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“Así como la constancia no deja que el hombre se pervierta, la pertinacia no permite que se corrija” San Agustín

¿Se convertirá Rajoy en el Puigdemont del PP?

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Nadie, a día de hoy, puede poner en duda que, en el grave problema que está afectando a la comunidad catalana, una parte importante se debe a la obcecación, la intransigencia, la cerrilidad y la falta de generosidad y flexibilidad política exhibida por el líder de Junts per Cataluña, el señor Carles Puigdemont.El impasse, motivado por el retraso en que, las instituciones catalanas, vienen teniendo en recobrar la anormalidad y empezar a funcionar un nuevo gobierno de la Generalitat que pudiera acabar con la interinidad del Artº.155; es evidente que está produciendo graves problemas de tipo social, económico y político, que impiden que la comunidad catalana recobre la normalidad. Es evidente que, quién es el causante de que se continúe en una situación provisional en la que está encallada Cataluña sin que, de momento, se pueda adivinar cuál será el final de esta situación que lleva visos de complicarse aún más, a cada día que transcurre sin que se encuentre una solución aceptable para resolver el conflicto.


El señor Carles Puigdemont parece encontrarse a gusto encastillado en su residencia en Bruselas, sin que los requerimientos que le llegan desde todos los partidos catalanes, tales como ERC, la CUP o incluso de PDECat, parezcan que sean capaces de que se apee del burro y facilite el camino hacia la investidura de otra persona que no sea él. Probablemente, se tardará mucho tiempo antes de que, en Cataluña, se puedan valorar los perjuicios, de toda clase, que el desafío soberanista al Estado va a causar en una economía que, hasta las pasadas elecciones autonómicas, daba muestras de una evidente recuperación y que, ahora, desde que se han venido produciendo los sucesos que han dado lugar a que se tuviera que recurrir al 155 de la Constitución por el Estado español, viene sufriendo constantes recaídas entre las cuales la disminución del turismo o el parón en las inversiones no son, seguramente, las de menor importancia. Su intransigencia, su soberbia y su egoísmo le hacen emperrarse en una solución que se sabe que absolutamente inviable, que perjudica a los que permanecen en prisión a causa de sus acciones separatistas y que no facilitan, para nada, que se pueda presentar un nuevo candidato sin que esté salpicado por actos revolucionarios que impidan que pueda formar un nuevo gobierno autonómico sin que sus antecedentes, presuntamente delictivos, pudieran obstaculizar su permanencia al frente del gobierno de la Generalitat.


Pero, en esta ocasión, no es precisamente en el señor Puigdemont en el que quiero basar este comentario, aun teniendo en cuenta que existen razones sobradas para hacerlo, precisamente porque podríamos decir que sería posible trazar un cierto paralelo, en cuanto a actitudes, con don Mariano Rajoy Brey, presidente del PP que, en cierta manera, pensamos que mantiene también una actitud cerrada, obtusa y poco realista, pretendiendo eternizarse en un cargo que es evidente que lleva un tiempo en el que, su insistencia en no abandonarlo, más que beneficiar, ser positiva, ayudar al desarrollo del partido y reforzarlo en contra de sus innumerables enemigos políticos; más bien parece que se ha ido convirtiendo en un obstáculo, un símbolo de una trayectoria que, últimamente, desde que salió a la luz el famoso caso Gürtel y el resto que se han ido destapando desde entonces, forman una opresiva, insoslayable, asfixiante y angustiosa losa, que pesa sobre todo el PP, impidiéndole sacar cabeza ante tal cantidad de procesos judiciales que vienen afectando a una parte numerosa y especialmente significativa de sus directivos, que han ido cayendo, uno a uno, en una inexplicable, continuada y descalificativa serie de tropiezos relacionados con el delito de corrupción, que no han hecho más que ir mermando la confianza de todos aquellos miembros y simpatizantes del partido, que ya no ven, en esta cúpula del PP, a aquellas personas íntegras, honradas, inteligentes y seguidoras de los valores que viene defendiendo la formación del señor Fraga, desde la constitución de la recordada Alianza Popular.


Sorprende y diríamos que irrita que, estando como estamos y dada la precaria situación en la que se encuentra el PP; especialmente desde el rotundo y vergonzoso resultados en las elecciones catalanas, un fracaso difícil de explicar, el señor Rajoy siga pretendiendo hacernos creer que sigue siendo el que mejor puede gobernar un partido al que él, en dos legislaturas, ha llegado a convertir en una sombra de lo que fue en tiempos del señor Aznar y con unas posibilidades de futuro muy menguadas, a la vista de la situación de aislamiento en la que se han colocado, convertidos en el blanco contra el cual todo el resto de formaciones políticas dirigen sus dardos. No queremos decir que no se le deba agradecer, como se merece, el gran trabajo que ha realizado don Mariano, consiguiendo sacar del abismo económico, en el que la habían colocado los socialistas del señor Rodriguez Zapatero, uno de los peores gobernantes de España desde que estamos en democracia, sino el peor ( al que, por cierto se le deberían cortar las alas para que no siga haciendo el ridículo compadreando con el dictador Maduro y, con su innata incapacidad para enredar todo aquello en lo que interviene, creando dificultades a los que, valientemente, siguen enfrentándose a aquel ignorante camionero, elevado al caudillaje del país, un nefasto sujeto que tiene humillada a toda Venezuela.) consiguiendo poner freno al desempleo, mejorar sustancialmente las relaciones con la UE y salvando al país de tener que ser rescatado, consiguiendo que todo quedara reducido a un oneroso rescate bancario que, visto todo lo que nos hubiera podido acontecer, puede considerarse un mal menor.


Pero, como suele suceder y es Ley de Dios, no hay solución para el transcurso de los años y menos, cuando uno ocupa un cargo de un desgaste tan fuerte como el que actualmente ostenta el señor Rajoy. Ya debería hacer tiempo que el PP se hubiera ocupado de tener preparado un relevo, capacitado, sin estar afectado por los desgraciados casos de corrupción que tienen en jaque a los actuales gobernantes, joven, con agallas y capaz de tomar decisiones valientes, sin arrugarse, cuando la nación se viere enfrentada a situaciones tan delicadas como aquellas por las que está pasando en la actualidad. Seamos prácticos y no dejemos que aquellos que temen perder sus cargos puedan intentar ponernos una venda ante los ojos: el señor Rajoy está desgastado, se ha constituido en el objetivo de todo el resto de partidos, que no hacen otra cosa que reprocharle la corrupción que hay en su partido, contra lo cual es muy difícil luchar ya que son los tribunales de justicia los que van levantando los sucesivos casos, en los que ha participado algún miembro del partido. Popular.


Don Mariano Rajoy debiera pensar en serio, antes de que sea demasiado tarde para encontrar a un sustituto que estuviera en condiciones de recuperar a los millones de afiliados que lo han ido dejando en los últimos tiempos para refugiarse, como último recurso, en Ciutatans un partido que, evidentemente, no reúne las condiciones ni tiene los objetivos propios del PP y que, simplemente, constituye un simple lugar en el que esperar el resurgimiento del PP de la mano de un nuevo líder capaz de renovar la ilusión en las posibilidades de remontar todo lo que se ha perdido durante los últimos años, en los que los sucesivos ejecutivos que han venido gobernando en nombre del PP, no han sido capaces de comprender que en sus formas de actuar eran capaces de conectar con todos aquellos fieles simpatizantes que habían puesto su confianza en ellos. Una muestra fue el incumplimiento de las promesas que, el señor Rajoy, hizo cuando se postulaba para las elecciones del 20N del 2011. Con mayoría absoluta, teniendo en sus manos todo el poder para hacer lo que el pueblo español le pedía, fue incapaz de actuar con energía, imponerse a la oposición y modificar o derogar todas aquellas leyes dictadas por los socialistas que, por desgracia para España, todavía siguen vigentes para oprobio de quienes tuvieron en sus manos derogarlas.


Estamos convencidos de que España necesita que, a la mayor brevedad, se busque un relevo al señor Rajoy a quien se le deberán agradecer los servicios prestados pero, al propio tiempo, se le debería advertir de que, la idea de perpetuarse en el poder, en el supuesto nada probable de que fuera reelegido en los próximos comicios, es el mayor error que se pueda cometer. Es posible que, las distintas camarillas que durante estos días estarán maquinando tácticas para hacerse con el poder, intenten seguir manteniendo a los actuales miembros del ejecutivo. Desechen esta idea, porque no es la que le conviene al partido, que debe empezar a recuperar la democracia interna y ello requiere una renovación total de los actuales directivos de la cúpula del partido. Quizá, para evitar una aventura excesivamente arriesgada, fuera conveniente buscar el apoyo de las grandes personalidades del PP que fueron apartadas de la primera línea de la política de los populares y, no obstante, son poseedores de un amplio bagaje cultural, una experiencia demostrada en situaciones de gran dificultad, como los enfrentamientos con la banda criminal ETA y sus asesinatos. No es que pidamos que regresen para ocupar cargos en activo pero, sin duda, serían unos excelente consejeros para la labor de elegir de entre las personas valiosas que, con toda seguridad, dispone el PP entre sus filas, para proponer, con el prestigio que han adquirido durante los años en que estuvieron en gobiernos del PP, a la persona o personas que, a su criterio estuvieran mejor dotados para la responsabilidad a la que debieran enfrentarse. Un referéndum entre todos los miembros del partido le daría al candidato la necesaria garantía democrática que acabaría de confirmarlo para el cargo. Ha llegado el momento, antes de que sea demasiado tarde, de que quienes tienen el deber de ser generosos se sacrifiquen en beneficio, no sólo del PP, que ya es importante, sino, por encima de todo, de los españoles y toda España.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadanos de a pie, se empiecen a mover las piezas y los engranajes para que, sin chirridos, lubrificados y con la debida tranquilidad, se proceda a poner en marcha la catarsis que debiera poner a punto, en situación de revista, al nuevo PP que estaría destinado a presentarse, impoluto y sin vergüenzas que ocultar, a los próximos comicios, sean estos cuando sean.

¿Se convertirá Rajoy en el Puigdemont del PP?

“Así como la constancia no deja que el hombre se pervierta, la pertinacia no permite que se corrija” San Agustín
Miguel Massanet
domingo, 11 de febrero de 2018, 09:51 h (CET)

Nadie, a día de hoy, puede poner en duda que, en el grave problema que está afectando a la comunidad catalana, una parte importante se debe a la obcecación, la intransigencia, la cerrilidad y la falta de generosidad y flexibilidad política exhibida por el líder de Junts per Cataluña, el señor Carles Puigdemont.El impasse, motivado por el retraso en que, las instituciones catalanas, vienen teniendo en recobrar la anormalidad y empezar a funcionar un nuevo gobierno de la Generalitat que pudiera acabar con la interinidad del Artº.155; es evidente que está produciendo graves problemas de tipo social, económico y político, que impiden que la comunidad catalana recobre la normalidad. Es evidente que, quién es el causante de que se continúe en una situación provisional en la que está encallada Cataluña sin que, de momento, se pueda adivinar cuál será el final de esta situación que lleva visos de complicarse aún más, a cada día que transcurre sin que se encuentre una solución aceptable para resolver el conflicto.


El señor Carles Puigdemont parece encontrarse a gusto encastillado en su residencia en Bruselas, sin que los requerimientos que le llegan desde todos los partidos catalanes, tales como ERC, la CUP o incluso de PDECat, parezcan que sean capaces de que se apee del burro y facilite el camino hacia la investidura de otra persona que no sea él. Probablemente, se tardará mucho tiempo antes de que, en Cataluña, se puedan valorar los perjuicios, de toda clase, que el desafío soberanista al Estado va a causar en una economía que, hasta las pasadas elecciones autonómicas, daba muestras de una evidente recuperación y que, ahora, desde que se han venido produciendo los sucesos que han dado lugar a que se tuviera que recurrir al 155 de la Constitución por el Estado español, viene sufriendo constantes recaídas entre las cuales la disminución del turismo o el parón en las inversiones no son, seguramente, las de menor importancia. Su intransigencia, su soberbia y su egoísmo le hacen emperrarse en una solución que se sabe que absolutamente inviable, que perjudica a los que permanecen en prisión a causa de sus acciones separatistas y que no facilitan, para nada, que se pueda presentar un nuevo candidato sin que esté salpicado por actos revolucionarios que impidan que pueda formar un nuevo gobierno autonómico sin que sus antecedentes, presuntamente delictivos, pudieran obstaculizar su permanencia al frente del gobierno de la Generalitat.


Pero, en esta ocasión, no es precisamente en el señor Puigdemont en el que quiero basar este comentario, aun teniendo en cuenta que existen razones sobradas para hacerlo, precisamente porque podríamos decir que sería posible trazar un cierto paralelo, en cuanto a actitudes, con don Mariano Rajoy Brey, presidente del PP que, en cierta manera, pensamos que mantiene también una actitud cerrada, obtusa y poco realista, pretendiendo eternizarse en un cargo que es evidente que lleva un tiempo en el que, su insistencia en no abandonarlo, más que beneficiar, ser positiva, ayudar al desarrollo del partido y reforzarlo en contra de sus innumerables enemigos políticos; más bien parece que se ha ido convirtiendo en un obstáculo, un símbolo de una trayectoria que, últimamente, desde que salió a la luz el famoso caso Gürtel y el resto que se han ido destapando desde entonces, forman una opresiva, insoslayable, asfixiante y angustiosa losa, que pesa sobre todo el PP, impidiéndole sacar cabeza ante tal cantidad de procesos judiciales que vienen afectando a una parte numerosa y especialmente significativa de sus directivos, que han ido cayendo, uno a uno, en una inexplicable, continuada y descalificativa serie de tropiezos relacionados con el delito de corrupción, que no han hecho más que ir mermando la confianza de todos aquellos miembros y simpatizantes del partido, que ya no ven, en esta cúpula del PP, a aquellas personas íntegras, honradas, inteligentes y seguidoras de los valores que viene defendiendo la formación del señor Fraga, desde la constitución de la recordada Alianza Popular.


Sorprende y diríamos que irrita que, estando como estamos y dada la precaria situación en la que se encuentra el PP; especialmente desde el rotundo y vergonzoso resultados en las elecciones catalanas, un fracaso difícil de explicar, el señor Rajoy siga pretendiendo hacernos creer que sigue siendo el que mejor puede gobernar un partido al que él, en dos legislaturas, ha llegado a convertir en una sombra de lo que fue en tiempos del señor Aznar y con unas posibilidades de futuro muy menguadas, a la vista de la situación de aislamiento en la que se han colocado, convertidos en el blanco contra el cual todo el resto de formaciones políticas dirigen sus dardos. No queremos decir que no se le deba agradecer, como se merece, el gran trabajo que ha realizado don Mariano, consiguiendo sacar del abismo económico, en el que la habían colocado los socialistas del señor Rodriguez Zapatero, uno de los peores gobernantes de España desde que estamos en democracia, sino el peor ( al que, por cierto se le deberían cortar las alas para que no siga haciendo el ridículo compadreando con el dictador Maduro y, con su innata incapacidad para enredar todo aquello en lo que interviene, creando dificultades a los que, valientemente, siguen enfrentándose a aquel ignorante camionero, elevado al caudillaje del país, un nefasto sujeto que tiene humillada a toda Venezuela.) consiguiendo poner freno al desempleo, mejorar sustancialmente las relaciones con la UE y salvando al país de tener que ser rescatado, consiguiendo que todo quedara reducido a un oneroso rescate bancario que, visto todo lo que nos hubiera podido acontecer, puede considerarse un mal menor.


Pero, como suele suceder y es Ley de Dios, no hay solución para el transcurso de los años y menos, cuando uno ocupa un cargo de un desgaste tan fuerte como el que actualmente ostenta el señor Rajoy. Ya debería hacer tiempo que el PP se hubiera ocupado de tener preparado un relevo, capacitado, sin estar afectado por los desgraciados casos de corrupción que tienen en jaque a los actuales gobernantes, joven, con agallas y capaz de tomar decisiones valientes, sin arrugarse, cuando la nación se viere enfrentada a situaciones tan delicadas como aquellas por las que está pasando en la actualidad. Seamos prácticos y no dejemos que aquellos que temen perder sus cargos puedan intentar ponernos una venda ante los ojos: el señor Rajoy está desgastado, se ha constituido en el objetivo de todo el resto de partidos, que no hacen otra cosa que reprocharle la corrupción que hay en su partido, contra lo cual es muy difícil luchar ya que son los tribunales de justicia los que van levantando los sucesivos casos, en los que ha participado algún miembro del partido. Popular.


Don Mariano Rajoy debiera pensar en serio, antes de que sea demasiado tarde para encontrar a un sustituto que estuviera en condiciones de recuperar a los millones de afiliados que lo han ido dejando en los últimos tiempos para refugiarse, como último recurso, en Ciutatans un partido que, evidentemente, no reúne las condiciones ni tiene los objetivos propios del PP y que, simplemente, constituye un simple lugar en el que esperar el resurgimiento del PP de la mano de un nuevo líder capaz de renovar la ilusión en las posibilidades de remontar todo lo que se ha perdido durante los últimos años, en los que los sucesivos ejecutivos que han venido gobernando en nombre del PP, no han sido capaces de comprender que en sus formas de actuar eran capaces de conectar con todos aquellos fieles simpatizantes que habían puesto su confianza en ellos. Una muestra fue el incumplimiento de las promesas que, el señor Rajoy, hizo cuando se postulaba para las elecciones del 20N del 2011. Con mayoría absoluta, teniendo en sus manos todo el poder para hacer lo que el pueblo español le pedía, fue incapaz de actuar con energía, imponerse a la oposición y modificar o derogar todas aquellas leyes dictadas por los socialistas que, por desgracia para España, todavía siguen vigentes para oprobio de quienes tuvieron en sus manos derogarlas.


Estamos convencidos de que España necesita que, a la mayor brevedad, se busque un relevo al señor Rajoy a quien se le deberán agradecer los servicios prestados pero, al propio tiempo, se le debería advertir de que, la idea de perpetuarse en el poder, en el supuesto nada probable de que fuera reelegido en los próximos comicios, es el mayor error que se pueda cometer. Es posible que, las distintas camarillas que durante estos días estarán maquinando tácticas para hacerse con el poder, intenten seguir manteniendo a los actuales miembros del ejecutivo. Desechen esta idea, porque no es la que le conviene al partido, que debe empezar a recuperar la democracia interna y ello requiere una renovación total de los actuales directivos de la cúpula del partido. Quizá, para evitar una aventura excesivamente arriesgada, fuera conveniente buscar el apoyo de las grandes personalidades del PP que fueron apartadas de la primera línea de la política de los populares y, no obstante, son poseedores de un amplio bagaje cultural, una experiencia demostrada en situaciones de gran dificultad, como los enfrentamientos con la banda criminal ETA y sus asesinatos. No es que pidamos que regresen para ocupar cargos en activo pero, sin duda, serían unos excelente consejeros para la labor de elegir de entre las personas valiosas que, con toda seguridad, dispone el PP entre sus filas, para proponer, con el prestigio que han adquirido durante los años en que estuvieron en gobiernos del PP, a la persona o personas que, a su criterio estuvieran mejor dotados para la responsabilidad a la que debieran enfrentarse. Un referéndum entre todos los miembros del partido le daría al candidato la necesaria garantía democrática que acabaría de confirmarlo para el cargo. Ha llegado el momento, antes de que sea demasiado tarde, de que quienes tienen el deber de ser generosos se sacrifiquen en beneficio, no sólo del PP, que ya es importante, sino, por encima de todo, de los españoles y toda España.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadanos de a pie, se empiecen a mover las piezas y los engranajes para que, sin chirridos, lubrificados y con la debida tranquilidad, se proceda a poner en marcha la catarsis que debiera poner a punto, en situación de revista, al nuevo PP que estaría destinado a presentarse, impoluto y sin vergüenzas que ocultar, a los próximos comicios, sean estos cuando sean.

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