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Hacía un tiempo, Francisco de la Torre había declarado que no concurriría como cabeza de lista en las próximas locales

Preferiblemente otro día

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Lo que parecía aventurar que el supuesto delfín -y entiendan supuesto porque el alcalde malagueño nunca se ha expresado con claridad en este asunto-, Elías Bendodo, sería el sucesor entre los populares del consistorio. Como prueba de que la cosa iba en serio, De la Torre manifestaba que así se lo había comunicado a su esposa. No pasaron unos meses hasta que ha vuelto a reivindicar su intención de revalidar como candidato a la alcaldía. Y pese a la edad del primer edil, el sentimiento de generalizado entre muchos malagueños con independencia de colores es que si hay que elegir entre De la Torre y Bendodo, no hay mucho más que hablar. El presidente de la Diputación, que también fue preguntado por su postura, tampoco dio muchas pistas sobre qué opinaba sobre la continuación del liderazgo del alcalde malagueño.


En política local, la meritocracia que se presupone a los candidatos es sustituida por la apreciación de las características y la actitud personal de los sujetos. Dicho de otra forma, en la arena municipal estamos en la pequeña escala. De esta forma, los ciudadanos no valoran a sus dirigentes por lo que sean capaces de hacer, sino por quiénes son y qué representan dentro de la comunidad. De la Torre y Bendodo son personas distintas. Y no es que sea una cuestión de edad. Mientras el alcalde de Málaga es un pro-hombre y hasta cierto punto un notable local, reputado y admirado por amplios sectores de la sociedad civil, el segundo no deja de ser un simple hombre de partido como otros tantos. En su esencia más pura, el poder de Francisco de la Torre bebe directamente de fuentes sociales y/o locales, mientras que el segundo no ha conocido ningún horizonte desde que accedió a las juventudes políticas hace ya algunas décadas. El amado líder local y el señor del aparato. Éstas son las dos opciones entre las que cabe elegir al cabeza de cartel de los conservadores. Ni siquiera entre sus propias filas, Bendodo despierta las simpatías de una amplia mayoría.


La presidencia de Bendodo ha supuesto un cambio profundo en la institución provincial, de las cuales ya se verán sus claroscuros en el futuro. La Diputación de Málaga se ha renovado profundamente, se han impulsado infraestructuras y cambios exitosos. Ahí queda la renovación de El Chorro como un enclave para el turismo rural y el reconocimiento de los Dólmenes de Antequera como Patrimonio de la Humanidad. Ahora bien, esto no puede ser óbice para dejar de entender que Málaga vive algunas de sus horas más lúcidas bajo el amparo de De la Torre y que lo deseable sería su continuidad. Sin embargo, la edad, las alternativas de sucesión y el empuje de los nuevos partidos no juegan a favor de la ciudad para mantenerla con el carácter y el modelo de urbe en que se ha consolidado en los últimos quince años.

Preferiblemente otro día

Hacía un tiempo, Francisco de la Torre había declarado que no concurriría como cabeza de lista en las próximas locales
Francisco Collado Campana
martes, 20 de febrero de 2018, 06:50 h (CET)

Lo que parecía aventurar que el supuesto delfín -y entiendan supuesto porque el alcalde malagueño nunca se ha expresado con claridad en este asunto-, Elías Bendodo, sería el sucesor entre los populares del consistorio. Como prueba de que la cosa iba en serio, De la Torre manifestaba que así se lo había comunicado a su esposa. No pasaron unos meses hasta que ha vuelto a reivindicar su intención de revalidar como candidato a la alcaldía. Y pese a la edad del primer edil, el sentimiento de generalizado entre muchos malagueños con independencia de colores es que si hay que elegir entre De la Torre y Bendodo, no hay mucho más que hablar. El presidente de la Diputación, que también fue preguntado por su postura, tampoco dio muchas pistas sobre qué opinaba sobre la continuación del liderazgo del alcalde malagueño.


En política local, la meritocracia que se presupone a los candidatos es sustituida por la apreciación de las características y la actitud personal de los sujetos. Dicho de otra forma, en la arena municipal estamos en la pequeña escala. De esta forma, los ciudadanos no valoran a sus dirigentes por lo que sean capaces de hacer, sino por quiénes son y qué representan dentro de la comunidad. De la Torre y Bendodo son personas distintas. Y no es que sea una cuestión de edad. Mientras el alcalde de Málaga es un pro-hombre y hasta cierto punto un notable local, reputado y admirado por amplios sectores de la sociedad civil, el segundo no deja de ser un simple hombre de partido como otros tantos. En su esencia más pura, el poder de Francisco de la Torre bebe directamente de fuentes sociales y/o locales, mientras que el segundo no ha conocido ningún horizonte desde que accedió a las juventudes políticas hace ya algunas décadas. El amado líder local y el señor del aparato. Éstas son las dos opciones entre las que cabe elegir al cabeza de cartel de los conservadores. Ni siquiera entre sus propias filas, Bendodo despierta las simpatías de una amplia mayoría.


La presidencia de Bendodo ha supuesto un cambio profundo en la institución provincial, de las cuales ya se verán sus claroscuros en el futuro. La Diputación de Málaga se ha renovado profundamente, se han impulsado infraestructuras y cambios exitosos. Ahí queda la renovación de El Chorro como un enclave para el turismo rural y el reconocimiento de los Dólmenes de Antequera como Patrimonio de la Humanidad. Ahora bien, esto no puede ser óbice para dejar de entender que Málaga vive algunas de sus horas más lúcidas bajo el amparo de De la Torre y que lo deseable sería su continuidad. Sin embargo, la edad, las alternativas de sucesión y el empuje de los nuevos partidos no juegan a favor de la ciudad para mantenerla con el carácter y el modelo de urbe en que se ha consolidado en los últimos quince años.

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