la misma moneda, alineándose con la oposición para acabar con la mentada “ley mordaza” lo que, con toda probabilidad, va a ser seguido en el caso de otras leyes que siguen pendientes de ser publicadas.


No acabamos de comprender este pretendido optimismo que intenta aparentar el señor Rajoy cuando habla de la inmediata aprobación de los PGE del 2018 cuando, para ello, da por sentado que va a tener el apoyo de Ciudadanos y del PNV. Podemos entender que el sentido de responsabilidad de los dirigentes de Ciudadanos, quizás imponiendo algunas enmiendas previas, puede hacerles ceder y lleguen a apoyarlos; sin embargo, donde vemos mayor dificultad es en la postura de los vascos que, primero, exigieron que la cuestión del gobierno catalán estuviera solucionada y, como ocurrió en cuanto a la aprobación de los vascos de los PGE de 1917, quedará por ver cuál va a ser la cantidad que va a tener que condonarles el Estado, del famoso cupo vasco, para conseguir su colaboración. En realidad, al Gobierno no dejan de crecerle los enanos, que ya no se reducen al desgaste que les viene produciendo todos los innumerables casos de corrupción que vienen afectando a personalidades del partido, sino a nuevos frentes a los que se deberá enfrentar y que, con toda seguridad, no se imaginaban que se le iban a presentar en estos momentos en los que da la impresión que la moratoria que, en cierta forma le venía concediendo la oposición (nos referimos al PSOE y a Ciudadanos) ya se ha dado por finalizada y, aunque todavía queda mucho tiempo para el final de esta legislatura, es evidente que para la izquierda ya ha llegado el momento de procurar que sea lo más corto posible y, si Ciudadanos se decidiera a dar por rotas sus relaciones de apoyo con los populares, es evidente que el señor Rajoy se vería en la situación incómoda de convocar nuevas elecciones precisamente en uno de los momentos menos favorables para él y su partido.


Es evidente que la movilización de los pensionistas no se ha producido por generación espontánea por la misma dificultad derivada de que estas personas ya no forman parte de grupos de trabajadores de empresas con representación sindical o de sociedades numerosas que puedan hacer valer con facilidad sus justas peticiones. Sin duda alguna que, en esta explosión de manifestaciones que se han venido produciendo en distintas ciudades importantes del país, han intervenido activamente partidos y sindicatos que se han puesto de acuerdo para explotar a esta numerosa población de los pasivos para que den a conocer sus quejas. En muchas ocasiones hemos elevado nuestra modesta queja para protestar contra esta gran tomadura de pelo, en la que se había instalado el Gobierno de los populares, alardeando de haber ido elevando las pensiones de los jubilados cuando lo único que han hecho ha sido subir un escandaloso 0’25% ( unos pocos euros para los más afortunados). Es evidente que, en tiempo de crisis, todos los ciudadanos en cierta forma se han visto obligados a aceptar recortes y hacer sacrificios que, en cierta manera podían justificar que las pensiones sufrieran también los efectos de las vacas flacas.


Si, como vienen diciendo, llevamos ya dos años de mejoras económicas que vienen afectando a nuestras industrias, si es cierto que el empleo va mejorando y si se pide a los empresarios que vayan incrementando los salarios de los trabajadores; es obvio que el seguir perjudicando a los “obreros en paro forzoso” que son los pasivos, no tiene justificación. Sé perfectamente, por mis años de relación directa con la legislación laboral y las empresas, el hecho de la influencia del paro en un sistema de reparto como es el que tenemos en la actualidad, y la dificultad de mantener un sistema de pensiones que hace aguas por los cuatro costados y que ahora, a diferencia de lo que ha venido sucediendo durante muchos años, las cuentas de la Seguridad Social en lugar de dar beneficios vienen produciendo pérdidas desde que la crisis se cebó en nuestra nación. No obstante, el Estado, si ya se ha comido el Fondo de Garantía Salarial que el señor Aznar implantó para cubrir precisamente situaciones como la que hemos tenido que soportar, ha llegado el momento en el que sean los PGE los que deban afrontar la parte de déficit que se pudiera derivar de la falta de recaudación desde las empresas y los trabajadores.


Un problema de primera magnitud y, a la vez, un caladero de votos dentro de un sector, el de las clases pasivas, en el que el PP obtenía muy buenos resultados electorales debido a que, los mayores, lo primero que buscan es la seguridad. No se les puede pedir a los que perciben una pensión sin tener medio de realizar otro trabajo: ya fuere por la edad, por la enfermedad o por la misma legislación que lo impida, que vaya perdiendo poder adquisitivo cada año, como ha venido sucediendo en los últimos años, y que se conformen con tener que prescindir, en muchas ocasiones, de artículos de primera necesidad e, incluso, de algunos que les permitían unos pocos placeres de los que les están consentidos a personas que ya forman parte de la tercera edad. Si estamos en una democracia, una de las primeras cuestiones de las que se debe preocupar el Gobierno es la de procurar trabajo al pueblo, la defensa del país, la asistencia de los mayores y la sanidad pública. El hecho de que sean muchos los jubilados no es excusa para que no sean atendidos y retribuidos debidamente.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos declaramos decepcionados y en cierta manera engañados, por quienes supieron afrontar con eficacia, algo que reconocemos, una situación de extrema gravedad para España y lo consiguieron pero que, inexplicablemente, se han mostrado incapaces de afrontar otros graves problemas como ha sido el del nacionalismo catalán y, en parte, el vasco; han fallado gravemente en su obligación “in vigilando” permitiendo que, en el PP, un grupo demasiado numeroso de sus directivos se burlaran de los españoles, cometiendo corrupción, fraude y aprovechándose de sus cargos para enriquecerse fraudulentamente a costa de los impuestos de los ciudadanos. Insistimos, una vez más, como voz que predicar en el desierto, en la necesidad de un relevo inmediato en la cúpula del partido en unos momentos en los que, el equipo gubernamental, esta gastado, desacreditado y, evidentemente, falto de la confianza de los antiguos votantes y simpatizantes del partido. Es mejora asumir una catarsis renovadora, recurriendo al apoyo de viejas figuras, injustamente apartadas de los primeros puestos, para ayudar a dar confianza a todos aquellos que han abandonado el PP por no sentirse identificados con el nuevo rumbo que los actuales dirigentes, le han dado a la formación de Fraga Iribarne. Lo contrario quizá conduzca al auto-suicidio del PP.

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