| ||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||
Por primera vez, y sin que sirva de precedente, la redacto un viernes. La cosa no tendría importancia si esta demora hubiera sido motivada por un viaje o cualquier circunstancia inoportuna. Lo que me ha impedido dedicar el tiempo suficiente a la elaboración de estas reflexiones ha sido el maldito papeleo.
Continuamente hay un motivo para vivir en la espera de algo o de alguien, lo que significa examinarnos por dentro y cultivar la paciencia. Lo importante es no desfallecer y afanarse por avanzar en el reconocimiento de uno mismo, con la clemencia necesaria y el tesón permanente. Seguramente, entonces, hallaremos ese hálito reconciliador que hoy el mundo nos requiere.
Otro mundo ha de ser posible. Hay que gestarlo. En esta empresa hemos de estar todos, trabajando a destajo si es preciso. Justamente; cada vida, por muy minúscula que nos parezca, ha de contribuir a mejorar el ambiente. Despojémonos de esa enemistad. Tenemos que entendernos, armonizarnos, comprendernos, revivirnos unos en otros, y cada cual debe ser parte de la existencia del otro.
|