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El sistema económico son los ladrillos; la cultura, la argamasa que los une. A la cultura, como elemento de poder, no se la suele considerar importante. Sin embargo, las élites privilegiadas sí la valoran; saben que las ideas y las convicciones tienen un gran potencial.
La tendencia general de nuestro tiempo actual es la superficialidad en la vida. Es triste que sea así, pero es la realidad. La sociedad de la diversión y el espectáculo en la que estamos instalados, queramos o no, pretende influir en los pensamientos de los ciudadanos para que sigan patrones de consumismo desaforado y materialismo desenfrenado. Si bien ante el pensamiento crítico y reflexivo el hedonismo insustancial no tiene nada que hacer.
Indudablemente, los imperios tienen fases de crecimiento, florecimiento y decadencia por efectos del tiempo y de las transformaciones en los sistemas productivos. También están sujetos a invasiones de otros pueblos y a la propia dinámica de los cambios sociales e históricos y a los nuevos inventos y descubrimientos.
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