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La poligamia es una de las propiedades del matrimonio islámico. El Corán (4, 3) autoriza al varón a casarse con cuatro mujeres siempre que pueda mantenerlas a todas y que sea equitativo con ellas. De lo contrario, aconseja que el varón sea monógamo.
El Libro sagrado recoge la concepción de la familia propia de la sociedad árabe preislámica, en la que la unidad familiar era extendida y no nuclear y formaba una unidad económica cuyo jefe era el padre de familia. Según los exegetas musulmanes, Mahoma limpió esta institución de sus males tradicionales al delimitar la cantidad máxima de esposas a un número concreto. Esta legislación supuso que la mujer adquiriera, por medio del contrato matrimonial, una seguridad y estabilidad que antes no tenía. El mismo Profeta practicó la poligamia y la dotó de fines sociales al hacerse cargo de las viudas y de los huérfanos de sus compañeros muertos en el campo de batalla.
Este derecho masculino del matrimonio islámico origina un conflicto tanto legal como moral con respecto a nuestra propia visión del matrimonio. La mayoría de los países europeos otorgan validez civil al matrimonio islámico, pero tienden a prohibir el derecho a la poligamia porque viola sus Derechos fundamentales. En cuanto a los países islámicos, sólo es ilegal en Túnez mientras que es legal en casi toda África y en Asia.
Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.
Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.
El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.
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